El MONSTRUO DE LAS CLOACAS.

A principios de los 80 una extraña noticia corría como la pólvora por España. Un monstruo que se ocultaba en las cloacas de Sabadell, una ciudad a las afueras de Barcelona, atemorizada a las gentes de esa ciudad. ¿Qué fue aquel ser, realmente era una bestia que se movía por debajo del suelo de la ciudad o eran simples fantasías? Descubre la historia del Bicho de Sabadell.


En la calle Brutau de la ciudad de Sabadell, se ubicaba un pequeño y humilde bar, uno como tantos otros. Un buen día, el dueño del bar notó que el fregadero de su cocina estaba obstruido. Tras intentar solucionarlo manualmente, desistió y se puso manos a la obra con una medida más drástica. Ni corto ni perezoso, agarró sus herramientas y comenzó a picar el suelo de su cocina. Cuando alcanzó la tubería que hacía de desagüe de la cocina, la rompió y metió la mano con la intención de extraer aquello que taponaba. Lo que extrajo dejó perplejo al dueño de ese humilde bar.


Mientras tiraba y tiraba, poco a poco iba dándose cuenta que aquello no eran simples restos de desechos. Algo negro, grande, largo, viscoso y con ventosas ocupaba la práctica totalidad del ancho de la tubería. Cuando la extrajo, ese maloliente animal, que el dueño del bar describiría como una serpiente negra y larga, que parecía exhalar sus últimas bocanadas agonizantes, no terminaba de creérselo. 

El hombre, asustado, llamó a la policía que cuando se personó en aquel bar, no nada crédito a lo que estaban contemplando en mitad de esa cocina. La pareja de policías llamó a su vez al fotógrafo del periódico local, para que documentara a aquel animal, que la prensa no tardaría en bautizar como El Bicho de Sabadell. Poco después, unos hombres llegarían al bar para llevarse al bicho hasta un veterinario de la ciudad. Este, tras examinarlo, llegaría a la conclusión de que aquello era un hibrido, una especie de mutación surgida de las cloacas de la ciudad. Tras eso, el bicho moriría de camino al laboratorio municipal.


El veterinario, contra todo pronóstico, decidió cambiar su diagnóstico y asegurar, entonces, que aquello que había examinado hacía unos días, era solo restos de tripas de caballo. Pero para aquel momento, cierta psicosis se había apoderado entre los vecinos de Sabadell, que les asustaba que otras criaturas similares pudieran colarse en sus casas, a través de las tuberías. Por ello, las autoridades llevaron los restos al Zoo de Barcelona, para ser examinados. El Zoo corroboró el segundo diagnóstico del veterinario y, oficialmente, se dio carpetazo al asunto. 


Lo que nadie esperaba es que el dueño de aquel bar, se hiciera con un trozo de ese bicho, lo metiera en una bolsa y lo guardara en su congelador. Días más tarde, una denuncia haría que la policía acudiera a inspeccionar la cocina del bar, precintarla y recuperar los restos, pero no encontraron nada. Un vecino, que se haría conocer como el Sr. X, se colaría sigilosamente en la cocina y, antes de que la policía requisara los restos embolsados, este se los llevaría. La intención del Sr. X, siempre sería la de analizar en secreto aquellos restos y determinar si realmente eran lo que se aseguraba que eran.

Años más tarde, haría públicos los resultados de su particular investigación, los cuales arrojarían un resultado sorprendente. El Sr. X, pondría a prueba aquellos restos sumergiendo una parte en ácido, sin verse afectados de ninguna manera. También llevaría un trozo hasta el vertedero municipal, junto a restos de tripas de animal, para ver si las ratas daban buena cuenta de ellos. A la mañana siguiente, las tripas ya no existían, rodeadas de huellas de roedores, en cambio, los del bicho, seguían ahí.


Tras aquello, nunca más se supo del Bicho de Sabadell. Hubo quien recordó que en 1973, algo parecido sucedió en la misma ciudad y que, de igual forma fue silenciado. Fuera lo que fuera, nada atormentó a nadie y hoy nada, excepto las ratas, ronda las cloacas de la ciudad, o ¿sí?.



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