Albert Fish: El Hombre Gris.

"Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado..." Esta frase la dijo Albert Fish, al que la prensa conocería como “El Hombre Gris”, minutos antes de ser ejecutado en la silla eléctrica el 16 de enero de 1936. Fish pasó a la historia criminal de Estados Unidos y del mundo, como uno de los mayores y despreciables asesinos, pedófilos y caníbales que jamás existieron. Descubre una de las historias criminales más aterradoras que jamás pudieron existir. 


El 19 de mayo de 1870 nació en Washington Hamilton Howard Fish. Su madre, cuarenta años menor que su padre, enviudó y al ser incapaz de mantener a cuatro hijos, ingresó a Fish en un centro especial en el que con 5 años sufriría palizas y abusos constantes. Al morir uno de sus hermanos, Fish adoptó el nombre de Albert, posiblemente para alejarse del cruel mote que le pusieron sus compañeros, Ham and Eggs (Huevos con Jamón).

Desde muy corta edad existen informes que alertaban de que Fish disfrutaba con esas palizas. De hecho llegó a reconocer que se sentía atraído sexualmente por aquellos abusos, tanto que le llegaron a provocar sus primeros orgasmos. En 1879 su madre empezó a trabajar para el gobierno, por lo que pudo recuperar su custodia. Con 12 años de edad inició una relación con el hijo de un telegrafista mayor que él, mientras acostumbraba a esconderse en baños y piscinas públicas porque, según llegó a relatar en alguna carta, le excitaban sus sonidos y olores. Con 20 años Fish se dedicó a la prostitución con hombres, violaba a adolescentes, disfrutaba mutilando e incluso coqueteo con la castración, además de practicar el sadomasoquismo. La depravación de Fish no tenía límites, hasta el punto de que se aficionó a la ingesta de orina y excrementos como elemento de placer.

Su madre sabedora del mal rumbo de su hijo, intentó reconducirlo hasta el punto de que le concertó un matrimonio con una joven 9 años menor que él. Durante años Fish ejerció aparentemente como un buen marido y padre de los seis hijos que llegó a tener con su esposa, pero todo aquello tan solo era una fachada que escondía un oscuro secreto. 

En 1903 fue detenido y condenado por malversación de fondos, delito por el cual cumplió condena. El problema es que sus delitos más graves no fueron detectados por la justicia, permitiéndole volver a la vida normal, donde continuaría con sus despreciables actos.


Mientras ejercía de pintor, tenía acceso a las viviendas de las familias que le contrataban. Una vez allí echaba el ojo a sus víctimas, todos niños varones de hasta seis años a los que violaba sin remordimientos. Durante ese tiempo Fish visitó con más frecuencia los burdeles de la zona, donde pedía a las prostitutas que le azotaran hasta sangrar. Eran conocidos los problemas mentales que habían sufrido diversas generaciones de la familia Fish, por lo que cuando Albert empezó a asegurar que oía voces en su cabeza, su mujer le abandonó por otro hombre cuando él tenía 47 años.

En 1934 sería cuando la policía lo detendría, tras el envío de una estremecedora y aterradora carta a los padres de una niña desaparecida y que relataba lo siguiente:
"Estimada señora Budd. En 1894 había hambruna en China. La carne de cualquier tipo costada entre uno y tres dólares por libra. Tan grande era el sufrimiento entre los pobres, que todos los niños menores de doce años eran vendidos como alimentos. Usted podía entrar a cualquier tienda y pedir un corte en filete o carne de estofado. El trasero de un chico o chica es la parte más dulce del cuerpo era vendida como chuleta de ternera a muy alto precio. Mi amigo el capitán John Davis, asistente en el barco Tacoma, regresó a Nueva York, robó a dos chicos de siete y once años, los llevó a su casa, los desnudó, los encerró en un armario, y los azotó varias veces por día para que su carne fuera más tierna. Primero mató al chico porque tenía el trasero más gordo. Cada parte de su cuerpo fue cocinada y comida excepto la cabeza, huesos e intestinos. La chica pequeña fue la siguiente. En aquel tiempo yo vivía en la calle 409 E 100 cercana a la derecha. Él me decía cuán buena era la carne humana, y decidí probarla (…) El domingo 3 de junio de 1928 hice lo mismo con su hija Grace. Le llevé un pote de queso y fresas. Almorzamos. Me besó. Con el pretexto de llevarla a una fiesta, la encerré en una casa vacía, en Westescher. Cuando me vio completamente desnudo comenzó a llorar y corrió escaleras abajo. La atrapé, la estrangulé, la corté en pequeños trozos, los cociné y los comí. ¡Cuán dulce y tierno fue su trasero al horno! Me llevó nueve días comer su cuerpo entero. No la follé, aunque pude haberlo hecho. Murió virgen".

Poco después Fish repetiría una confesión parecida, aunque esta vez en una carta enviada a su abogado, explicando con pelos y señales como violó, azotó, arrancó los ojos y orejas, descuartizó y se comió a un niño desaparecido de tan solo 4 años.

En 1935 fue condenado a entrar en prisión y morir en la silla eléctrica, donde en 1936 sería ejecutado. Hubo expertos que aseguraron que asesinó a un centenar de niños, otros que tal vez no fueron más de la mitad. La justicia lo condenó por la muerte de 15 niños, todos de familias muy pobres. Albert Fish forma parte de esa oscura y tétrica historia criminal, que a todos estremece y que nos hace descubrir que, tal vez, los monstruos si existen.


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