Expediente Philip. Contacto con el más allá.

1972, Toronto, Canadá, un equipo de parapsicólogos canadienses iniciaron un ambicioso proyecto con el que demostrar que tan real son las manifestaciones paranormales, tales como las posesiones o fenómenos poltergeist, con respecto a la influencia de la sugestión de cada persona. El resultado, sin duda, sobrepasó todas las expectativas.


Los investigadores pretendían demostrar que esas manifestaciones podían ser generadas por la propia sugestión colectiva, poniendo en relieve el poder de la mente en tales sujetos tanto para provocar y generar dichos sucesos. Para demostrarlo se inventaron un personaje, una identidad totalmente ficticia con una historia trágica. A dicha identidad la llamaron Philip Aylesford, un antiguo noble inglés enamorado de una joven gitana. Philip era un hombre casado, por lo que en cuanto su mujer descubrió la infidelidad de su marido, comenzó a realizar una serie de embrujos ritualísticos para acabar con la vida de la amante. Tras la muerte de la gitana, Philip Aylesford quedó completamente desolado, pues estaba locamente enamorado de ella, y totalmente perdido sin su amor, subió hasta lo alto de la torre de su castillo y lanzó al vacío. Tras dar con la historia perfecta, el grupo creo un retrato creíble del tal Philip para darle mucha más veracidad a toda aquello.

Con su falso fantasma creado iniciaron el experimento. En varias sesiones intentaron entre todos invocar el espíritu de Philip Aylesford, hasta que un buen día y ante el asombro de todos, este comenzó a contestar a sus llamadas. En un principio creyeron que lo habían logrado, la sugestión colectiva conseguida con un ambiente sombrío y una historia sobre el supuesto fantasma de un noble inglés muerto trágicamente, logró que todos manifestaran lo que la mente creía creer. Pero rápidamente las dudas asaltaron al grupo cuando todo aquello se les empezaba a escapar de las manos.

Golpes, voces, movimientos de armarios, puertas y ventanas que se abrían y cerraban superaban cualquier expectativa y parecían imposibles de controlar. Fue entonces cuando los miembros del grupo lo vieron claro, algo se coló en aquellas sesiones y se hizo pasar por ese tal Philip. Tal vez un espíritu burlón con ganas de jugar con ellos o, tal vez, algo mucho peor con lo que de no parar a tiempo, hubieran sufrido las consecuencias.

Finalmente el experimento quedó desierto, sin una explicación lógica a lo que habían vivido. Esta historia fue adaptada al cine con el título de “El estigma del mal” (2014), una adaptación libre de aquel experimento de 1972. 

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