¿Qué inspiró a Bram Stocker para Drácula?

El escritor y novelista irlandés Abraham “Bram” Stocker (1847-1912), publicaría en 1897 la novela por la que terminaría pasando a la historia del género de terror, Drácula. Elogiada por genios literarios de la talla de Oscar Wilde o Arthur Conan Doyle, su estreno literario sería prácticamente un fracaso, dejándola en un completo olvido hasta 1922, diez años después del fallecimiento de Bram Stocker, cuando despertaría el interés de crítica y lectores del momento. 

Drácula es considerada como la novela gótica de terror más hermosa jamás escrita, ambientada en época victoriana entre 1880 y 1890, a caballo entre Rumanía e Inglaterra. 

Pese a que la creencia general es que el propio Stocker se inspiró en la figura de Vlad Tepes, también conocido como Vlad III o Vlad el Empalador, que fuera un sanguinario príncipe de Valaquia entre los años 1456 y 1462, además de héroe nacional de Rumano en la actualidad, lo cierto es que su conocimiento sobre la historia y cultura rumana eran bastante escasos.

Para empezar, el primer título que tenía previsto ponerle a la novela y que sería descartado, era el de “El No Muerto”. También el nombre del personaje principal no era en un principio Drácula y si Wampyr. Se atribuye cierta inspiración igualmente en la figura de la Condesa húngara Erzsébet Báthory, una célebre asesina múltiple descrita como una vampira.

Si bien es cierto que Bram Stocker, no había viajado más allá de Viena y que, por tanto, jamás pisó suelo rumano, pudo haberse influenciado por novelas como “La tierra más allá de los bosques” (1888) de Emily Gerard, “El extraño misterioso” (1844) de Karl von Wachsman, entre otras, y un informe sobre los principados de Valaquia. También se dice que mantuvo una serie de conversaciones con el orientalista húngaro Ármin Vámbéry, que pudo haberle dado a conocer a Vlad III. Aunque en lo que más coinciden quienes han analizado su obra, es que el parecido entre Drácula y Vlad Tepes es nulo y que su inspiración real llegó de lo que más conocía, el folclore de su propio país. 


Así pues, su conocimiento de la literatura gótica y romántica de aquella época, escritores que admiraba como Hall Caine o William Shakespeare, leyendas e historias de la cultura popular irlandesa que le contaba su madre en su infancia, como la inspiración que le provocaba escribir junto a la bahía de Cruden, en Escocia, donde se alzan las ruinas del castillo de Slains, sirvieron como principales fuentes de inspiración para un escritor, que aún hoy para muchos era un escritor mediocre.

Pese a su mínimo conocimiento, supo ambientar la novela a base de referencias, así como describir de forma verosímil los enclaves de la trama que transcurrían en Transilvania y otros lugares de Rumanía, tal y como él seguramente los había leído y le habían descrito. 

Drácula se convirtió con el tiempo y por méritos propios, en toda una referencia, que incluso ha sido adoptada por la propia Transilvania, aunque solo fuera por intereses turísticos. Una novela que fue traducida a 50 idiomas y que llegó a vender la friolera de unas 12 millones de copias. Un éxito, su único y mayor éxito, que Bram Stocker no pudo disfrutar, muriendo solo y prácticamente arruinado tras enfermar de sífilis el 20 de abril de 1912, poco después del hundimiento del Titanic, noticia que hizo pasar muy discretamente el anuncio de su muerte. 

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