El Vampiro de Düsseldorf.

Durante aproximadamente dos décadas la ciudad alemana de Düsseldorf, vivió sumida en el miedo por culpa de una serie de brutales asesinatos que mantuvieron a la policía en jaque. La prensa terminaría conociendo al asesino con el sobrenombre del Vampiro de Düsseldorf.

Peter Kürten, fue un hombre que nació un 26 de mayo de 1883 en la ciudad Mulheim (Renania del Norte-Westfalia - Alemania). Kürten fue el tercero de trece hermanos en una familia en el que sobrevivir cada día era un drama. Su nacimiento no fue bienvenido, pues representaba una boca más que alimentar en una familia tremendamente pobre. Su padre, un violento alcohólico, daba palizas a su madre y abusaba sexualmente de sus hermanas. A la edad de 9 años Kürten decidió que lo mejor que podía hacer era huir de aquel lugar, por lo que se fugó en busca de una vida mejor.  

Pero toda la violencia y maltratos vividos desde su tierna infancia, marcó significativamente al pequeño Kürten que, según aseguró ya de adulto, poco tiempo después de fugarse, llegaría a asesinar a dos amigos ahogándolos en el río.

Peter Kürten continuó su vida sobreviviendo a base de robar para poder comer. Entre tanto mataba animales para experimentar y saciar sus instintos más oscuros. Aunque no fue hasta 1913, a la edad de 30 años, cuando cometió su segundo asesinato. Fue mientras vigilaba una casa que pretendía asaltar para robar en ella que, se encontró durmiendo en su cuarto a una joven de trece años. Kürten la estranguló y degolló con un cuchillo que llevaba en el bolsillo, mientras luego se quedó observando como la sangre brotaba a chorros del cuello de la joven. En pleno éxtasis por haber cometido esa muerte, decidió que iba a echar el primer pulso a la autoridades dejando un pañuelo con sus iniciales bordadas en el lugar del crimen. Lo que no imaginaba Kürten es que la policía acusaría y detendría al padre de la niña, por tener también las mismas iniciales.

Unos meses más tarde y en la misma situación, encontraría en la vivienda que asaltaría a una joven de 17 años, a la que estrangularía hasta la muerte. Seguidamente asesinaría y mutilaría a dos hermanas de las que bebería su sangre. La sangre a partir de entonces le causaría una gran satisfacción.

Durante los meses y años posteriores, Perer Kürten no dudaría en burlase de una policía que andaba perdida y sin pistas firmes del responsable de aquellos asesinatos. Llegó incluso a enviarles un mapa dibujado a mano, en el que indicaba el lugar exacto donde se deshizo del cuerpo de una de sus víctimas, una niña pequeña a la que asesinó siguiendo el mismo patrón.

Su reinado del terror llegaría hasta 1930, cuando cometió un error que finalmente le delataría. Kürten empezó a seguir a una joven estudiante desde que esta bajara del tren. Paradójicamente Kürten medió para salvar a la chica de otro acosador. Tras aquello le ofreció acompañarla hasta la residencia de estudiantes en la que vivía. Kürten se las ingenió para llevarla hasta su propia casa donde se insinuaría. la joven le rechazarlo y exigió que la llevara hasta su residencia, pero de nuevo Kürten se desvió y la llevó al bosque donde la agredió, violó y cortó el cuello. Lo que no esperaba era que tras abandonarla allí dándola por muerta, esta lograría sobrevivir y llegar hasta las autoridades donde denunciaría su agresión. La policía por fin dio con el paradero y la identidad del Vampiro de Düsseldorf, tras años de denuncias falsas y muertes que no lograban resolver.

Lejos de sentirse atemorizado, los interrogatorios de la policía demostrarían el tremendo narcisismo que sufría Peter Kürten, el cual no tuvo reparos en reconocer todo tipo de crímenes violentos contra unas setenta víctimas, así como actos de piromanía. Kürten aseguró que en ocasiones prendía fuego a domicilios y edificios abandonados, con la expectativa de que de ellos salieran personas sin techo ardiendo.

Tras sus declaraciones un jurado lo condenó a muerte en la guillotina por nueve asesinatos. Su ejecución tuvo lugar el 2 de julio de 1931 en Colonia, allí pronunciaría sus últimas palabras, una pregunta a su verdugo: “Cuando cortéis mi cabeza, ¿podré escuchar brotar la sangre de mi cuello?

Tras su ejecución la ciencia se interesó por su personalidad asesina y solicitó al juez que pudieran quedarse con su cabeza para estudiar su cerebro, que hoy se expone en un museo de Wisconsin (Estados Unidos). 

Un tiempo antes Peter Kürten pudo haber intuido que su impunidad estaba cerca de terminar, por lo que se sinceró con su mujer a la que reconoció que disfrutaba asesinando y bebiendo la sangre de sus jóvenes víctimas. Se dice que incluso llegó a pedir que fuera ella quien lo entregara a la justicia, para cobrar la recompensa que la policía ofrecía por su paradero .

Comentarios

  1. Un relato tan escalofriante como curioso.

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  2. Un relato muy interesante. Yo ya había escuchado de este asesino pero tu escrito tiene muchos detalles curiosos que desconocía. Saludos.

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