El Niño del Diente Largo.

Desde Cuba nos llega esta inquietante leyenda arraigada en el folclore de las gentes de esa pequeña isla desde tiempos remotos. Una leyenda que tiene similitudes con otras tantas llegadas del viejo continente y que seguro tuvieron una influencia importante en ella. Prepárate para descubrir la leyenda sobre El Niño del Diente Largo.


Cuentan las gentes del lugar que hace muchos años, un campesino atravesaba el bosque de camino a casa, montado a caballo después de un largo y duro día de trabajo. Al campesino se le hacía tarde y ya veía que la noche le alcanzaba sin remedio. El cielo auguraba una de esas tormentas que amenazaban con dejar gran cantidad de relámpagos, truenos y agua y que ya se empezaba a vislumbrarse en la lejanía.

Ya con el bosque sumido en la oscura noche y las primeras gotas salpicando alrededor, el campesino escuchaba un extraño sonido que parecía perseguirle. A medida que avanzaba era más evidente que ese sonido era un lamento de recién nacido. Aquello inquietó al campesino que imaginó que alguien pudo haber abandonado a su suerte a un pequeño bebé, en aquel oscuro y peligroso bosque. Al llegar a unos matorrales notó que el lloro era más intenso, por lo que detuvo a su caballo y decidió rebuscar por la maleza. No tardó mucho en ver lo que parecía un arrullo y dentro, envuelto en el, un pequeño bebé que lloraba desconsolado. El campesino lo recogió empapado del suelo, lo agarró fuerte y se dispuso a subir de nuevo a su caballo, con la intención de correr lo máximo posible. El caballo, que siempre había sido un animal dócil, mostró cierto nerviosismo complicando a su dueño subir a su montura. El campesino lo achacó a los fuertes truenos y relámpagos, por lo que cuando consiguió tranquilizarlo volvió a subir y se dispuso a cabalgar de nuevo hacia su destino.

Aquel niño no dejaba de llorar, algo que hacía pensar al campesino que el hambre acuciaba en aquel pequeño. “¿Tienes hambre, no es cierto? No puedo darte nada ahora, pero cuando lleguemos podrás comer algo” le dijo cariñosamente mientras lo intentaba proteger con su cuerpo de la lluvia. De repente el pequeño dejó de llorar, aquello extrañó al campesino que intentó hacer que el infante respondiera sin éxito. 

Preocupado detuvo su caballo al lado de un río y descubrió el rostro del pequeño. Lo que vio horrorizó al campesino. Aquel bebé tenía un horrible aspecto, con un diente que crecía afilado sobresaliendo de su boca, cuando con una voz endemoniada que salía de aquel pequeño ser se dirigió al campesino con un: “¿ya puedo comer?”. El campesino lanzó al monstruo lejos y tras un terrible y atronador relámpago, su caballo lo tiró a la orilla del río. Aturdido se levantó y con el miedo aún en el cuerpo, volvió a subirse al caballo y como alma que lleva el viento cabalgó sin mirar atrás.

El campesino alertó a su familia y todos sus vecinos de lo que había sido testigo la noche anterior y de que un demonio, acechaba en la oscuridad del bosque.

No son pocas las personas que, incautas, se han adentrado en las profundidades del bosque, asegurando ser testigos del horrible y temido Niño del Diente Largo.

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