El Gran Liceu, la sombra de una maldición.

El Gran Teatre del Liceu es el teatro más antiguo e importante, actualmente en activo, de la ciudad de Barcelona. Situado en plena Rambla de Barcelona, este teatro de estilo ecléctico, abrió sus puertas en abril de 1847, aunque diez años antes fue inaugurado en otra ubicación de la capital catalana. El que durante 1847 y 1989, fue el teatro de ópera más grande de toda Europa, ha vivido una serie de fatales acontecimientos que han alimentado, hasta el día de hoy, la leyenda negra alrededor de este histórico teatro.


Y es que no todo fue brillo y esplendor en sus primeras tres décadas, puesto que mantuvo una rivalidad competitiva muy intensa con el, hasta entonces, teatro más importante de la ciudad y referencia de la cultura catalana, como lo era el Teatro Principal, antiguamente conocido como Teatro de la Santa Cruz.

Durante aquella época, ambos mantuvieron una fuerte rivalidad que, incluso, llevó hasta las manos a los aficionados de uno y otro. 

EL CONVENTO DE LA BONANOVA.

No conviene olvidar lo que albergaron, desde siglos antes,  los terrenos en los que se asienta el hoy Gran Teatre del Liceu. Y es que, en 1633, en esa misma ubicación se levantaba el Convento de la Mare de Deu de la Bonanova, también conocido como el Convento de los Trinitarios Descalzos.


A principios del 1800, con la llegada a Barcelona de las tropas napoleónicas, este convento fue convertido en un almacén para el ejército de Napoleón.

Tiempo después volvería a ejercer en su faceta religiosa, de nuevo con de los trinitarios, viviendo ciertos momentos convulsos como sucedió en pleno siglo XIX, durante una serie de revueltas liberales sucedidas en la ciudad, que llevarían al antaño tranquilo y piadoso convento de la Bonanova, a ser consumido por las llamas.

LA PRIMERA PIEDRA PARA LEVANTAR EL LICEU.

A petición de la Asociación Dramática de Aficionados, las autoridades decidieron derribar los escombros del antiguo convento y construir un nuevo edificio que albergaría, en 1847, el ahora Teatre del Liceu.

EL INCENDIO DEL DÍA DE CARNAVAL.

Durante las celebraciones del carnaval de 1861, el teatro sufriría su primera gran tragedia con un devastador incendio. Aunque la teoría es que alguien debió quemarlo, hubo y hay quien sigue sospechando que aquellos antiguos monjes trinitarios que vivieron en el lugar mucho antes, pudieron ser los causantes. Y es que fue precisamente un hombre, supuestamente disfrazado de fraile que, en mitad del evento carnavalesco se alzó por encima de todos maldiciendo a los pecadores lujuriosos que celebraban en suelo sagrado, donde murieron y aún permanecían los cuerpos de aquellos hermanos religiosos muertos en aquellas revueltas clericales. Tras aquello, aquel hombre se escabulló entre la multitud.

Aunque existe una leyenda que desvela que se encontró un supuesto escrito entre los escombros, que narraba el siguiente mensaje: “soy un búho y voy a solas, si lo volvéis a levantar, lo volveré a quemar”.

Lejos de dar credibilidad a ese supuesto mensaje, ni de amedrentarse, las autoridades volvieron a reconstruir el Teatre del Liceu.

ATENTADO ANARQUISTA.

Fue en 1893, cuando el anarquista Santiago Salvador, lanzó una bomba en plena platea del teatro, asesinando con ello a 20 personas y provocando importantes desperfectos.


Tras aquel atentado, el teatro volvió a resurgir tan fuerte como antes.

EL ÚLTIMO GRAN INCENDIO.

Pero, de nuevo, esa oscura leyenda que perseguiría al teatro, volvió a cebarse con el Liceu.

Fue en 1994, durante unos trabajos de reparación, paradójicamente del telón de acero que debía evitar que en caso de incendio, las llamas en el escenario pasaran a la sala de espectadores, cuando unas chispas del soplete que los trabajadores estaban utilizando, prendieron las cortinas del telón, provocando un devastador incendio que terminó por consumir, otra vez más, el Gran Teatre del Liceu hasta casi sus mismas cenizas.

Este incendio causó una gran consternación en la sociedad barcelonesa y catalana, que veía como uno de sus grandes símbolos culturales era, de nuevo, destruido.

Si bien es cierto que el Gran Teatre del Liceu resurgió cual ave fénix en 1999, más moderno y fuerte que nunca, sigue latente el temor a que la maldición del Liceu vuelva a castigarlo.

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