Gárgolas, entre lo práctico y lo divino.

Seguro que alguna vez te has parado a contemplarlas en lo alto de las catedrales e iglesias, sobresaliendo vigilantes y amenazantes. Asociadas normalmente al arte gótico, las Gárgolas son utilizadas por diversas sociedades desde tiempos remotos. Se conoce que ya los griegos utilizaron sus funciones en sus templos, aunque su utilización en tiempos del medievo iba desde lo más práctico, hasta lo más divino.


Fue a comienzos del medievo cuando los arquitectos de diferentes templos religiosos católicos, apreciaron que cuando llovía el agua de sus cornisas caía directamente al suelo o se escurría sobre las fachadas del edificio, afectando a dichas estructuras donde se filtraba por ellas y las erosionaba, además de dañar el pavimento. Estos arquitectos llegaron a la conclusión de que el agua de lluvia debía seguir otro curso menos dañino, expulsándola  al exterior lo más alejada posible. Es por ello que idearon un sencillo sistema de desagües que sobresalían lo suficiente y que estaban conectados a esas cornisas.

El nombre de Gárgola proviene de la palabra gargouiller, gorgoteo en francés, debido al ruido que hace el agua al pasar por el interior del conducto. Pero en algún momento alguien tuvo la idea de decorar esos conductos de formas curiosas e inquietantes. Se cree que fue en 1220 cuando se utilizaron las primeras Gárgolas en la Catedral de Nuestra Señora de Laon en Francia. A aquellos prácticos conductos se los empezó a decorar con figuras monstruosas, por las que el agua de lluvia manaba a chorro por la boca. Poco a poco fueron perfeccionando sus representaciones que pretendían enviar un mensaje de advertencia.


Esas Gárgolas, según decían, más allá de su función práctica, servían de protección para las iglesias frente a espíritus malignos y demonios infernales, así como medida de disuasión contra aquellos herejes y enemigos de la religión Católica, que tuvieran la intención de atentar de alguna forma contra esos templos.



Mientras que las Gárgolas tenían formas de animales, monstruos, dragones, grifos o humanos, en este caso representando pasajes de la biblia, en situaciones cómicas e incluso sexuales, 


otro tipo de figuras, conocidas como Quimeras, son simples estatuas decorativas de seres malignos que habitualmente se colocaban mirando al suelo desde las alturas, como contemplando o vigilando el ir y venir de las personas.



Estos seres monstruosos y grotescos aterraron a mucha gente durante cientos de años. Hoy despiertan fascinación e interés entre turistas e historiadores que visitan y estudian esos lugares emblemáticos, mientras esas figuras continúan observándonos desde lo alto de esos templos religiosos como el primer día, impasibles ante el transcurrir de los siglos.

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