Relatos Pandereta: Sobrevivir al destino.

Era mediodía de un día nublado pero caluroso de julio en la ciudad de Barcelona. Adrián se desplazaba en su coche hasta su trabajo en mitad de un molesto atasco. Era uno de esos días en los que la ciudad estaba colapsada debido al típico e intenso tráfico, a una huelga de metro, con los taxistas medio en pie de guerra y un importante congreso de tecnología que atraía a lo más florido del mundo de la tecnología. Todo ello cuidadosamente mezclado con un bochorno que se multiplicaba dentro del coche. Adrián estaba casado con Claudia, que trabajaba en el centro de la ciudad, y tenían dos hijos Elena la mayor y Marcos el pequeño. Tras recorrer la calle Aragón, llegó hasta la calle Tarragona que conectaba con la conocida y doblemente transitada aquel día Plaza España. El semáforo que daba paso a la rotonda de Plaza España estaba en rojo, cuando Adrián vio algo extraño a lo lejos.