El túnel maldito de Kiyotaki: 444 metros de terror.

En los bosques que rodean Kioto, donde la niebla cae espesa y el silencio parece observarte, existe un túnel del que no todos regresan igual. No es especialmente largo ni especialmente moderno. Pero su historia… esa es otra cosa.

Desde hace décadas, viajeros, conductores y curiosos aseguran que ahí dentro la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos se adelgaza hasta casi romperse.


🔥Esta entrada de octubre de 2020 ha sido actualizada y republicada, con mejoras en el contenido.

Construido en 1927 con mano de obra en su mayoría esclava, el Túnel de Kiyotaki mide la curiosa distancia de 444 metros de longitud, aunque la leyenda indica que esa medición varía si mides el túnel de día o de noche. 

El número 4 es considerado el número de la mala suerte en la cultura japonesa, por lo que a muchos japoneses no les hace la más mínima gracia atravesarlo, más aún si encima son tres cuatros los que contiene esa medición.

El terreno que ocupa fue durante el período Nambuku, un lugar que albergo grandes batallas y guerras. Los centenares de personas que trabajaron en el túnel no lo tuvieron tampoco fácil, pues muchas de ellas murieron sepultadas en aquel túnel durante su construcción. 

Cuentan que cuando conduces por el túnel puedes ser testigo de apariciones de antiguos soldados, como también de los fantasmas de aquellos trabajadores que construyeron y murieron en el túnel. 

Si tienes la suerte de ser testigo directo del misterio, dicen que lo más probable es que esas almas en pena se manifiesten dentro de tu propio vehículo. Si los miras a los ojos, esos espíritus errantes provocarán tu muerte al instante. Algunos también aseguran haber escuchado lamentos de ultratumba que retumban entre las paredes del túnel.


Mucha gente antes de entrar no lo hace si se encuentra el semáforo en verde, pues en ese momento se cree que el túnel está lleno de fantasmas. Para ello hay que detenerse, dejar que se ponga en rojo y entonces cuando vuelva a ponerse en verde pasar. Por ello no es extraño ver colas de vehículos en según que momentos del día, pese a tener el semáforo en verde.

La leyenda del túnel aún se torna más siniestra cuando en los años 90, una joven japonesa fue hacia el lugar para suicidarse. Aquello fue en 1998 cuando se la localizó colgando del cuello en un árbol cercano a uno de los accesos al túnel, en periodo de descomposición y con algunos huesos asomando por la piel. Desde entonces no son pocos los que aseguran haber visto a la chica aparecer por las inmediaciones.

Quizá todo sea una acumulación de supersticiones y viejas historias. O tal vez no. En Japón, las leyendas nunca nacen porque sí.

Si algún día viajas a Kioto y decides cruzarlo, recuerda lo que dicen los lugareños: no mires por el retrovisor… y sobre todo, no devuelvas la mirada a quien te observe desde atrás.



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