Las dudas sobre la SuperLiga.

Si la situación de pandemia global no era suficiente, el mundo del fútbol, sobre todo el europeo, se ve contundentemente agitado por el anuncio el pasado 18 de abril, por parte de 12 grandes clubes europeos, por la creación de la tan polémica SuperLiga Europea de Fútbol. Mucho se ha escrito y hablado los últimos años con reproches, amenazas y demás comentarios que tensaban el ambiente en las altas esferas del deporte rey, pero al aficionado medio poca información le ha llegado de lo que representaría para él realmente como espectador o para los demás clubes europeos, así como la muy complicada o la prácticamente imposible cohabitación con la UEFA Champions League. Para ir resolviendo dudas e intentar aclarar y entender los motivos que llevan a impulsar de forma independiente de UEFA y FIFA esta nueva competición continental, publico esta entrada y mi opinión al respecto.


EL FUNCIONAMIENTO Y MOTIVOS DE LA SUPERLIGA EUROPEA.

No me andaré por las ramas, más allá de lo que nos cuenten, los motivos principales son puramente económicos. Y de hecho no podemos no entenderlos como totalmente lícitos. La UEFA y por consiguiente, en competiciones más allá de Europa, la FIFA, manejan lo que conocemos popularmente como el cotarro a nivel económico, para luego repartirlo entre los clubes participantes. Los grandes equipos europeos, representados en un organismo como la ECA, llevan tiempo enfrentados con la UEFA con respecto a eso, por ello en 2018 fueron incluidos como propietarios de la UEFA Champions League, pero aun así aquello no los apaciguó y más tras las multimillonarias pérdidas causadas por la crisis del COVID.

La SuperLiga Europea se constituiría como una competición entre 20 equipos europeos, de los cuales 15 serían fijos y 5 rotativos, los cuales aspirarían a participar en ella tras cumplir unos requisitos deportivos. A diferencia de la actual Champions League, la SuperLiga Europea apostaría por dos grupos de 10 equipos que se enfrentarían entre ellos, en partidos de ida y vuelta. Al final de esas dos liguillas, los tres mejores equipos de cada grupo pasarían directos a cuartos de final, siendo los cuartos y quintos los que se jugarían las dos siguientes plazas de cuartos en eliminatorias ida-vuelta. Tanto los cuartos de final, como las semifinales se jugarían a doble partido ida y vuelta, hasta la final que se jugaría en un estadio neutral a partido único.

Hasta aquí la defensa deportiva de los fundadores de la SuperLiga Europea, es que con este formato se gana en espectáculo, además de en interés, pues se verían partidos mucho más interesantes entre equipos de más renombre europeo. Pero ¿y en lo económico?, motivo de peso para entrar en guerra contra UEFA y FIFA.

Según argumentan los responsables de la SuperLiga Europea, a partir del inicio de la competición los clubes se repartirían un montante de 3.500 millones de euros, no a partes iguales, destinados a mejoras en infraestructuras y medidas para paliar los efectos del COVID. Mucho más de lo que por ejemplo ofrece la UEFA. También se comprometen a pagos por solidaridad por valor máximo de unos 10.000 millones de euros. 

Esos primeros 3.500 millones de euros no caen milagrosamente del cielo, son el resultado de un préstamo por parte de un importante fondo de inversión, J.P. Morgan, que pediría que se empezaran a devolver a partir de la siguiente temporada con intereses. Se ha filtrado que tan solo el F.C. Barcelona o el Real Madrid, por ejemplo, ingresarían de una tacada cerca de 360 millones de euros.

MI OPINIÓN.

Hasta aquí todo bien, aunque las pocas explicaciones o al menos nada claras, son posiblemente las que han creado un rechazo y desconfianza tan elevada. Y es que los equipos más pequeños o modestos, en comparación a los 12 fundadores de dicha competición, parecen quedar en un muy segundo plano o directamente, en un plano residual deportiva y económicamente. La idea de ver competir a esos equipos sin la recompensa de poder clasificarse para una competición como esa, por claros y justos méritos propios, atenta directamente justo contra el espíritu deportivo. Clubes que no podrían tampoco beneficiarse de los ingresos de una competición de ese calibre, como tampoco podrían llegar a intentar competir contra los grandes de sus ligas fundadores de dicha SuperLiga, así como tampoco permitiría a muchos jugadores competir en un aparador tal para sus carreras como lo es actualmente la Champions.

A todo ello reducir a tan solo 20 equipos, de los cuales 5 serían rotatorios, por méritos deportivos no especificados, genera precisamente dudas razonables al respecto. ¿Cuáles serían esos méritos? ¿Quiénes decidirían que 5 nuevos equipos llegan a la SuperLiga cada nueva temporada? La primera de las preguntas ni tan solo se ha profundizado en dar explicaciones y la segunda, creo que queda claro que lo decidirían esos 12 o 15 equipos fijos en la competición, algo que puede llegar a generar muchas dudas al respecto.

La propia SuperLiga Europea asegura que lograría firmar contratos televisivos por valor de 4.000 millones de euros, en un contexto en el cual las televisiones cada vez intentan pagar y pujar menos por esos derechos. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, aquí en España no hubiera una operadora que pudiera llegar a pujar lo que pide la SuperLiga? Si esto sucede en varios países está claro que ni sumando el montante de los países de esos clubes se podría llegar a esas cifras, por tanto, se generaría un problema económico que podría llegar a poner en peligro la independencia de, por ejemplo, F.C. Barcelona y Real Madrid, que son propiedad de todos sus socios y no de magnates del petróleo, jeques o millonarios extranjeros.

Sobre los aficionados los defensores de esta SuperLiga, tan solo aseguran que en sus encuestas los fans, sobre todo más jóvenes, están desencantados con lo que ven y desean ver más enfrentamientos entre grandes clubes. Si algo nos demuestran en los últimos tiempos las encuestas, es que fallan más que una escopeta de feria. Centrarse tan solo en los fans jóvenes es un error, porque el fútbol no solo “es de todos”, como se repite mucho últimamente, también de todas las generaciones. En mi opinión igual el problema lo tienen esos clubes impulsores de la SuperLiga, ya que tal vez deberían intentar gestionar mejor sus equipos para tener plantillas fuertes que sean capaces de llegar en más ocasiones a las fases finales de la Champions. Pero más allá de eso, vuelvo a los fans, ya que nadie piensa en esos cientos de aficionados que se desplazan durante una temporada para seguir a sus equipos. Esos aficionados de equipos más modestos o de “clase media”, que cuando su equipo se clasifica para competiciones europeas, viajan para verlo jugar en las grandes ciudades de Europa. Si esos equipos no tienen posibilidad de participar por méritos propios en esas competiciones, generas frustración en esos fans y esos deportistas que no verán motivos para seguir compitiendo al no llegar al máximo nunca de su nivel. También se vería cortada esa economía que mueven precisamente esos fans que siguen a sus equipos.

Tanto UEFA y FIFA no son ejemplos de nada. El nombre de varios de sus mandatarios se han visto envueltos en asuntos muy turbios e incluso, algunos de ellos, han sido ya condenados. Por ello con mi opinión no pretendo blanquear la imagen de esos organismos, creo que lo que mejor pueden hacer los grandes clubes europeos, todos no tan solo 12, es unirse para conseguir, por ejemplo, que UEFA reparta mejor los beneficios entre los clubes participantes en la Champions, negocie mejor los contratos televisivos o mejore notablemente la competición para que, no solo sea más espectacular, sino que también permita seguir globalizando el talento en muchos más países y equipos. Sin olvidar a los aficionados, porque cuentan cada vez menos en esto de fútbol y lo que es cierto, es que sin ellos el fútbol no es nada, más allá de romanticismos. No es aburrido como dicen, por ejemplo, ver jugar a una Atalanta, si esta demuestra un juego a la altura de los mejores y compite hasta fases finales con opciones. Tampoco lo es ver como también avanzan en la competición equipos como el R.B. Leipzig, Sevilla, Villarreal o Ajax como llegando a inesperadas finales con equipos como Oporto o Mónaco

Puedes ser aficionado de un equipo grande, como también dirigente de uno de ellos, pero lo que nunca puedes perder es el respeto al deporte, por mucho negocio que pueda envolver al fútbol, ni a los equipos y clubes que económicamente puedan estar por debajo de ti. No hay monopolio más evidente que intentar repartirse el pastel entre tan solo 12 equipos, como cinismo más grande cuando echas la culpa al COVID de todos tus males y la posible desaparición del fútbol, cuando te gastas millones ingentes en jugadores que luego no dan la talla.

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