Yasuke, el Samurái negro.

A mediados del siglo XVI, en Japón un hombre lograría romper con todas las reglas establecidas y tabús de una sociedad profundamente tradicional y orgullosa. A aquel hombre se le conocería como Yasuke, el Samurái negro.


Allá por 1581, en pleno periodo Sengoku, una etapa de la historia japonesa muy convulsa y llena de enfrentamientos entre clanes rivales, que buscaban amasar el mayor poder y que terminarían en cruentas guerras por todo el país, un grupo de misioneros jesuitas portugueses llegaron a Japón predicando la fe católica. Junto a ellos viajaba un sirviente y esclavo procedente de Sudán del Sur, nacido en la tribu Dinka allá por 1550 con el nombre de Yasue. De niño fue vendido como esclavo, acabando en India en ese proceso de tráfico de esclavos. Yasue ejercía como guardaespaldas del jesuita italiano Alessandro Valignano, el cual debía reunirse con diferentes personalidades de importancia de la sociedad japonesa. Para aquel entonces, el contacto de la sociedad nipona con personas negras era una absoluta novedad, por lo que Yasue solía llamar mucho la atención, hasta el punto de organizarse auténticas aglomeraciones de gente a su alrededor cuando visitaban mercados o lugares concurridos.

A ese joven sirviente y guardaespaldas que viajaba con los misioneros jesuitas, lo conoció Oda Nobunaga, un poderoso e influyente Daimyõ en la historia de Japón, durante un encuentro organizado para reunirse con el jesuita italiano. El poderoso Daimyō quedó sorprendido no solo con su estatura y complexión física, por las que destacaba notablemente sobre el resto, también por el color de su piel. Dicen que le hizo desvestirse hasta la cintura, para que le pudieran frotar su piel, pues Nobunaga pensaba que le habían pintado de negro. Más allá de esta anécdota y actitudes que hoy en día serían totalmente reprochables, Nobunaga quedó fascinado con aquel joven esclavo que, además, tenía cierta facilidad para hablar y comprender el japonés.

A partir de entonces, el poderoso Daimyō ofreció al joven e imponente esclavo ser su guardaespaldas personal. Para ello Nobunaga lo instruyó en el arte del bushido y lo nombró Samurái. Así pues, Yasuke, como pasaría a ser nombrado y conocido en Japón, se convertiría en el primer Samurái negro y, por tanto, el primer extranjero en serlo, además de ser el Samurái de plena confianza de Oda Nobunaga y su máximo confidente.

Durante todo aquel periodo sirviendo a las órdenes de su señor Oda Nobunaga, Yasuke participó en diferentes conflictos bélicos en los que el Daimyō afianzaba su poder e influencia. Fue durante el conocido como “incidente de Honnõ-ji”, cuando Yasuke viviría un punto de inflexión en su etapa japonesa.


Durante dicho conflicto, Nobunaga fue traicionado por uno de sus generales, Akechi Mitsuhide, que le obligó a practicar seppuku para terminar con su vida. Pero contra todo pronóstico, Yasuke no fue condenado a muerte. Mitsuhide valoraba y admiraba la devoción para con su señor y sus cualidades, por lo que decidió dejarlo con vida y liberarlo. Antes de marcharse cumpliría la última voluntad de Nobunaga, la de entregar a su hijo su espada y cabeza. Yasuke una vez cumplió esa última voluntad, fue testigo del suicidio del hijo de Nobunaga.

Tras su liberación, poco o nada se conoce demasiado sobre qué sucedió con él. Se cuenta que Yasuke volvería con los jesuitas para, más tarde, regresar a su Sudán del Sur natal, donde pasaría el resto de su vida. También que tras morir Nobunaga, sería capturado y enviado a Nagasaki, donde trabajaría para los jesuitas. También circula la teoría de que podría haber continuado en Japón, trabajando como asistente de viajes para señores feudales, así como contratado para trabajar como pirata.

La historia de Yasuke es sin duda una de las más conocidas en Japón, de hecho, el personaje y su vida han inspirado a diversos personajes de ficción que han aparecido en películas, mangas y videojuegos. Toda una personalidad histórica de la que no han sobrevivido demasiados testimonios por escrito, pero de la que en cambio, se tiene la práctica seguridad de su existencia real.

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