La evolución de los vampiros en el cine.

Las nuevas generaciones han crecido, crecen y posiblemente crecerán con una visión del mito cinematográfico del vampiro muy distinta a los que ya empezamos a tener una edad, incluidos nuestros padres. Y digo cinematográfica porque de lo que hoy me ocupo es del vampiro en el cine y/o televisión, más allá del folklore popular de las diferentes culturas que aún creen en su amenaza. Desde esos inicios impactantementes, sombríos y monstruosos, hasta el vampiro delicado y con sentimientos de hoy en día ha llovido mucho. Y como ya hice con la figura del zombie en su momento, hoy trataré de explicar esa evolución del vampiro hasta nuestros días. ¿Me acompañas en un tenebroso viaje desde Transilvania al corazón del actual vampirismo?


Aunque antes ya surgieron películas relacionadas con el personaje, no fue hasta los lejanos 1922, en Alemania, cuando se estreno el clásico de terror “Nosferatu” de F.W. Murnau. Una película que marcaría un antes y un después en el género de terror, que además obtendría aún hoy excelentes críticas en muchos aspectos. En ella se presentaba un vampiro sombrío y monstruoso, interpretado por el actor alemán Max Schreck, que de alguna manera venía a representar no solo a la muerte, si no también el miedo a las enfermedades y sus contagios, de hecho acostumbra a ser acompañado por ratas, un claro recuerdo de mortales pandemias. Su figura desde el primer momento aterroriza, mostrándonos un ser poco evolucionado y primitivo, más del lado del infierno que de otra cosa. La película fue la única que pudo lanzar su productora alemana Prana Film, tras declararse en quiebra con la intención de hacer frente a la demanda por derechos de autor interpuesta por la viuda de Bram Stoker. Parece mentira, pero su imagen es todo un ícono del terror que sigue despertando malos sueños.


No fue hasta casi una década más tarde cuando el cine decidió darle un giro al personaje casi total. De la mano del que acabaría siendo a la postre uno de los maestros del cine de terror y gran representante del nuevo Drácula, el actor húngaro Bela Lugosi, acompañado de la productora Universal, llegaría a la pantalla en 1931 “Drácula”, una nueva adaptación del personaje totalmente distinta al vampiro sombrío que interpretó Max Schreck, para presentarse con la figura de un importante aristócrata, educado y misterioso llegado de tierras lejanas, que buscará seducir y alimentarse con trucos de hipnosis y poderes propios de un ser maligno. La humanización del personaje lo alejo de aquel primer concepto, pero también lo acercó más al público, que rápidamente lo asimiló y disfrutó en esa primera adaptación sonora, al contrario del cine mudo de los tiempos de “Nosferatu”.


A partir 1958 la productora británica Hammer se haría cargo de producir y estrenar una buena colección de títulos con el Conde Drácula de terrorífico protagonista. Esta vez se buscaría darle otro estilo al personaje, manteniendo su estatus de conde, pero convirtiéndolo violento y auténtico depredador de sangre... también sexual. Y es que las insinuaciones y sensualidad de alguna de las escenas lo volvían a cambiar todo. Eso y las nuevas técnicas cinematográficas que permitían a aquel Drácula del gran Christopher Lee, desmelenarse proporcionando al espectador dosis de buen gore sangriento no visto hasta entonces.


Bela Lugosi y Christopher Lee popularizaron al Conde Drácula y el terror de los vampiros en sus películas, creando no solo escuela, si no también convirtiéndose en mitos del cine en el que los vampiros vivían su época dorada.


De hecho en 1967 se estrenaría de la mano de Roman Polanski “El baile de los vampiros”, con un buen elenco interpretativo de la época y que nos mostraba esos vampiros góticos influenciados por Lugosi y Lee, pero con un toque humorístico muy divertido.


Pero aún tendríamos que ver cambiar más veces el estilo de los vampiros, concretamente casi dos décadas después donde se mostraría un Drácula romántico y atormentado que busca el amor con escenas sexualmente sugerentes o adaptarse a su nueva situación. Este nuevo vampiro tendría un aspecto mucho más gótico y empezaría a calar entre el gran público, llegando hasta los años 90 con la aclamada “Drácula de Bram Stoker” de 1992, dirigida por Francis Ford Coopola y con estrellas de la talla de Gray Oldman, Winona Ryder o Keanu Reeves. Película en la que Drácula, interpretado por un gran Gary Oldman, se vería en una lucha interior entre el amor por su reencontrada alma gemela y su sed de sangre.


En “Entrevista con el Vampiro” de 1994 con la dirección de Neil Jordan y la interpretación de Brad Pitt, Tom Cruise, Christian Slater o Antonio Banderas, un vampiro explicaría a un periodista como se convirtió en vampiro 200 años atrás, entre una ambientación de sus recuerdos muy gótica y/o victoriana y en la que, de nuevo, los sentimientos humanos de un vampiro atormentado, le enfrentarán a su nueva naturaleza sedienta de sangre.


Entre medias Hollywood estrenaría un nuevo concepto de vampiros, en este caso sería con el estreno en 1987 de “Jóvenes Ocultos”. En ella dos hermanos adolescentes se mudan con sus padres a un tranquilo pueblo de California, en el que empiezan a suceder cosas extrañas relacionadas con una pandilla de jóvenes de estética punk, entre los que destacaba un joven Kiefer Sutherland, y que resultaban ser unos vampiros que vivían en comuna. Aquel fue un concepto vampírico distinto y con un toque moderno, más bien ochentero por la época, que a lo largo de la década de los 90 se iría explotando esporádicamente.


A partir de ese momento se iría olvidando la figura aristocrática del Conde Drácula. Ya fuera un vampiro solitario o no que viaja tras alimentarse un tiempo a otro lugar, como seres de apariencia terrorífica que son auténticos devoradores de hombres, potenciales amenazas que podían ser comparadas con plagas que se movían de un lado a otro, exportando la muerte allá donde fueran. Dos ejemplos serian el de la serie de televisión “The Strain” de 2014 y basada en las novelas de Chuck Hogan y Guillermo Del Toro, donde precisamente unos vampiros monstruosos, propagan como un virus su antiguamente conocida ponzoña, con el fin de conquistar el mundo.


Y la adaptación de un famoso cómic llamado “30 días de oscuridad” de 2008, donde en un pequeño pueblo de Alaska reciben, justo en pleno mes de oscuridad, la visita inesperada de unos peligrosos, violentos y aterradores vampiros que viajan de puerto en puerto, arrasando a sus gentes para alimentarse.


Pero aquello comenzaría a cambiar de nuevo a partir de los primeros años 2000 en adelante. De repente a los vampiros se les empezaría a representar como seres jóvenes modernos y actuales que buscan su lugar en el mundo, mientras luchan contra sus instintos vampíricos. Seres solitarios, esquivos, sentimentales y enamoradizos que en ocasiones incluso pueden ver el sol a la vez que brillan como una bola de discoteca, como en la saga adolescente “Crepúsculo” de 2008.


O con dificultades para integrarse, a la vez que esconden su naturaleza, como la aclamada por la crítica “Déjame entrar” también de 2008, de producción sueca y que trata la tierna pero dramática relación entre un niño, que precisamente no es el más popular y con problemas en casa, con su nueva vecina, una misteriosa y pálida niña aparentemente de su edad, que solo sale de noche y que resulta ser una vampira que debe mantenerse en secreto, aunque la creciente amistad con ese niño le permite descubrir sensaciones distintas y peligrosas.


Otro ejemplo de esa necesidad de integración entre el mundo que les rodea, mientras dejan atrás sus hábitos más primitivos de alimentación y caza, es la serie de televisión “True Blood”, otra vez de 2008. Una serie con algún toque gótico y mucha sensualidad, en la que aparecen todo tipo de seres sobrenaturales que, igual que los vampiros, buscan su lugar en el mundo y ser aceptados entre los humanos.


Y es que la imagen y vida del vampiro en el cine sigue dando para mucho, incluso para trasladarlo al mundo más de acción como la trilogía “Blade” de 1998 y en la que Wesley Snipes interpreta a un medio vampiro medio humano, que es capaz de caminar bajo el sol y que persigue por medio mundo a los vampiros para, vengar la muerte de su madre y evitar que estos dominen el mundo. Mítica ya saga de acción y fantasía con muchas artes marciales, golpes, disparos y demás acción que hace las delicias de muchos fans.


Además de otras sagas como “Underworld” de 2003 y protagonizada por Kate Beckinsale, en la que a parte de mostrarse la tensa e histórica relación entre vampiros y hombres lobo, se muestra a un tipo de vampiro sofisticado que mueve el poder en las sombras. Una entretenida y divertida saga de acción sobrenatural con cinco entregas, nada más y nada menos que protagonizadas también por Katw Beckinsale, ejemplo claro de la importancia comercial de esta franquicia.


Y hasta aquí mi repaso a la evolución del vampiro en la gran y pequeña pantalla, desde casi principios del siglo pasado hasta hoy. Lógicamente el mito y el interés por Drácula no se ha desvanecido ni olvidado, buena cuenta dan de ello por ejemplo la película “Drácula, la leyenda jamás contada” de 2014 y en la que se describe la verdadera historia, de forma muy libre y fantasiosa, del personaje real que dio vida al mito llamado Vlad Tepes, príncipe de Valaquia entre los años 1456 y 1462, conocido también con el sobrenombre de Vlad el Empalador.


O la serie de Netflix y la BBC, controvertida por la crítica dispar recibida, “Drácula” de 2020. En la que se recupera al Conde Drácula de la obra de Bram Stocker.


Lógica o no, su evolución, en ocasiones demasiado comercial, a ido perdiendo parte de aquella esencia que le hizo temible a la vez que intrigante. Pero los nuevos tiempos se resisten aún a perder la capa negra con interior rojo, tan carismática de Drácula siempre que se piensa en vampiros.

Comentarios