La radiación, un obstáculo en los viajes espaciales.

La órbita marciana tiene actualmente unos 14 satélites artificiales de diferentes países, orbitando la atmósfera del planeta rojo. A ello hay que destacar las misiones que han aterrizado sobre suelo marciano y en las que los conocidos como “Rovers”, trabajaban controlados de forma remota desde la Tierra estudiando la superficie de Marte. El último en llegar recientemente con nombre Perseverance, es el único actualmente en activo. Hitos en la historia de la humanidad que abren la posibilidad de que las futuras misiones destinadas a Marte sean con tripulación humana. Pero para llegar a ese fin, más cerca de lo que podríamos imaginar según nos cuenta la propia ciencia, hay que solventar una serie de inconvenientes, siendo sobre todo uno ellos el más peligroso de todos para la salud y la vida de los futuros pioneros a bordo de esas naves. Y es que el espacio aunque parece vacío, esconde un peligro auténticamente letal, la radiación.

Un estudio asegura que en un año un astronauta de la Estación Espacial Internacional, puede llegar a recibir más radiación que cualquiera de las personas encargadas de limpiar una catástrofe nuclear. El causante de esas radiaciones son el Sol y sus Tormentas Solares, además de los Rayos Cósmicos.

De forma esporádica en el Sol se producen enormes eyecciones y fulguraciones que expulsan grandes dosis de radiación. Esta radiación se ve atenuada en nuestro planeta gracias al campo magnético terrestre, que consigue hacer “rebotar” una parte muy importante de ella. Por eso mismo la Estación Espacial Internacional órbita aprovechando este fenómeno. Pero esos fenómenos solares no preocupan en exceso, siempre que solo sean las pequeñas y habituales explosiones que se producen, pese a que la exposición prolongada si es un problema. Puntualmente se producen gigantescas explosiones solares que emiten, si cabe, muchísima radiación que se desplaza con fuerza y velocidad por lo que se conoce como Vientos Solares, que arrastran mucho más lejos esas Tormentas Solares y la gravedad de sus efectos.

Otra de las radiaciones que generan más preocupación y que en comparación es mucho más peligrosa, son las que nos llegan a través de los Rayos Cósmicos o Radiaciones Cósmicas. El origen de las Radiaciones Cósmicas aún no se tienen muy claras, aunque si se sabe que provienen del espacio exterior. Probablemente está radiación que, por otra parte, debido a su alta velocidad es muy intensa, tendría supuestamente su origen en supernovas, que es la fase final de la vida de una estrella que tras llegar a su etapa final, se produce una fusión de su núcleo que la hace explotar, emitiendo una cantidad ingente de radiación en varias direcciones que pueden recorrer millones de años luz. 

Cualquiera de estos dos tipos de radiaciones son comunes a lo largo y ancho del espacio, no solo en nuestro sistema solar, por lo que un largo viaje puede suponer un peligro letal para cualquier ser vivo. La ciencia está volcada en la manera de dar solución a este grave impedimento, para viajar fuera de nuestro planeta a la conquista de nuevos mundos. Una de las posibles soluciones sería blindar dichas naves con polietileno y agua, ya que el polietileno está formado por hidrocarburos ricos en hidrógeno, el hidrógeno es a su vez un buen repelente de radiación compuesta por protones. Esto detendría bastante bien la radiación llegada parte de las tormentas solares, pero no sería tan efectiva con los Rayos Cósmicos. Para estos últimos, el desplazarse a velocidades relativistas supone un problema mayor para los astronautas, pues al chocar en los materiales metálicos o de aluminio que recubren una nave, estos no reducen su impacto, sino que los amplifican. Para proteger el interior de la nave de los Rayos Cósmicos, una solución sería recubrir la nave con un blindaje activo a base de campos magnéticos o electrostáticos, pero esta solución requeriría el consumo de mucha energía, un problema añadido para un viaje tan largo.


Si la radiación supondría el principal problema en un viaje hasta Marte o cualquier otro lugar del sistema solar o la galaxia, justo si consiguiéramos llegar sanos y salvos al planeta rojo, los astronautas recibirían nada más y nada menos que 700 veces más radiación que en la Tierra, algo que añade más complicaciones en las que pensar.

Como ves todos los hitos conseguidos en los últimos tiempos por la humanidad en la carrera espacial, por ahora no solucionan el principal impedimento que supondría para una persona, realizar un viaje a través del espacio sin morir por el camino. Aunque no cabe duda que se está trabajando en ello y que más pronto que tarde, seguro nos sorprenderán con un nuevo avance que permita a la humanidad cumplir ese ambicioso sueño, propio de la ciencia ficción.

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