La maldición de la Rectoría Borley.

La conocida mansión victoriana situada en el condado de Essex, casi tocando con Suffolk, y conocida como la Rectoría Borley, fue en el siglo XIII un monasterio de monjes benedictinos. Desde entonces los sucesos paranormales no han dejado de manifestarse, a tenor de la gran cantidad de personas que aseguran haber sido testigos de lo imposible.


En la época en la que fue un monasterio benedictino, uno de sus monjes se enamoró perdidamente de una monja de un convento cercano. Ambos no pudieron resistirse a consumar su amor, a sabiendas de que aquello no estaba por aquel entonces bien visto ni aceptado. Los dos enamorados decidieron dejarlo todo atrás y marcharse lejos de allí. La noche de su huida algo salió mal y el carruaje donde pretendían viajar fue interceptado, apresando a los dos enamorados. Los dos fueron juzgados y condenados de tal forma que él murió ahorcado y ella fue condenada a ser emparedada en una de las paredes del monasterio. Fue tal la gravedad del delito que se quiso dar ejemplo y el cochero que conducía el carruaje, también fue condenado y ajusticiado por cómplice de tal vil sacrilegio.

Transcurrido el tiempo, el monasterio pasó a manos de la noble familia Waldegrave, los cuales vivieron allí por unos 300 años. En 1863, uno de los descendientes de la familia, el reverendo Henry Foster Bull, mandó edificar una mansión de ladrillo con dos plantas y 23 habitaciones, además de una pequeña iglesia, allí donde antes estaba en monasterio. Desde ese mismo instante los fenómenos extraños se empezaron a suceder en aquella mansión. Ruidos, golpes, sonidos de pasos, cambios de temperatura, puertas y ventanas que se abrían y cerraban solas, apariciones fantasmales… eran todos los fenómenos con los que tenían que convivir a diario.

En 1929 otro párroco, Eric Smith, se instaló con su familia en el lugar. Fue entonces cuando los fenómenos se recrudecieron. Desde los ya mencionados, los fenómenos empezaron a manifestarse físicamente hasta el punto de que, por ejemplo, las piedras volaban por la estancia o caían mágicamente del techo. En una ocasión, la señora Smith aseguró que una fuerza invisible la había encerrado en su habitación y empujado violentamente contra la cama. Pero dichos fenómenos también se manifestaban fuera de la casa, pues desde el exterior en ocasiones se podía apreciar el sonido de un carruaje tirado por caballos, merodeando las tierras de los alrededores de la rectoría.

Ante lo complicado de convivir en tales circunstancias, el rector pidió ayuda al Daily Mail para que difundiera su historia y encontrar alguna solución. El propio Daily Mail, ante la expectación que despertó la historia, decidió ponerse en contacto con la Society Psychal Reserch británica para que investigaran.


La SPR envió a un conocido parapsicólogo llamado Harry Price, que se puso manos a la obra. Price llegó a organizar una sesión de espiritismo junto a una médium, que en plena sesión contacto con el espíritu del antiguo rector.


Tras todo aquello los Smith no aguantaron más y se marcharon. Un año después el reverendo Lyonel Foyster, primo de Henry Foster, se instaló junto a su familia en la rectoría. Los fenómenos continuaron, hasta el punto de que aparecían inquietantes mensajes en las paredes y una voz surgía de entre las mismas, dirigiéndose directamente a Marianne, la mujer del reverendo. Los Foyster no tardaron en abandonar el lugar

Tras todo aquello Price se instaló durante aproximadamente un año, hasta 1938 junto a un numeroso equipo de colaboradores en la rectoría, con la intención de investigar más en detenimiento los fenómenos. Price aseguró haber vivido situaciones imposibles e inquietantes en aquel lugar, además de haber visto el fantasma de aquella monja. Cuando Price y su equipo abandonaron el lugar, este aseguró que la casa estaba encantada y que todo su origen se remontaba a la trágica leyenda del monje y la monja enamorados.

La casa volvió a ser ocupada en 1939 por un militar, el capitán W.H. Gregson, que un buen día presenció como una lámpara de aceite se desplomaba, generando un incendio que arrasó con parte de la rectoría. En los trabajos de reforma y rehabilitación, los trabajadores aseguraron sentir cosas extrañas e informaron del descubrimiento de unos restos humanos, que aparecieron emparedados en una de las paredes de la rectoría.


El lugar es hoy lugar de peregrinaje para los amantes del misterio, que esperan encontrarse con el fantasma errante de aquella monja enamorada.

Comentarios

  1. Muy buen recuento de los hechos alrededor de uno de los lugares más embrujados de Inglaterra. Excelente.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Si quieres comentar, adelante, pero siempre con respeto. ¡Gracias!