Reflexiones Exprés. Miedos.

El miedo no es algo sencillo de asimilar. Tal y como nos lo describen sería algo así como una emoción primaria, algo que tienen todos los animales, incluido el ser humano, y que no deja ser el resultado de una sensación natural de aversión ante el peligro o un riesgo real o no. Los miedos existen en la vida de una persona y quien diga lo contrario miente. Puede parecer una afirmación muy contundente, pero estoy convencido de ello. Puedes vivir más o menos despreocupad@, puedes decir vivir cada momento sin más, puedes disfrutar al máximo de todo, pero siempre habrá momentos en tu vida inevitablemente para el miedo. Hoy me apetecía reflexionar al respecto, de hecho hace tiempo que quise hacerlo, pero no encontraba la manera más sencilla y sincera de expresar con ejemplos cuáles son los míos y que pienso al respecto.


Hay que diferenciar vivir con miedo de tener miedo. Vivir con ello no es vida, pero tener miedo de algo es lo más normal. Puedes sentir miedo cuando te inicias en un nuevo trabajo, los cambios en general pueden provocar cierto temor. Puedes sentir miedo de que algo ajeno a ti pueda afectar a tu vida y a la de los tuyos, la incertidumbre de estos tiempos puede ser un ejemplo claro. Y luego están esos miedos, digamos que trascendentales o más naturales, que bien sabes que jamás desearías a nadie. Los míos los tengo claros y creo que a medida que me hago mayor, soy más consciente de ellos.

Miedo a olvidar y ser olvidado.

Curiosamente este es uno de mis mayores temores. El hecho de imaginar que llegado el momento puedo empezar a olvidar, me llena de terror. Perder el amor, la amistad, los recuerdos cualesquiera, me genera una sensación enorme de miedo. Ser olvidado también. Vivir del otro lado como una persona que quieres te olvida, me rompe el corazón y me llena igualmente de temor.

Miedo a perder el tiempo de mis hijos.

Disfrútalos, porque crecen muy rápido”, es la frase estrella que te dicen cuando tienes hijos, que aburres un poco pero, que gran razón. Aquí mi miedo es a perderme sus mejores momentos, a ser tan estúpido de creer que mañana y al otro y al otro, ya podré dedicarles un tiempo. Ellos deben crecer, crecerán y poco a poco volarán más por su cuenta, es ley de vida, pero la simple estupidez de no prestarles la suficiente atención, me genera mucho miedo. Ser padre es especial y dedicarles tu vida, es algo que no pensé que llegaría a ser tan gratificante, sobre todo por ellos mismos.

Miedo a no aprovechar mi vida, a que no tenga más significado.

Este es un miedo que tengo desde hace algún tiempo. Tengo miedo a sentir que realmente me conformé y no viví más, a llegar a viejo y mirar atrás y no ver mucho más. A que con ello tampoco haga suficientemente feliz a quien tengo a mi lado. Soy como soy y no me verás posiblemente dar la vuelta al mundo, pero aunque sean cosas sencillas que me llenen, espero no desaprovechar la ocasión de vivirlas. 

Miedo a la muerte.

Y aquí llega el gran tabú, el que todo ser consciente de su existencia tiene o tendrá en algún momento de su vida. En mi caso no negaré que pensar en mis últimos momentos me da miedo, pero a lo que temo de forma que me desconsuela es a peder a mis seres queridos. Hasta hace unos años no había vivido tan de cerca esa sensación y he de reconocer, que no estoy ni estaré preparado, supongo que nadie lo está. 

Y hasta aquí estas Reflexiones Exprés más personales que nunca. De vez en cuando sienta bien airear sentimientos y supongo que la edad no perdona y pese a que soy y me siento mucho más joven, soy consciente cada vez más de mis miedos y de lo difícil que es en ocasiones expresarlos, así que aquí los dejo para la posteridad.

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