Julio César de Austria, un monstruo suelto en la corte.

Julio César de Austria, quedó para la historia como un sádico asesino que protagonizó el episodio más negro en la historia de los Habsburgo. Conoce la atroz historia de una mente enferma y desequilibrada.


Rodolfo II de Habsburgo (1552-1612), fue el cuadragésimo primer Rey del Reino de HungríaRey del Reino de CroaciaRey del Reino de BohemiaArchiduque de Austria y Emperador del Sacro Imperio Romano GermánicoRodolfo II, que era hijo y heredero de Maximiliano II y de María de Austria y Portugal, que era hija del Emperador Carlos V, residió en el Castillo de Praga desde 1583 hasta su muerte. Fue considerado un monarca excéntrico y extravagante, que tenía como gran afición la práctica de la alquimia, la astrología y la colección de objetos raros y únicos. De hecho, con esta última afición, rivalizaba directamente con su tío Felipe II, junto con el que se crio y educó en el arte de la gobernanza y al que admiraba e imitaba, más tarde, en la corte de Praga. Rodolfo II fue un monarca controvertido que, oficialmente, no tuvo herederos.


Julio César de Austria fue uno de esos hijos ilegítimos de Rodolfo II, que tuvo junto a su amante de toda la vida, Catalina Strada. Igual que hizo con sus otros cinco hermanos y hermanas, Rodolfo II se preocupó por que tuviera una buena educación y un puesto privilegiado en la corte. Para ello, le asignó el Castillo de Cesky Krumlov en el año 1605, como su sede oficial en el Reino.


Dos años después, Julio César de Austria se encaprichó de la hija del barbero local, Markéta Pichlerová, una hermosa chica a la que invitó a vivir con él. Esta, con el consentimiento total de su familia, accedió y se marchó al Castillo de Cesky Krumlov con Julio César de Austria.

Lo que no sabía Markéta, era que el hijo bastardo de Rodolfo II, había sido internado por su padre poco antes en el Monasterio Cartujano de Gaming, debido al asesinato a golpes de uno de sus sirvientes, durante una de sus salidas nocturnas. Rodolfo II al saber lo que hizo su hijo, que daba muestras de esquizofrenia y un descontrolado alcoholismo, que levantaba mucho revuelo en la corte porque era de dominio público, que el hijo de Felipe II, el príncipe Carlos, también tenía evidentes problemas mentales y de comportamiento y que era, además, tataranieto de Juana “La loca”, quiso enderezar el rumbo de su hijo favorito. Pero este no aguantaría mucho recluido en aquel monasterio, del que no tardaría en marcharse sin ningún impedimento.

Una noche de 1607, Julio César de Austria, se volvió completamente loco y la emprendió a golpes y cuchilladas contra una Markéta Pichlerová, a la que, considerando muerta, lanzó sin miramientos por la ventana. Esta cayó encima de una pila de basura que, aunque muy malherida, le salvó la vida en esa terrible caída.


Markéta , valiéndose de las pocas fuerzas que le quedaban, huyó del lugar volviendo con su familia, pero en cuanto Julio César de Austria supo que Markéta seguía viva, le exigió que volviera junto a él.

La madre de Markéta, Lucie Pitchlerová, se negó en rotundo a permitir que su hija volviera con aquella bestia, algo que le costó ser apresada y torturada, por orden directa del hijo bastardo del Rey, que después de cinco semanas consiguió a la fuerza el beneplácito de la madre y, Markéta, volvió junto a él.

El 18 de febrero de 1607, tan solo un día después de que su infortunada amante volviera, Julio César de Austria volvió a atacarla brutalmente, acuchillándola hasta la muerte y desfigurándola por completo. Fue tal el ensañamiento, que cuando encontraron los restos de la joven, tenía los dientes por los suelos, las orejas y toda la cabeza cortada, además de los sesos esparcidos por el suelo. El hijo de Rodolfo II estuvo durante tres horas masacrando el cuerpo de una indefensa Markéta, a la que se la tuvo que enterrar cuando se logró reunir todos sus restos esparcidos por la estancia.

Aquellos actos finalmente tuvieron consecuencias, puesto que Rodolfo II, que se empezaba a ver arrinconando por su hermano Matias, que reclamaba todo su poder para él, recluyó a su hijo en una habitación de por vida sin poder salir. Este comenzó a empeorar de sus problemas mentales, que le llevaron a seguir comportándose de forma muy agresiva, dejó de comer y beber, rehuía asearse, destrozaba el mobiliario y demás objetos de su habitación.

El entonces hijo bastardo real, terminó sus días muriendo un 25 de junio de 1609, a los 24 años de edad, recostado sobre su sucio colchón de cama, manchado con sus propios excrementos, vestido de forma andrajosa y olvidado. Un final lamentable y oscuro, para un hombre con graves problemas mentales, que le llevaron a protagonizar uno de los actos más brutales y salvajes, que empañaron la historia de los Habsburgo y que, de la forma más atroz, se cobraron la vida de una joven inocente, a la que se decidió olvidar por intereses de la corona, aunque la historia se encargaría de lo contrario.

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