El horrible crimen de Horcajo.

La Aldea del Horcajo, perteneciente a la pedanía del municipio de Almodóvar del Campo (Ciudad Real), consiguió a finales del siglo XIX, principios del XX, gran relevancia gracias a sus minas de plata. Y es que a principios de siglo XX, la aldea del Horcajo llegó a tener censadas a más de 4.500 personas y la misma, tenía los servicios y comodidades propias de una gran ciudad. Todo gracias a la inversión privada que se realizó para mantener la explotación de aquellas minas. Pero un suceso trágico, marcó el inicio del fin de un próspero lugar.

El 31 de diciembre de 1901, tres niños de unos 8 años de edad de la aldea, fueron al bosque a recoger frutos. Cuando la noche empezó a caer, la preocupación entre los padres se hizo patente al ver que sus hijos no volvían a casa. El pueblo entero se movilizó para encontrarlos, pero no había ni rastro de los pequeños.

Pasaron tres eternos días, hasta que sus padres encontraron los cuerpos tirados entre el follaje, en un lugar medio escondido, pero a la vista de cualquiera que pasara por allí. Sus cuerpos estaban prácticamente en los huesos, roídos por los lobos, y aún llevaban puestos sus zapatos. Al lado de los cuerpos, posadas sobre el suelo, estaban sus gorras llenas de los frutos del árbol del madroño que fueron a recoger aquella noche de final de año.

Aquel descubrimiento devastó a las familias y el resto de la comunidad, que no se terminaban de explicar como los niños pudieron terminar de esa manera. Fue entonces, cuando se comenzó a sospechar del médico de la aldea. Este tenía un hijo con tuberculosis y la gente comenzó a rumorear sobre su implicación. Se empezó a sospechar de que ese médico, secuestró a los niños para extraerles la sangre y dársela a tomar a su hijo. Y es que la ingesta de sangre se consideró durante mucho tiempo, un remedio fiable para combatir infecciones como la tuberculosis.

Cuando los rumores comenzaron a circular, el médico hizo las maletas a toda prisa y se marchó en total silencio junto a su hijo. Nadie supo cuál fue su destino, por lo que fue imposible seguirle la pista e investigarle, pero siempre quedó como el principal sospechoso de aquel horrendo crimen. Fue tal el dolor que sintió Horcajo, que se erigió un monumento en recuerdo a los tres pequeños en el punto más alto de la Sierra de Alcúdia.


Pero la Aldea de Horcajo guarda también sucesos extraños, como muertes violentas no resueltas, accidentes mortales en el interior de la mina e, incluso, exorcismos practicados por el cura del lugar a diversas personas. Justo por esos exorcismos, hubo quien también se atrevió a sospechar del cura.



Que las desapariciones de los tres pequeños sucedieran en una noche de luna llena, llevó a especular acerca de algún tipo de ritual místico, en el que los frutos del madroño, un árbol considerado mágico y con mucha leyenda y mística a su alrededor, también alimentaban esa teoría.

Un lugar prácticamente abandonado, que guarda una de las historias de crónica negra más sobrecogedoras de la historia contemporánea española. 


Comentarios