La Cosa de los bosques finlandeses.

Durante la Segunda Guerra Mundial en Finlandia también se vivió dicho conflicto. De hecho es conocido el enfrentamiento que hubo entre el ejército finés y el ruso en aquellas frías y gélidas tierras del país nórdico. Fueron tres años donde los dos ejércitos combatieron, siendo especialmente complicado para los rusos. Aquellos soldados soviéticos se vieron rápidamente sorprendidos por la particular holografía del terreno y el complicado tiempo al que también tenían que enfrentarse en aquellas tierras. Pero algo lo cambiaría todo en Finlandia para el avance Soviético, una decisión que resultaría trágica y, aún hoy, sorprendentemente misteriosa.


En pleno invierno nórdico, los soldados soviéticos se plantearon donde poder acampar sin correr el riesgo de ser sorprendidos por el enemigo con la guardia baja. Su idea fue la de adentrarse en los tupidos y nevados bosques finlandeses, para así guardarse con más seguridad del enemigo hasta la mañana siguiente. Los únicos que desaconsejaban esa intención eran los mismos campesinos y pueblerinos de la zona, que aseguraban preferir morir de hambre o frío en plena noche, a adentrarse en la oscuridad en los bosques. Las historias y leyendas que les explicaban las gentes del lugar eran consideradas por los soldados desde habladurías, hasta formas de atemorizarles para dar ventaja al ejército finlandés. Todo aquello fue, por tanto, desoído por los rusos que equiparon a unos hombres para pasar varias noches en el bosque, con la intención de espiar a un enemigo que parecía no moverse de sus trincheras.

Pasaron varios días sin recibir noticias algunas de aquella expedición, por lo que decidieron salir en su búsqueda con la idea de que podían haber pasado a ser prisioneros del enemigo. Cuando avanzaron llegaron a un punto, no muy lejos de su posición, junto al lado Bodom, donde descubrieron algo que les dejaría totalmente horrorizados.

Los cuerpos mutilados y descuartizados de sus soldados compañeros, permanecían tirados y esparcidos por el terreno nevado. Aunque fue una imagen lo que heló por completo los cuerpos de aquellos hombres, entre unas ramas reposaba lo que aseguraron que era toda la piel de uno de los soldados muertos. Algo o alguien había despellejado como a un animal de caza al hombre, mientras dejaba toda su piel secar al aire frío de aquel lugar.


Los soviéticos, en un primer momento atemorizados, consideraron todo aquel horror un acto de barbarie del bando finlandés, que pretendía aterrarlos aprovechando las leyendas de que una extraña “Cosa” que vivía en los árboles y que sorprendía, mataba y devoraba a sus víctimas más incautas que osaban atravesar el bosque. Por ello, llenos de rabia, se armaron y salieron en busca de su enemigo para hacer pagarles por tal brutalidad.

Por su parte, los soldados finlandeses guardaban tras sus puestos la llegada de los rusos. Los días pasaban y la inactividad era inusualmente aburrida, por lo que sus mandos decidieron salir en busca del ejército invasor. Lo que encontraron, esta vez el bando finlandés, a plena luz del día y de camino hacía líneas enemigas, les dejó perplejos. Todo aquel ejército soviético fue encontrado congelado rodeado de sus vehículos, armas y demás enseres. 


Los finlandeses descubrieron cuerpos descuartizados o semidescuartizados, mutilados y muertos en extrañas circunstancias. Una investigación posterior, no mucho más minuciosa, llegó a la conclusión de que los rusos se pudieron quedar sin alimentos, por lo que recurrieron al canibalismo para sobrevivir, pese a que se encontraron sus provisiones intactas. Esa fue la explicación oficial y tras ella se dio por finalizadas las hostilidades, pues el ejército soviético no volvió para combatir.

Pero aquello tan solo sería el primer supuesto caso de ataque de la Cosa de los bosques de Finlandia, ya que en 1960 se repitió un caso similar. En ese caso serían cuatro jóvenes excursionistas los que decidirían acampar a orillas del lago Bodom. Tras unos días sin aparecer, sus padres dieron la voz de alarma a la policía que puso en marcha un dispositivo de búsqueda. Sentado en mitad de una carretera cercana encontraron al único superviviente, que estaba manchado de sangre y en un shock tan grave, que no habló durante un año entero. Pocos días después de encontrarlo, las autoridades localizaron en el fondo del lago los cuerpos descuartizados del resto de excursionistas.

Cuando logró articular palabra sobre lo que había sucedido nadie le creyó. Argumentó que algo que salía de los árboles y que tenía los ojos rojos, les atacó y dio caza sin piedad. Al superviviente lo creyeron culpable de las muertes y lo juzgaron como tal, aunque la falta de pruebas evitaron su condena, pero no su penitencia pues pasó el resto de sus días en un centro psiquiátrico dónde, 10 años después se quitaría la vida traumatizado por todo lo vivido.


Así que ya sabes, si pasas por Finlandia olvídate de acampar en zonas boscosas, pues es muy probable que sirvas de alimento de La Cosa de los bosques.

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