Dorothea Puente, de dulce anciana a asesina.

En la década de los 80, una anciana aparentemente inofensiva de estatura pequeña, gafas grandes y rostro bonachón, fue responsable de varios asesinatos. Bajo una fachada amable, perpetró más de nueve asesinatos por envenenamiento alrededor de aproximadamente siete años.

Nacida un 9 de enero de 1937, en el seno de una familia de recolectores de algodón de Redlands, California, Dorothea Helen Gray se cruzó muy pronto con la muerte y la desgracia. En 1937 moriría su padre de tuberculosis y su madre, lo haría tan solo un año después en un accidente de moto. En ese momento, Dorothea fue enviada a un orfanato, hasta que unos familiares de Fresno la acogieron con ellos.

Con tan solo 16 años, se casó en 1945 con un soldado con el que tuvo tres hijos. Pero algo no funcionó bien cuando su primera hija fue enviada a vivir con unos parientes, la segunda dada en adopción y el tercero murió a raíz de un aborto. En 1948 su marido decidió abandonarla, algo que la marcó profundamente, por lo que mintió a todos a su alrededor, argumentando que su marido había muerto de un ataque al corazón.

En esa época, Dorothea comenzó a falsificar cheques, una estafa por la que fue condenada a un año de prisión, del que solo cumplió medio por quedar embarazada de un hombre que apenas conocía. Al salir de prisión, lo primero que hizo fue dar en adopción a su nueva hija.

De nuevo, en 1952, volvería a pasar por el altar, esta vez con un hombre de origen sueco con el que estuvo casada 14 años, llenos de tensiones. En 1966, se divorciaría de su segundo marido, no sin antes haber sido arrestada y condenada en dos ocasiones a 90 días de prisión, por regentar un prostíbulo y por vagancia.

Por aquel entonces, comenzó a trabajar como auxiliar de enfermería, cuidando a personas dependientes. Esto le reportó buenos beneficios, que invirtió en el alquiler de una casa grande, que usaría para albergar a clientes dependientes de edades a avanzadas, a los que, también comenzaría a gestionar sus pensiones.

Con 47 años de edad, se casaría por tercera vez con un hombre mexicano de 28 años, Roberto Puente, con el que se divorciaría tan solo unos meses después, aunque conservaría su apellido el resto de sus días.

Dorothea se mudó a Sacramento, donde alquiló un edificio de tres plantas con dieciséis habitaciones, que utilizaría como geriátrico sin licencia. Fue entonces, en 1976, cuando conoció a su cuarto marido, un alcohólico con el que tan solo duraría unos meses casada. Durante ese tiempo, volvería a ser juzgada por falsificar cheques, aunque esta vez su labor social le ayudaría a evitar la prisión.

La primera muerte entre las paredes de ese geriátrico, fue la de su socia, una amiga que ya tenía a su marido ingresado allí. Un buen día, aparecería muerta debido a una sobredosis de codeína y paracetamol. Su muerte se cerraría como un caso de suicidio, aunque un interno casi la descubrió, al acusarla de haberlo drogado mientras dormía para robarle el dinero. Por ello, y tras reconocer los cargos contra ella, en 1982, Dorothea volvió a prisión condenada a 5 años. 

En su estancia en prisión, comenzó a cartearse con un jubilado de 77 años, hasta que en 1985 terminó su condena. El 1 de enero de 1986, un pescador encontró flotando en un río una caja de madera, al abrirla descubrió el cadáver en descomposición de un hombre mayor de 77 años. Durante el tiempo que estuvo desaparecido, Dorothea nunca lo denuncio, en cambio, estuvo mandando cartas a los familiares de ese jubilado, haciéndose pasar por él, con la única intención de no levantar sospechas y seguir cobrando ella su pensión.

Fue gracias a los servicios sociales, que andaban tras la pista de un paciente esquizofrénico, que supieron que frecuentaba la casa de Dorothea, cuando la policía pudo entrar en la casa e iniciar una investigación. Lo primero que encontraron, tras escarbar en un sospechoso montón de tierra, fue a un antiguo residente de 78 años que creían aún con vida.

Dorothea aprovechó que no era una de las sospechosas principales, para fugarse y viajar hasta Los Ángeles, donde volvió a intentar embaucar a otro jubilado, que supo reconocerla por la descripción que hicieron de ella en televisión.

Una vez fue detenida, vivió un largo juicio que terminó en 1992, con ella condenada a cadena perpetua, sin libertad condicional.

Dorothea Puente asesinó mínimo a tres personas, aunque se cree que pudieron ser más de nueve, envenenándolas con la administración de pastillas que les provocaban sobredosis letales. Muchas de sus víctimas, no se supo que habían muerto, porque Dorothea se encargaba de ocultarlo, suplantado su identidad con la intención de seguir cobrando sus pensiones.

Dorothea, murió en prisión el 27 de marzo de 2011 por causas naturales, defendiendo que todas sus víctimas murieron de muertes naturales y que ella siempre fue, una inocente anciana.

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