Rasputín tras el mito y su muerte.
La leyenda negra de Rasputín cruzó hace ya muchos años las frías fronteras de Rusia. Pese a que su imagen extraña invita a no confiar de él, fueron muchas familias de alta cuna que no solo confiaron, también le permitieron integrarse en el día a día de la nobleza. Durante su vida y tras su muerte sus detractores fueron creando un mito, que en ocasiones prevaleció por encima de su auténtica historia. Conoce quién fue Rasputín y la muerte de uno de los personajes más influyentes y controvertidos de la Rusia de principios de siglo XX.
EL PERSONAJE TRAS EL MITO.
Grigori Yefímovich Rasputín nació en un pequeño pueblo de la Siberia Occidental un 21 de enero de 1869, en el seno de una humilde familia de campesinos. Fue el quinto de nueve hermanos de los cuales solo sobrevivieron dos, Rasputín y su hermana Feodosia. Rasputín, que no fue a la escuela como la mayoría de sus vecinos, era ya desde niño introvertido y algo extraño a ojos de quienes le conocían o trataban. Ya en su niñez hubo quién destacó ciertas dotes místicas como la clarividencia, que en su apogeo adulto continuaría "practicando". Siendo un adolescente Rasputín se empezó a dar a la bebida, algo que le causó algún que otro problema. En 1887 contrajo matrimonio con una mujer tres años mayor que él y tuvo tres hijos, pero aquella nueva vida de casado con una familia formada no le duraría demasiado, pues les abandonaría junto a todo lo demás para ingresar en un monasterio.
Entonces se sugirió que aquel inesperado y repentino cambio sería por culpa de la muerte de un niño, en la que posiblemente Rasputín pudo haberse visto implicado. Pese a todo tampoco duraría demasiado en aquel monasterio, ya que poco tiempo después ingresaría en una secta cristiana en la que se practicaban orgías y que tenía como lema "para llegar a la fe verdadera, hacía falta el dolor". Se atribuye de aquella época de su vida a Rasputín la frase: "Como más grandes sean tus pecados, más satisface a Dios perdonarlos". Durante aquella etapa Rasputín se convirtió en pieza clave de aquella fiestas y reuniones desenfrenadas sexualmente. Después de aquella experiencia conoció a un ermitaño que le influenció de tal manera que consiguió enderezarlo en la vida y que dejara la bebida, convirtiéndolo en un ferviente converso. Fue en ese instante donde su reputación de místico empezó a ser conocida.
En 1905 su vida cambiaría radicalmente, pues sería llamado por la mismísima Zarina Alejandra de Rusia, tras llegar a sus oídos las habilidades sanatorias de Rasputín. Los Zares rusos tuvieron 6 hijos de los cuales el pequeño Alexéi era el heredero al trono.
Alexéi sufría de hemofilia, una complicada enfermedad que sus padres se ocuparon de mantener en secreto para que no afectara a su ascenso al trono. En una de sus crisis, la Zarina desesperada llamaría a Rasputín para que consiguiera lo que los médicos eran incapaces de conseguir, curar o calmar el dolor de su hijo. En poco tiempo, se rumorea, con técnicas similares a las de la hipnosis, consiguió curar de forma temporal al pequeño Alexéi dejando profundamente marcados a sus padres, la Zarina y al Zar Nicolás II de Rusia que le acogerían como casi a uno de su familia en el mismo palacio, compartiendo momentos familiares que quedarían inmortalizados en algunas de sus fotografías.
En tiempo récord Rasputín consiguió ganarse la confianza de los Zares y su familia, algo que le permitió entrar en los círculos privados de la Jet set rusa, ofreciendo y vendiendo sus servicios como sanador a las mujeres y hombres de sangre noble y adineradas del país. Sobretodo a las mujeres, una debilidad que según se cuenta, en esas fiestas y reuniones le permitieron acostarse con infinidad de mujeres de alto rango social, a las que encandilaba y enamoraba con sus dotes oratorias y sus historias.
Pero fue esa fuerte influencia que ejercía sobre el Zar y su familia la que marcó el inicio no solo su fin, si no que también el atroz y sanguinario fin de los Zares.
SU MUERTE, UN BRUTAL ASESINATO.
Antes de morir ya corría por las calles rusas el sobrenombre de "Monje Loco", con el que se quiso dañar la imagen de Rasputín haciéndole parecer un hombre turbio y peligroso que estaba envenenando la razón del Zar. Su influencia era odiada por miembros de la nobleza rusa y militares de alto rango, que no aceptaban que un vulgar campesino tuviera tanta influencia sobre el Zar. Por todo ello el Príncipe Félix Yusúpov orquestó junto a diferentes miembros de la nobleza rusa y, como no hace mucho se desveló, junto a miembros del servicio secreto británico, también preocupados por la influencia que podría llegar a tener en decisiones que afectaran al rumbo de Rusia en la Primera Guerra Mundial y su apoyo al Reino Unido, un plan para asesinar a Rasputín.
El plan era sencillo, el Príncipe Yusúpov invitaría a Rasputín a su palacio el 30 de diciembre de 1916, con la supuesta intención de conocerlo por parte de su esposa. Cuando llegara sería acompañado hasta una sala en el sótano, donde mientras esperaba a la esposa de Yusúpov, que nunca llegaría por estar fuera del país, se le serviría un té con dulces, ambos letalmente envenenados con cianuro. Según escribió Yusúpov tiempo después, Rasputín habiendo ingerido tal cantidad de cianuro como para matar a un caballo, este se encontraba en perfecto estado, tanto que incluso agarró una guitarra y se lanzó a tocar una canción y cantar mientras esperaba. Posiblemente el cianuro estuviera en mal estado o la cantidad de azúcar que comió, rebajara los efectos del mismo. Sea como sea aquello hizo temer que aquel hombre fuera inmune al veneno.
Sus verdugos empezaron a impacientarse de tal forma que alguno de ellos convencieron a Yusúpov, para entrar en aquella habitación y asesinar a Rasputín de un disparo a quema ropa. Yusúpov disparó nada más entrar a Rasputín en el cuerpo y se marchó a comunicarlo a sus compinches. Estos le pidieron que se asegurara de que estaba muerto, pues nadie se fiaba del “Monje Loco”. Al volver e intentar tocarlo para comprobar su estado, Rasputín recuperó la conciencia e intentó arremeter contra él, zafándose del Príncipe. Uno de sus agresores declaró posteriormente que le dispararía en la calle por la espalda y a distancia mientras este escapaba, acertándole en la parte posterior del cráneo. El juicio que se celebró posteriormente estuvo repleto de inexactitudes y mentiras, con la intención de proteger a sus ejecutores. Ellos declararían a su vez que tras abatirlo lanzarían el cuerpo al río Neva, del que acabaría siendo rescatado su cadáver completamente helado. Pero aún faltaría conocer una parte del asesinato escondida y olvidada tras la revolución bolchevique, la parte más dura y salvaje de la muerte de Rasputín y que volvería a ver la luz hace unos años.
En realidad tras zafarse de Yusúpov, Rasputín fue inmovilizado y atado con cuerdas o cadenas, los conspiradores contra su vida comenzaron a golpearle brutal e indiscriminadamente. Cuando aún respiraba, pero moribundo, uno de los conspiradores, un agente secreto británico que estuvo desde el principio metido en el ajo, empuñó su pistola apuntando a la cabeza de Rasputín y disparó, terminando con la agonía del “Monje Loco”. Inmediatamente arrastraron su cuerpo hasta el río Neva y lo lanzaron. Pero aquello no hizo desaparecer el cuerpo y propició un juicio mediático que acabó con varios de los conspiradores que lograron ser identificados exiliados del país, entre ellos el Príncipe Yusúpov. Al rescatar el cuerpo se pudo averiguar que no pudo ser abatido por un disparo a distancia y por detrás, ya que presentaba un agujero de bala en la frente, además de múltiples ematomas y heridas que desfiguraban la cara de Rasputín y que certificaban la saña con la que se emplearon con él, tal y como se pudo comprobar tras encontrar la documentación archivada y "perdida" del caso no hace muchos años.
Despues de su muerte la historia continuó maltratando al personaje, como sucedió con sus restos que fueron enterrados junto al palacio de los zares y que, tras el levantamiento bolchevique sería desenterrado para ser quemado en el bosque. Rasputín no fue un auténtico místico, tampoco un monje, ni tan siquiera un sanador iluminado. Pese a su leyenda de cuasi inmortal, tampoco no fue nunca asesinado de formas distintas, murió de forma brutal y salvaje a manos de unas personas que lo despreciaban profundamente por su origen humilde y su capacidad de influenciar en la gente más poderosa. Rasputín es muy posible que solo fuera un embaucador, que bajo la apariencia de un ser puro se escondía alguien posiblemente mentiroso e incapaz de resistirse a los placeres de la carne, que escondía un pasado algo turbulento.
La leyenda y mito de Rasputín fue cada vez a más convirtiéndole casi en un ser sobrenatural, un brujo oscuro con intenciones no menos oscuras del que dudar si realmente no fue un personaje ficticio, propio del imaginario popular. Lo cierto es que Rasputín se convirtió en un personaje incómodo en un momento peligrosamente complicado, en el que Rusia se abocaba a una inevitable revolución que lo acabaría cambiando todo por la fuerza.
EL PERSONAJE TRAS EL MITO.
Grigori Yefímovich Rasputín nació en un pequeño pueblo de la Siberia Occidental un 21 de enero de 1869, en el seno de una humilde familia de campesinos. Fue el quinto de nueve hermanos de los cuales solo sobrevivieron dos, Rasputín y su hermana Feodosia. Rasputín, que no fue a la escuela como la mayoría de sus vecinos, era ya desde niño introvertido y algo extraño a ojos de quienes le conocían o trataban. Ya en su niñez hubo quién destacó ciertas dotes místicas como la clarividencia, que en su apogeo adulto continuaría "practicando". Siendo un adolescente Rasputín se empezó a dar a la bebida, algo que le causó algún que otro problema. En 1887 contrajo matrimonio con una mujer tres años mayor que él y tuvo tres hijos, pero aquella nueva vida de casado con una familia formada no le duraría demasiado, pues les abandonaría junto a todo lo demás para ingresar en un monasterio.
Entonces se sugirió que aquel inesperado y repentino cambio sería por culpa de la muerte de un niño, en la que posiblemente Rasputín pudo haberse visto implicado. Pese a todo tampoco duraría demasiado en aquel monasterio, ya que poco tiempo después ingresaría en una secta cristiana en la que se practicaban orgías y que tenía como lema "para llegar a la fe verdadera, hacía falta el dolor". Se atribuye de aquella época de su vida a Rasputín la frase: "Como más grandes sean tus pecados, más satisface a Dios perdonarlos". Durante aquella etapa Rasputín se convirtió en pieza clave de aquella fiestas y reuniones desenfrenadas sexualmente. Después de aquella experiencia conoció a un ermitaño que le influenció de tal manera que consiguió enderezarlo en la vida y que dejara la bebida, convirtiéndolo en un ferviente converso. Fue en ese instante donde su reputación de místico empezó a ser conocida.
En 1905 su vida cambiaría radicalmente, pues sería llamado por la mismísima Zarina Alejandra de Rusia, tras llegar a sus oídos las habilidades sanatorias de Rasputín. Los Zares rusos tuvieron 6 hijos de los cuales el pequeño Alexéi era el heredero al trono.
Alexéi sufría de hemofilia, una complicada enfermedad que sus padres se ocuparon de mantener en secreto para que no afectara a su ascenso al trono. En una de sus crisis, la Zarina desesperada llamaría a Rasputín para que consiguiera lo que los médicos eran incapaces de conseguir, curar o calmar el dolor de su hijo. En poco tiempo, se rumorea, con técnicas similares a las de la hipnosis, consiguió curar de forma temporal al pequeño Alexéi dejando profundamente marcados a sus padres, la Zarina y al Zar Nicolás II de Rusia que le acogerían como casi a uno de su familia en el mismo palacio, compartiendo momentos familiares que quedarían inmortalizados en algunas de sus fotografías.
En tiempo récord Rasputín consiguió ganarse la confianza de los Zares y su familia, algo que le permitió entrar en los círculos privados de la Jet set rusa, ofreciendo y vendiendo sus servicios como sanador a las mujeres y hombres de sangre noble y adineradas del país. Sobretodo a las mujeres, una debilidad que según se cuenta, en esas fiestas y reuniones le permitieron acostarse con infinidad de mujeres de alto rango social, a las que encandilaba y enamoraba con sus dotes oratorias y sus historias.
Pero fue esa fuerte influencia que ejercía sobre el Zar y su familia la que marcó el inicio no solo su fin, si no que también el atroz y sanguinario fin de los Zares.
SU MUERTE, UN BRUTAL ASESINATO.
Antes de morir ya corría por las calles rusas el sobrenombre de "Monje Loco", con el que se quiso dañar la imagen de Rasputín haciéndole parecer un hombre turbio y peligroso que estaba envenenando la razón del Zar. Su influencia era odiada por miembros de la nobleza rusa y militares de alto rango, que no aceptaban que un vulgar campesino tuviera tanta influencia sobre el Zar. Por todo ello el Príncipe Félix Yusúpov orquestó junto a diferentes miembros de la nobleza rusa y, como no hace mucho se desveló, junto a miembros del servicio secreto británico, también preocupados por la influencia que podría llegar a tener en decisiones que afectaran al rumbo de Rusia en la Primera Guerra Mundial y su apoyo al Reino Unido, un plan para asesinar a Rasputín.
El plan era sencillo, el Príncipe Yusúpov invitaría a Rasputín a su palacio el 30 de diciembre de 1916, con la supuesta intención de conocerlo por parte de su esposa. Cuando llegara sería acompañado hasta una sala en el sótano, donde mientras esperaba a la esposa de Yusúpov, que nunca llegaría por estar fuera del país, se le serviría un té con dulces, ambos letalmente envenenados con cianuro. Según escribió Yusúpov tiempo después, Rasputín habiendo ingerido tal cantidad de cianuro como para matar a un caballo, este se encontraba en perfecto estado, tanto que incluso agarró una guitarra y se lanzó a tocar una canción y cantar mientras esperaba. Posiblemente el cianuro estuviera en mal estado o la cantidad de azúcar que comió, rebajara los efectos del mismo. Sea como sea aquello hizo temer que aquel hombre fuera inmune al veneno.
Sus verdugos empezaron a impacientarse de tal forma que alguno de ellos convencieron a Yusúpov, para entrar en aquella habitación y asesinar a Rasputín de un disparo a quema ropa. Yusúpov disparó nada más entrar a Rasputín en el cuerpo y se marchó a comunicarlo a sus compinches. Estos le pidieron que se asegurara de que estaba muerto, pues nadie se fiaba del “Monje Loco”. Al volver e intentar tocarlo para comprobar su estado, Rasputín recuperó la conciencia e intentó arremeter contra él, zafándose del Príncipe. Uno de sus agresores declaró posteriormente que le dispararía en la calle por la espalda y a distancia mientras este escapaba, acertándole en la parte posterior del cráneo. El juicio que se celebró posteriormente estuvo repleto de inexactitudes y mentiras, con la intención de proteger a sus ejecutores. Ellos declararían a su vez que tras abatirlo lanzarían el cuerpo al río Neva, del que acabaría siendo rescatado su cadáver completamente helado. Pero aún faltaría conocer una parte del asesinato escondida y olvidada tras la revolución bolchevique, la parte más dura y salvaje de la muerte de Rasputín y que volvería a ver la luz hace unos años.
En realidad tras zafarse de Yusúpov, Rasputín fue inmovilizado y atado con cuerdas o cadenas, los conspiradores contra su vida comenzaron a golpearle brutal e indiscriminadamente. Cuando aún respiraba, pero moribundo, uno de los conspiradores, un agente secreto británico que estuvo desde el principio metido en el ajo, empuñó su pistola apuntando a la cabeza de Rasputín y disparó, terminando con la agonía del “Monje Loco”. Inmediatamente arrastraron su cuerpo hasta el río Neva y lo lanzaron. Pero aquello no hizo desaparecer el cuerpo y propició un juicio mediático que acabó con varios de los conspiradores que lograron ser identificados exiliados del país, entre ellos el Príncipe Yusúpov. Al rescatar el cuerpo se pudo averiguar que no pudo ser abatido por un disparo a distancia y por detrás, ya que presentaba un agujero de bala en la frente, además de múltiples ematomas y heridas que desfiguraban la cara de Rasputín y que certificaban la saña con la que se emplearon con él, tal y como se pudo comprobar tras encontrar la documentación archivada y "perdida" del caso no hace muchos años.
Despues de su muerte la historia continuó maltratando al personaje, como sucedió con sus restos que fueron enterrados junto al palacio de los zares y que, tras el levantamiento bolchevique sería desenterrado para ser quemado en el bosque. Rasputín no fue un auténtico místico, tampoco un monje, ni tan siquiera un sanador iluminado. Pese a su leyenda de cuasi inmortal, tampoco no fue nunca asesinado de formas distintas, murió de forma brutal y salvaje a manos de unas personas que lo despreciaban profundamente por su origen humilde y su capacidad de influenciar en la gente más poderosa. Rasputín es muy posible que solo fuera un embaucador, que bajo la apariencia de un ser puro se escondía alguien posiblemente mentiroso e incapaz de resistirse a los placeres de la carne, que escondía un pasado algo turbulento.
La leyenda y mito de Rasputín fue cada vez a más convirtiéndole casi en un ser sobrenatural, un brujo oscuro con intenciones no menos oscuras del que dudar si realmente no fue un personaje ficticio, propio del imaginario popular. Lo cierto es que Rasputín se convirtió en un personaje incómodo en un momento peligrosamente complicado, en el que Rusia se abocaba a una inevitable revolución que lo acabaría cambiando todo por la fuerza.
Gran entrada!!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, tanto que voy a mirar si encuentro alguna biografia novelada al respecto.
Gracias
un abrazo!
https://similocuramedeja.blogspot.com/
¡Gracias! Pues ya contarás si encuentras alguna.
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