La Fira de Santa Llúcia y el arranque de la Navidad en Barcelona.

Si vives o has nacido en Barcelona, existe un evento que, sin duda, es tradición para todos y todas las barcelonesas. La Fira de Santa Llúcia o Feria de Santa Lucía, es uno de los eventos más visitados de la ciudad y, para muchos, el inicio de las celebraciones navideñas. Hoy me doy una vuelta por mi ciudad natal, Barcelona, para repasar los orígenes de una feria con historia y mucho espíritu navideño.


Situada en frente mismo de la Catedral de la ciudad, esta feria data nada más y nada menos que de 1786, la más antigua de Barcelona, tal y como constataron ilustres personalidades de la historia de Barcelona y Catalunya como el escritor Rafael Amat (1746-1818) o el folklorista Joan Amades (1890-1959). Desde entonces se viene celebrando y convirtiéndose en todo un referente para la ciudad en estas fechas. 

Ya en su momento, en la Fira de Santa Llúcia, que se conmemoraba el 13 de diciembre en el día de Santa Lucía, patrona de las modistas y sastres entre otras profesiones, así como también la de los ciegos, se instalaban pequeñas casetas de artesanos que vendían a los feligreses que salían de la Catedral, Belenes con figuritas hechas de barro. A partir del siglo XIX, la feria empezó a diversificar su oferta vendiendo más elementos para vestir el Belén como puentes, molinos, pozos, pajares… así como corcho, musgo y demás hiervas y plantas que servían para decorarlo. También algunas casetas empezaron a vender muñecos hechos de cartón o madera, que se accionaban con una cuerda y que, pese a no ser esto representativo de la Navidad, le daba a la feria un mayor encanto para los niños. 



Al lugar solían acudir en esa fecha las jóvenes de los alrededores acompañadas por sus madres, en busca de futuros maridos. También se reunían muchachas para aprender a coser, mientras que las modistas ya expertas se juntaban allí para luego ir a celebrar el día de su patrona en el Parc de la Ciutadella.

Hasta el 23 de diciembre, la Fira de Santa Llúcia acoge cada año, desde hace ya unos cuantos, a más de 200 casetas, donde se puede encontrar todo tipo de motivos navideños y decoraciones tradicionales, como por ejemplo los característicos Caga Tió y Caganers.


Con más de dos siglos de tradición, es difícil no encontrar a alguien que no la haya visitado alguna vez o la visite cada año. En mi caso, los recuerdos que guardo son entrañables, de la mano de mis padres cada año acudíamos a nuestra cita frente a la Catedral, repleta de visitantes y curiosos, con la intención de agrandar nuestro preciado Belén. Estos son recuerdos que hacen de las navidades algo aún más especiales.


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