Relatos Pandereta: Eterno, el ocaso del héroe (Capítulo 3).

CAPÍTULO 3: Una nueva amenaza.



Han pasado ya dos años y nuestro antiguo héroe deambula por las calles de una ciudad lejana buscando empleo. Bajo su identidad de civil, vive al día con lo poco que conseguía haciendo pequeños trabajos. Su nuevo apartamento es si cabe más pequeño de lo que lo fue el antiguo. Rodeado de penumbra despierta cada mañana con el frío como su único compañero en los días de invierno, además del hambre y una constante amenaza de desahucio. Quienes se lo cruzan por la calle ni imaginan que están ante un hombre que una vez fue un auténtico héroe. Los meses de soledad y abandono han hecho mella en su aspecto, que dista mucho de lo que llegó a ser. El hombre Eterno es hoy una sombra de lo que fue.

Medio dormido recostado en un viejo sofá de su apartamento, se despierta sobresaltado al escuchar aporrear la puerta. Se levanta con dificultades y algo desorientado, camina hasta la puerta y al abrir su cara cambia a una mueca de perplejidad. Delante de él se encuentra a aquella Comisaria novata de su ciudad natal, aquella ciudad que tuvo que abandonar hace años casi exiliado.

- ¿Que?... ¿Co... como demonios me has encontrado?
- No fue fácil, pero lo conseguí y he venido porque necesito tú ayuda, de hecho, la ciudad entera y posiblemente el mundo te necesite de nuevo Eterno.
- Mm... su gente, a través de sus políticos habló... y ya no me querían... por eso me tuve que marchar. ¿Acaso no lo recuerdas?
- Lo sé Eterno y no hay cosa que me haya dolido más. Si hubiera podido hacer algo, ten por seguro que lo hubiera hecho, pero aquello sucedió y no podemos evitarlo. Ahora todo a cambiado y una nueva amenaza se cierne sobre todos.

La cara de la Comisaria desprendía un aire de preocupación.

- Sois autosuficientes, lo sé porque adiestré bien a tú policía. Es más fue uno de los motivos por los que me disteis la espalda y por los que, por responsabilidad, acepté y di un paso a un costado desapareciendo de vuestras vidas.
- Veo que en estos años has estado demasiado desconectado del mundo. Si me dejas entrar te pondré al día y podrás entender mi desesperación y lo que me juego viniendo hasta aquí.

La Comisaria puso la mano en el marco de la puerta, demostrando que tenía la intención de resistirse antes que marcharse con las manos vacías. Entonces nuestro Héroe bajó la mirada y abrió de par en par la puerta, dejando entrar a la Comisaria. Sentía que debía confiar en ella, sin ir más lejos, el antiguo Comisario, su gran amigo durante tantos años, confió en ella antes de morir permitiéndole encontrarlo tras su muerte, por lo que aquello bien le valía una oportunidad. Los dos se sentaron y entonces ella le explicó la situación.

Hacía tan solo un año que habían empezado a investigar una serie de sucesos y muertes extrañas. Hubo quien sospechó de que él hubiera vuelto para seguir impartiendo justicia por su cuenta, aunque la realidad fue más sorprendente. Un joven de unos algo más de veinte tantos años estaba tras todo aquello, un joven que demostraba poseer los mismos poderes que Eterno, aunque parecía comportarse completamente diferente. Movido por una rabia que no terminaban de entender, asesinaba tanto a criminales, policías, políticos y cualquiera que pudiera entrometerse en su camino. Su descontrol fue tan en aumento que la ciudad vivía casi sitiada por este villano y es que, una cosa es combatir el crimen y otra es combatir contra un Villano con el mismo don que Eterno.

Tras aquello la Comisaria se levantó en dirección a la puerta, pero antes de abrirla para marcharse, giró ligeramente la cabeza para dirigirse a Eterno por última vez.

- Aunque no lo reconozcan, esta ciudad está en deuda contigo. Entenderé que no quieras volver, pero recuerda por lo que siempre has luchado...

Nuestro Héroe se quedó sentado sobre su sofá, con el rostro pensativo y mirando hacía el cajón de una cómoda donde guardaba con nostalgia su máscara, y así se mantuvo durante un buen rato. En su interior se debatían una cascada de sentimientos difíciles de gestionar. La decisión final requería de un tiempo... un tiempo, del que la ciudad no parecía disponer.

CONTINUARÁ...

Comentarios