Marcel Petiot el Doctor Muerte de la Francia Ocupada.

El 25 de mayo de 1946, Marcel Pietot, alias “Doctor Muerte”, dirigió sus últimas palabras a los testigos antes de ser ajusticiado en la guillotina: “Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito”. Fue el final de uno de los criminales y asesinos en serie más escabroso y prolífero de la historia criminal francesa, que encontró en pleno conflicto mundial, la excusa perfecta para desatar toda su enfermiza maldad de forma totalmente impune, hasta el momento de su detención. Conoce al “Doctor Muerte” francés.


El 17 de enero de 1897 nació en la localidad de Auxerre Marcel Petiot. De su infancia, escribieron tras su muerte que no fue sencilla. Lo que realmente se conoce es que fue expulsado en varias ocasiones de su escuela, completando finalmente sus estudios en un instituto especial de París en 1915. Un año antes, en marzo de 1914, fue diagnosticado por primera vez como enfermo mental.

El estallido de la Primera Guerra Mundial el 28 de julio de 1914, llevó a un joven Petiot a alistarse como voluntario en el ejército de la República Francesa, entrando finalmente en servicio en enero de 1916. Durante la Segunda Batalla de Aisne fue herido, sufriendo síntomas evidentes de colapsos mentales, que le hicieron mantenerse un breve tiempo de baja en varias casas descanso. En aquellos lugares robaría todo tipo de efectos personales, así como mantas y morfina por los que sería arrestado y metido en prisión. Para aquel entonces Petiot ya habría visitado un hospital psiquiátrico en el que le habrían diagnosticado diferentes enfermedades mentales, que no evitaron que volviera a ser reclutado en 1918, aunque solo duraría tres semanas en servicio pues se auto lesionó con una granada provocando su baja. Tras recuperarse en septiembre de ese año volvería a ser reclamado, pero un nuevo diagnóstico mental lo acabaría retirando y licenciando con una paga del estado.

Tras finalizar la guerra Marcel Petiot estudió medicina en un programa de educación acelerada para veteranos, diplomándose en 1921. En la localidad de Villeneuve-sur-Yonne ejerció la medicina durante un tiempo, aunque pronto comenzaría a ganarse cierta mala reputación por prácticas como las de recetar elevadas dosis de narcóticos a sus pacientes, abortos ilegales, así como diferentes y controvertidos robos en su localidad. Para entonces Petiot ya era un adicto a las drogas.


En 1926 Marcel Petiot mantuvo una relación con Louise Delaveau, una joven hija de un paciente. Esta un buen día desaparecería sin dejar rastro. Tras varias denuncias de vecinos que asegurarían haber visto a Petiot cargar un cuerpo en su vehículo, pasaría a ser sospechoso principal de dicha desaparición, pero la investigación posterior resultaría en que la joven pudiera haber escapado de su casa. Marcel Petiot quedaría libre de cargos, presentándose ese mismo año a alcalde de aquella localidad. Haciéndose valer de amaños, conseguiría ser elegido para el cargo. Su mandato sería un mandato corrupto, tanto que en agosto de 1931 fue suspendido de sus funciones por malversación de fondos públicos continuados, pese a todo se resistió a dimitir. Solo cinco semanas después fue elegido concejal, aunque de nuevo en 1932 perdería su cargo por ser acusado de robo de energía eléctrica. Vista finalizada su carrera política allí, decidió mudarse a París.

Antes de todo esto contraería matrimonio en junio de 1927, con la hija de 23 años de un adinerado hombre del lugar, teniendo a su primer hijo un año después.

En París volvió a ejercer como médico y pronto volvió a ganarse la misma mala reputación por la práctica de abortos ilegales y recetas a base de narcóticos. Tampoco abandonaría prácticas como la evasión fiscal, demostrando que era incapaz de cambiar ni distinguir entre bien y mal, siendo ingresado por cleptomanía.

Aunque fue durante la derrota de Francia ante la Alemania Nazi en 1940 y su posterior ocupación del país, cuando Marcel Petiot puso en marcha su plan más retorcido. Bajo el seudónimo de “Doctor Eugène”, Petiot ofrecía a judíos, miembros de la resistencia y criminales buscados por la instaurada Gestapo francesa y los hombres del Régimen títere de Vichy una vía de escape de la Francia ocupada, a través de Portugal hasta llegar a Argentina. Petiot con el pretexto de que trabajaba con la resistencia, cobraba 25.000 marcos por cabeza a todo aquel interesado/a que llegara hasta él mediante cuatro cómplices que le servían de gancho y enlace. Se estima que decenas de sobretodo judíos franceses, llegaron durante muchas noches cargados de maletas hasta su puerta del 66 de la Rue de Caumartin en París. Nadie les reclamaba pues daban por sentado que habían conseguido huir hasta su destino.

Una vez les recibía amablemente les dejaba entrar en su domicilio y les informaba que para dejarles entrar en el país, el Gobierno Argentino requería que les vacunara contra enfermedades. Entonces procedía a inyectarles a sus víctimas cianuro directamente en sus venas, sin que ellas supieran el contenido. Cuando estas morían procedía a robarles sus pertenencias más valiosas, mientras que de los cuerpos al principio los arrojaba al río Sena, pero pronto cambiaría por unas veces quemarlos u enterrarlos en un pozo de su sótano, que estaba lleno de cal viva.

En abril de 1943 la Gestapo francesa descubrió su red de escape para judíos y detuvo a sus cómplices y al mismo Marcel Petiot, que fue torturado en prisión. Cuando Petiot logró ser liberado huyó a su antigua localidad de Yonne.

El 11 de marzo de 1944,  la cantidad de humo y el fuerte olor que desprendía lo que estuviera ardiendo en esa chimenea, de la que además asomaban llamas, alertó a los vecinos que avisaron a los bomberos. Tras ellos llegó la policía a la que Marcel Petiot declaró orgulloso que colaboraba con la resistencia y que aquellos cuerpos calcinados, eran 63 cuerpos de colaboradores y soldados nazis muertos a manos de la resistencia que los entregaba a Petiot, para que se deshiciera de ellos. Al escuchar aquello los policías franceses dieron por sentado la versión de Petiot y le felicitaron por su patriotismo, él aprovechó para huir del lugar en su bicicleta. 

Poco después en una investigación más minuciosa se descubrió mucho más. Se contabilizaron unos 27 cadáveres, aunque se creía que habían muchos más pero que eran imposibles de identificar. Se recogió cerca de 150 kilos de piel calcinada, diversos cuerpos descomponiéndose en el sótano entre cal viva, maletas con pertenencias en su interior, además de una sala de torturas en ese sótano manchada de sangre, cuchillos de carnicero y una cámara de gas con mirilla, para poder contemplar la muerte de los que allí perecían. Un auténtico infierno hecho realidad. 





Interrogados los vecinos aseguraron que muchas noches notaban movimiento entrando y saliendo de la vivienda de Marcel Petiot, con gente que entraba con maletas pero que no volvían a salir, excepto Petiot portando muchas de esas maletas de las que procedía a deshacerse tras robar lo que considerara. Para cuando la policía quiso arrestar a Marcel Petiot, este ya había desparecido. 

El 2 de noviembre de 1944, ya con Francia liberada, detuvieron a Marcel Petiot gracias a unas cartas que envió anónimamente a un periódico escritas con su puño y letra, en las que aseguraba que esos cuerpos descubiertos en su vivienda, los metió allí la Gestapo francesa siendo, por tanto, víctima de un complot en su contra. Tras reconocer su letra lograron identificarlo y arrestarlo.


El juicio se inició el 15 de marzo de 1945 en el Tribunal de Sena. Aquel juicio es recordado como uno de los más confusos y surrealistas de la historia de Francia pues, a parte de destapar todo lo que hizo, se vivieron momentos como fuertes encontronazos con insultos de por medio entre Petiot y abogados acusadores, desprecio y falta de interés en su propio juicio, hasta situaciones sorprendentes como que acusado y abogado defensor se durmieran durante fases del juicio. Ya detenido y a la espera de juicio Petiot, en una demostración de su falta de respeto, animaba a sus guardias a presenciar su juicio diciéndoles: “No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo”.






Finalmente Marcel Petiot fue condenado a morir ejecutado por guillotina el 4 de abril de 1946, por la muerte de 24 de los 27 cuerpos identificados, estableciendo además una indemnización para los familiares de las víctimas. 


Para el triste recuerdo de la historia criminal francesa quedará por siempre los crímenes del “Doctor Muerte”, el asesino en serie de la Francia ocupada en la Segunda Guerra Mundial, al que en realidad se estima asesinó a más de 60 personas.

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