El lento e inevitable final del Sol.

El Sol es el astro rey de nuestro Sistema Solar. Es quien nos da la vida y quien mantiene un equilibrio necesario en nuestro Sistema. Pero a su vez, en la fase final de su vida, será quien la erradicará y la extinguirá. ¿Quieres conocer cuál será su lento e imparable final?

Pese a que para nosotros lo es todo y la vida en la Tierra depende completamente de él, el Sol no es ni la estrella más grande, ni la más pequeña, ni la que más luz emite de su tipo. Vendría a ser una del montón, aunque eso no le impedirá tener su último y gran protagonismo apocalíptico al final de su existencia. Los científicos consideran que nuestro Sol llegará a tener una vida de unos 10.000 millones de años, de los cuales a día de hoy se estima que habrá cumplido unos 4.500 millones, por lo que dentro de unos 5.000 millones su fuego, que una vez permitió la vida en la Tierra y el equilibrio en el Sistema Solar, se habrá apagado por completo. 

En estos momentos el Sol quema desde su núcleo hidrógeno, el cual va dejando helio en ese proceso de combustión. Solo cuando ese hidrógeno se agote, el Sol entrará en una fase irreversible que amenazará la existencia de varios planetas. Al agotarse el hidrógeno, el núcleo se contraerá para conseguir calentarse aún más y lograr quemar ese helio que quede en lugar del hidrógeno. Por su parte, las capas externas del Sol empezarán a quemar el hidrógeno restante que quede lejos del núcleo, provocando su imparable expansión.

Se estima que el Sol ya es un 20% más grande de lo que lo fue en su origen, por lo que cuando entre en esa fase expansiva inevitable, el Sol cambiará a un color rojo debido al enfriamiento de sus capas externas. Esa expansión provocará una emisión de calor y radiación incompatible con la vida, que poco a poco engullirá mínimo a Mercurio y Venus. Para entonces el Sol será entre 150 y 200 veces más grande que en la actualidad.

Cuando el helio de su núcleo se haya agotado, se volverá a contraer para quemar esta vez el siguiente elemento que quedará, el carbono. Pero a diferencia del hidrógeno y el helio, el núcleo del Sol no logrará nunca calentarse lo suficiente para quemar el carbono, por lo que sus capas exteriores empezaran a desprenderse o eyectarse hacia el espacio, creando un anillo de gas y polvo que rodeará el ahora expuesto núcleo, convertido en una Enana Blanca. Esa Enana Blanca que tendrá más o menos el tamaño de la Tierra, poco a poco irá perdiendo energía y enfriándose hasta apagarse por completo.

La radiación y el calor que emitirá al ir haciéndose cada vez más y más grande, extinguirá toda la vida en la Tierra mucho antes incluso de que llegase a engullirla, si finalmente se expande hasta tocar a la Tierra, algo de lo que la ciencia no termina de ponerse de acuerdo. Será dentro de aproximadamente unos 1.750 millones de años, cuando la Tierra se vea demasiado cerca del Sol, algo que provocará la evaporación de los mares y océanos, quedando como únicos seres vivos del planeta los microorganismos. Los átomos radiactivos del Astro Rey, incluso antes de que llegue a apagarse por completo, quedarán esparcidos por la galaxia y el equilibrio de lo que una vez fue el Sistema Solar quedará roto por completo, debido a que el Sol no será capaz de mantener su poderosa gravedad, dejando a los demás planetas supervivientes, pero sin futuro, huérfanos de su guía y protección, ya que la propia radiación solar y los rayos cósmicos penetrarán en ellos sin compasión.

Ya hace tiempo que la ciencia nos mostró su final, que será inevitablemente el nuestro. No quererlo imaginar, por mucho que queden aún miles de años, no evita pensar que no somos apenas nada en la inmensidad del universo.

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