El Mylingar, la venganza del bastardo.

Cuenta una leyenda sueca que en tiempos en los que tener hijos era arriesgado para la estabilidad familiar o podría suponer un grave estigma social, aquellas parejas o mujeres solteras que querían esconder esos niños y niñas no deseados, acostumbraban a adentrarse hasta el bosque para abandonarlos allí o, directamente, sacrificarlos y enterrarlos en cualquier lugar sombrío y apartado para que nunca fueran descubiertos. El resultado de esas terribles acciones se transformaría en la figura de un Mylingar.

Los Mylingar son los espíritus de esos niños y niñas o de esos bebes abandonados de forma cruel a su suerte o, también, sacrificados sin compasión. Generalmente las almas de aquellos niños impregnaban el lugar, encantándolo o embrujándolo de manera que todo aquel que cruzara por allí volvía con historias de lamentos y lloros perdidos por el bosque, que aterrorizaban a quién las escucharan. Hubo también quién aseguró que se aparecían en el camino del viajante, pidiéndoles que les pusieran un nombre, que no habían llegado a tener, o que les dejaran amamantarse por primera vez, pues muchos de esos recién nacidos ni tan siquiera acababan en los brazos de su madre, para terminar desaparecidos en el bosque a expensas de cualquier peligro.

La leyenda de los Mylingar también cuenta la historia de un hombre mayor que caminaba por un camino de la región sueca de Bergslagen. El hombre se encontró con un extraño niño pequeño que se le dirigió haciéndole una preguntar: "Abuelo, Abuelo ¿Puedo mamar?" El hombre intentó no hacer caso a aquel niño, pero ante la constante insistencia de este en conocer la respuesta, el hombre mayor le contestó amargamente: "¡Si tienes alguien que te amamante, pues que lo haga, pero no voy a ser yo!" y justo en ese instante aquel niño desapareció ante sus ojos. Al llegar a su casa donde le esperaba su hija, fue testigo del horror. Su hija yacía muerta con los pechos al descubierto y sangrando. Por lo visto su querida y amada hija tenía un secreto inconfesable que su padre desconocía. Aquel niño que se le apareció de vuelta a casa resultó ser un Mylingar que una vez fue el hijo recién nacido de su propia hija, que por vergüenza y miedo a la reacción de este por tener un hijo no deseado fuera del matrimonio, sacrificó a las afueras en el bosque. La respuesta de aquel hombre dio permiso al Mylingar que una vez fue su nieto, a volver con su madre para amamantarse por primera vez y vengarse por su sacrificio.

Afortunadamente las cosas con el paso de los siglos han cambiado y, solo en casos aislados en nuestra sociedad, se encuentran situaciones similares de abandono. Pero recuerda, si alguna vez paseas por algún camino boscoso de Bergslagen o Suecia en general y escuchas lamentos de niños e incluso alguno te pide que le des un nombre o la posibilidad de se amamantado, intenta no detenerte pues tú respuesta puede acarrear un final mortal.

Comentarios