El eslabón perdido, el concepto erróneo de la evolución.

Concepto muy extendido en la cultura popular que seguro has leído y escuchado en más de una ocasión, pero que no lo es entre la comunidad científica, con la que genera polémica siempre que se les plantea su posibilidad. Descubre si la teoría del eslabón perdido es un mito o realidad.

Fue en pleno siglo XIX cuando el filósofo y naturalista alemán Ernst Haeckel, difundiría el concepto del eslabón perdido. Haeckel, que estaba muy influenciado por la teoría de la evolución de Charles Darwin, quiso darle un giro a dicha teoría defendiendo que esa evolución era lineal y no en forma de árbol, con muchas y diferentes ramificaciones. Para ello ideó un sencillo diagrama con 24 figuras, que iba desde el microorganismo más simple hasta la última figura que es el ser humano.



En ese diagrama había un número, el 23, en el que Haeckel dibujaba una figura en forma de simio dando la espalda. Ese número 23 venía a representar lo que él consideraba el eslabón perdido, una fase de la evolución intermedia entre los simios y el ser humano, al que incluso puso el nombre de Pithecanthropus alalus (hombre-mono). Haeckel defendía, igual que el resto de la ciencia, la teoría que en la evolución primero llegó el caminar sobre dos piernas, luego la forma humanoide, para finalmente adquirir la capacidad del habla. Por tanto ese número 23 era un ser que se erguía y caminaba sobre dos piernas y tenía forma de ser humano, pero que aún no había adquirido la capacidad de hablar, el mayor rasgo diferencial entre los simios y los seres humanos.

El eslabón perdido es un concepto muy extendido popularmente, pero que no nos debe llevar a equívocos. Ya en su momento y en previsión de lo que provocaría su teoría, Charles Darwin se apresuró a puntualizar que durante la evolución tomaron parte tantísimas especies, que no todas tendrían la suerte de que sus fósiles fueran descubiertos, para aprender de ellos y de nuestra propia evolución. 

Según la comunidad científica dar criterio al concepto en sí no tiene sentido y puede considerarse simplista, ya que si tomamos las palabras de Darwin como referencia y lo que conocemos a día de hoy, gracias a los descubrimientos arqueológicos que cada poco tiempo se van dando, con total seguridad puede haber multitud de eslabones perdidos en nuestra evolución. Y es que entre una y otra especie, no se puede asegurar que no hubiera otra u otras especies entre medias de esas especies conocidas.

Por otra parte, la teoría del eslabón perdido, fue utilizada en su momento por científicos contrarios a Charles Darwin y su teoría de la evolución, ante la negativa a aceptar que el ser humano pudiera descender de los simios, así como que todos los seres humanos de cualquier raza pudieran compartir origen, en un momento en el que el racismo estaba a la orden del día.

En la actualidad la teoría del eslabón perdido sigue latente entre muchas personas, que la confunden con una teoría aceptada por la ciencia. También da pie a teorías mucho más alternativas, como la que defiende que ese eslabón perdido podría demostrar la mano de alguna inteligencia extraterrestre en algún punto de nuestra evolución. Lo cierto es que tan solo debería ser considerada como una forma de hablar, un anhelo ante la necesidad de conocer más sobre los todavía secretos de nuestra evolución. Sin perder de vista que la misma evolución no puede ser entendida nunca de forma lineal y si como un árbol, con decenas de ramas, algunas de ellas con principio y final, otras con diferentes variantes que dan pie, desde un mismo origen, a otras especies diferentes entre ellas.

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