La matanza islandesa de balleneros vascos.

Corría el siglo XVII y desde las costas vascas y cántabras, zarpaban barcos de pesca hacía el Mar Cantábrico y el Golfo de Vizcaya. Allí las ballenas se reunían en la temporada de apareamiento y los pescadores vascos, cántabros y, ocasionalmente, asturianos, faenaban en plena armonía y colaboración. En aquellas épocas, la pesca de estos cetáceos suponía un gran beneficio para estos pescadores, que les permitía sobrevivir el resto del año. Pero un suceso que aconteció en el año 1615 en Islandia, supuso uno de los crímenes más terribles de la historia de ese país nórdico.

Sabedores de que en las costas nórdicas había una gran cantidad de ballenas, los pescadores vascos dirigieron su mirada hacía Islandia, con la intención de volver con un gran botín. Estos experimentados balleneros, ya realizaban largos viajes a los mares de Canadá, pero Islandia era un destino demasiado tentador.

Allí faenaron durante unos años, respetando las leyes de aquel lugar e incluso colaborando con las gentes y pescadores islandeses, pero llegado un momento, su presencia comenzó a ser molesta para algunos lugareños, que veían a esos rudos pescadores vascos como una amenaza. Se empezaron a difundir ciertos rumores sobre que pescaban más cantidad de la permitida y que su presencia allí, era nociva aquellas buenas gentes nórdicas. 

Aquel año el invierno dejó congeladas las costas hasta prácticamente la llegada del verano, algo que supuso un gran inconveniente para quienes tenían ganado y dependían de cosechas.

Pese a que los pescadores vascos guardaban buena relación con la mayoría de personas de aquellas costas, forjada por los años y de la que se beneficiaban mutuamente, llegando a elaborar incluso un idioma propio entre el islandés y el vasco, los miedos irracionales de unos pocos llegaron a oídos del Rey de Dinamarca, país que ostentaba su dominio hasta su independencia en 1918. Este emitió un edicto real, bastante ambiguo, que permitía agredir, hostigar y echar de sus tierras y costas, a esos vascos si los islandeses consideraban que eran una amenaza para su estabilidad.

Ari Magnússon, el magistrado de la región de Ögur, se tomó al pie de la letra aquel edicto real y, con más o menos intención de agradar al monarca danés, decidió llevar al extremo su interpretación de la ley.

Para finales de 1615, tres barcos balleneros vascos zarparon de vuelta a casa, pero un terrible vendaval los arrastró hasta las rocas, provocando que su hundimiento. La mayoría de las tres tripulaciones sobrevivieron y una vez ya en tierra, decidieron dividirse. El grupo comandado por los capitanes Pedro de Aguirre y Esteban de Tellaria pasaron el invierno allí donde naufragaron y, pasado el año, lograron volver a casa. En cambio, el grupo de Martin de Villafranca se dividió, a su vez, en dos grupos que tomaron caminos distintos. 

Cuando ambas expediciones llegaron a la isla de Æðey y la región de Sandeyri, entre octubre de 1615 y enero de 1616, un nutrido grupo de islandeses armados y dispuestos a impartir esa ambigua justicia, sorprendieron a los vascos, les dieron caza y los ajusticiaron de la forma más brutal posible. Cuando se descubrieron sus restos, la arena de la costa estaba bañada en sangre, los cuerpos de esos inocentes pescadores descuartizados y golpeados hasta que los sesos, ojos y demás órganos de aquellas pobres gentes, quedaron desparramados por aquellas pequeñas dunas de arena. Una auténtica imagen de horror y pesadilla, que siguiendo los mandatos del libro de legislación islandesa de 1281, aquella matanza estaba totalmente justificada y se debía acabar con el máximo de vascos posibles. 

Aquel terrible crimen, que segó la vida de 32 almas, todas ellas naturales de Guipuzcoa, fue reconocido públicamente en 2015 con la anulación de aquel edicto real, que permitía matar vascos y que seguía sorprendentemente vigente hasta entonces. 

En una ceremonia realizada en el lugar aproximado donde sucedió la matanza, se reunió al descendiente islandés del instigador de aquel crimen y a uno de los descendientes de los balleneros vascos, que se reconciliaron en ese acto, de ese infame crimen perpetrado hacía unos siglos.


Comentarios

  1. Increíble que el edicto real que permitía "agredir, hostigar y echar de sus tierras y costas a los vascos" siguiera vigente hasta el 2015. Como terrible es la enorme atrocidad que cometieron los noruegos interpretando a su manera aquel edicto.
    El remate es conocer que el libro de legislación islandesa de 1281 registrara que aquella matanza estaba totalmente justificada.
    Bueno, una lamentable historia que al menos hoy hemos llegado a conocer gracias a tu extraordinario artículo.
    Gracias por compartir conocimiento.
    Te invito a que pases por mi blog y comentes lo que te apetezca.
    Saludos cordiales.

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