La terrorífica familia Berlanga.

En México se cuenta una leyenda de padres a hijos, una de esas historias sobrecogedoras que trata sobre una poderosa, extraña y esquiva familia de la ciudad de Guadalajara, que atemorizó los sueños de muchas personas durante años.

Los Berlanga eran una adinerada familia de la ciudad mexicana de Guadalajara. Nadie sabía como habían amasado tal fortuna, aunque la mayoría sospechaba que era a través de negocios algo turbios. El poder de los Berlanga influenciaba a los políticos de la ciudad, de hecho, todo el mundo sospechaba de que exprimían económicamente a la ciudad y su gente.

Un buen día, empezaron a desaparecer niños y luego niñas. Más tarde también adultos jóvenes, para pasar a ancianos. Algunos de ellos, se decía que habían emigrado al norte en busca de trabajo, aunque aquello eran solo suposiciones. Las desapariciones empezaron a alarmar a la buena gente de Guadalajara, que no sabían cómo afrontar todo aquello.

Un campesino y su peón, estaban conduciendo hasta la capital para vender el resultado de su trabajo, cuando una niña de unos doce años se cruzó en su camino. La niña visiblemente nerviosa, les paró pidiendo ayuda. Cuando la subieron a la camioneta y la examinaron para ver si estaba herida, notaron que sufría diferentes heridas infringidas por mordiscos de diferentes tamaños, entre otras agresiones. Aunque lo que más les sorprendió, fue la herida que presentaba en su hombro, una herida profunda y sangrante producida por un mordisco que le había seccionado un trozo de carne. La niña les suplicó no volver a Guadalajara a denunciar, pues la policía no les haría caso. El campesino y su peón se la llevaron al hospital de un pueblo cercano, donde la policía de la ciudad les atendió.

Al día siguiente, el jefe de la policía llegó al hospital acompañado por un poderoso empresario, rival en los negocios de los Berlanga, con la intención de hablar con la niña. Al día siguiente la policía irrumpió en la casa de los Berlanga, lo que encontraron allí les dejó marcados para toda la vida. En el sótano de la casa encontraron infinidad de cuerpos de personas de diferentes edades, descompuestos o a medio descomponer, algunos estaban medio comidos. Los sirvientes y demás trabajadores de los Berlanga, intentaron de todas las maneras posibles, enfrentarse a la policía y evitar que descubrieran todo aquel infierno.

Tras su declaración, la niña aseguró que ella y su hermana habían sido secuestradas y que pudo escapar del lugar aprovechando un descuido, algo que su hermana no pudo conseguir. Tras defenderse con todas sus fuerzas, hasta incluso hacerle perder un ojo al hijo más joven de los Berlanga, la niña logró huir.

Los Berlanga fueron apresados, pero nunca pagaron por sus crímenes. Se dice que toda la familia se mudó a otra ciudad, aunque años después hubo quién aseguró haber visto paseando por entre las ruinas de la antigua casa, a un hombre con un parche en el ojo. Quién sabe si los Berlanga aún continúan practicando impunemente sus aterradoras noches caníbales.