Alberto Pizzinato, el futbolista que embaucó al R.C.D. Espanyol.

Corría el verano de 1948 cuando un curioso personaje, atravesó la frontera de La Jonquera, que separaba España de Francia. Al ser interrogado, dijo llamarse Alberto Pizzinato, de nacionalidad italiana, futbolista de profesión y medallista olímpico, que había estado entrenando en Luxemburgo los últimos tiempos. Con 29 años y un físico desnutrido y con poca pinta de haber estado tonificado, Pizzinato hizo creíble su currículum para que le dejaran pasar la frontera y probar suerte en algún club del fútbol español. Aquí empieza una de las historias del fútbol más vergonzantes, que acabaron por convencer a todo un equipo de primera división, para ser fichado como todo un crack.


Pero antes de llegar a su fichaje por el equipo blanquiazul, conviene conocer con qué historia logró cruzar la frontera. Y es que Pizzinato, sabedor de donde se metía y de la persecución que libraba Francisco Franco, el dictador español, sobre el comunismo y los comunistas, adaptó su historia a su conveniencia.

Pizzinato argumentó, sin ningún tipo de rubor, que había jugado durante varios años en la Società Sportiva Ambrosiana, nombre impuesto por la dictadura italiana al Internazionale de Milán, precisamente porque no les gustaba eso de Internacional (Inter). También dijo que había sido jugador del combinado nacional italiano y medallista olímpico en los Juegos de Berlín de 1936. Además, aseguró que fue soldado del ejército fascista de Mussolini y que, debido a que tras la Segunda Guerra Mundial y la caída del fascismo, los comunistas dominaban e influían en la política italiana, este se vio obligado a huir por miedo a ser perseguido por colaboracionista. Por último, antes de pisar suelo español, Pizzinato aseguró que había estado ejerciendo un tiempo como entrenador en un equipo de Luxemburgo, desde donde había llegado a España a pie.

Los agentes de la frontera, pese a no poder acreditar su versión de forma oficial, le dieron permiso para acceder al territorio español. Desde allí, fue desplazado a las dependencias penitenciarias de Figueres, donde intentó venderse a algún club de fútbol. El mismo Figueres y el Girona se interesaron en ese extremo zurdo italiano, que apuntaba a gran oportunidad de mercado para quien lograra hacerse primero con sus servicios.

Pese a todo, ni Figueres ni Girona se convencieron para contratarle, por lo que al cabo de unos días fue enviado a la prisión de La Modelo en Barcelona. En la ciudad condal, el mismísimo F.C. Barcelona, que para aquel entonces era el vigente campeón de liga, se interesó en ese habilidoso y goleador extremo que ganó ligas y perforó porterías en el calcio italiano junto, aseguraba, a Silvio Piola, un mito del fútbol italiano que pasó a la historia como el máximo goleador italiano y el inventor de la chilena. Pero fue el R.C.D. Espanyol quien, tras enterarse del interés firme del Barça, decidió adelantarse y llegar a un acuerdo para su contratación.

El Espanyol, necesitado de refuerzos tras una temporada bastante decepcionante, donde terminó en mitad de tabla, ató a Alberto Pizzinato con un contrato por dos años. Consciente de que su físico no invitaba a pensar en él como un futbolista profesional, puso como condición que tras haber sufrido un año y medio de hambruna, pedía tiempo para alimentarse bien y ponerse en forma. El Espanyol aceptó, firmó su contrato y su fichaje fue noticia en algunos periódicos deportivos de la época.



Pizzinato fue acogido en casa de un ex jugador blanquiazul que, para entonces era encargado del extinto campo de Sarrià. En pocos días, el italiano fue cogiendo peso y con ello inició los primeros entrenamientos de la pretemporada. En esos entrenamientos evitaba tocar balón, limitándose a carreras continuas y trabajo de gimnasio, incluso se negó a jugar un partido amistoso contra el Granollers, aludiendo falta de forma. 

Los primeros días Pepe Espada, el entrenador perico, tragó con la situación, hasta que a mediados de agosto, en una rueda de prensa, comenzó a mostrarse algo contrariado con la situación de ese presunto crack italiano. Pizzinato despertaba innumerables dudas, no solo entre sus propios compañeros, que empezaban a no entender que hacía aquel personaje junto a ellos, sino que también entre el cuerpo técnico, que aún no había podido ver ni valorar su teórico potencial.

A primeros de septiembre y a las puertas de iniciar la nueva temporada, Espada organizó un partido entre titulares y suplentes, al que Alberto Pizzinato se volvió a negar a jugar. La paciencia del entrenador debió rebasar su límite y obligó a Pizzinato a saltar al terreno de juego. En aquel preciso instante y sin apenas necesidad de tocar un balón, todos a su alrededor se dieron cuenta del tremendo error que cometieron. La directiva del R.C.D. Espanyol no tardó en rescindir su contrato y echarlo del club, inmediatamente, avergonzados por la estafa a la que habían sido sometidos.

Alberto Pizzinato, ese presunto futbolista con un currículum inmejorable, que fue engañando a todo aquel que se cruzó con él desde el mismo momento en que apareció en la frontera, se marchó del Espanyol igual que llegó, seguramente consciente de que su engaño había llegado a su fin, desapareciendo, literalmente, sin que a día de hoy, se conozca que se hizo de ese tal Alberto Pizzinato, posiblemente el peor fichaje de la historia del Espanyol.

Comentarios