Los secretos del Oro Confederado.

En abril de 1865 el presidente del gobierno confederado Jefferson Davis, su familia y parte de sus aún fieles seguidores huyen de la recién instaurada nueva capital Confederada en la ciudad de Richmond (Virginia), tras el anuncio por parte del general Robert E. Lee, comandante del ejército Confederado de Virginia del Norte, que informaba del avance imparable del ejército de la Unión. En dicho comunicado instaba a Davis abandonar la ciudad para evitar ser capturado. En esa huida Jefferson Davis mandaría cargar un tren con las reservas de los Confederados, más donaciones de joyas por parte de las mujeres de clase alta sureña para la causa, valorado todo en unos 500.000 dólares de la época entre oro y plata. A parte de los fondos de los bancos de Richmond que ascenderían a otros 450.000 dólares del momento. El 10 de mayo de 1865 Jefferson Davis sería detenido por el 4º de Caballería de Michigan, aunque de todo aquel tesoro se dice que no se encontró nada, salvo unos pocos billetes que llevaba encima Davis. Así empieza la leyenda del Oro Confederado.


En ese momento la leyenda del oro o tesoro perdido cobra fuerza y varias hipótesis conspiranóicas pasan a formar parte para siempre de la cultura popular norteamericana. Teorías que van desde la posibilidad de que dichas riquezas fueran escondidas por diferentes familias de clase alta sureña, con la intención de utilizarlas tras la Guerra de Secesión en políticas sociales que ayudaran a las familias maltrechas por la guerra de altos cargos Confederados, que quedaron arruinadas durante la guerra. Eso explicaría el repunte económico en según que lugares del Sur, así como el resurgimiento y creación de nuevas fortunas en familias con cierto pasado. Otra teoría habla del robo por parte del mismo 4º de Caballería de Michigan que logró encontrar y detener a Jefferson Davis. Otra tiene que ver con la posibilidad de que se lo repartieran entre los miembros del gobierno Confederado, con la premisa de gastarlo como buenamente pudieran, siempre y cuando favoreciese los intereses Confederados. O incluso existen las teorías que asegurarían que el tesoro fue enterrado de forma secreta en plena huida, al ver que la Unión les pisaba los talones, para cuando la cosa se calmase volver a por él. Incluso la que habla que ha día de hoy el Oro Confederado sigue custodiado por una orden secreta llamada los Caballeros Dorados, encargados de protegerlo y esconderlo hasta, llegado el momento, que sirviera para financiar un nuevo levantamiento del Sur.

Este es uno de los tesoros con más leyenda que existe, aunque la realidad puede ser bastante diferente. Efectivamente existió dicha huida de Jefferson Davis con todo aquel “tesoro”, que no fueron los varios millones de los que en algunos foros se habla. Cuando fue capturado, Jefferson Davis depositó en una caja fuerte de Washington (Georgia) los 450.000 dólares que pertenecían a los bancos de Richmond, con la finalidad de que fueran devueltos a sus legítimos dueños, pero de la famosa reserva en oro y plata que completaba la carga del tren de huida nunca más se supo.

Investigaciones posteriores hablan de que a primeros del mes de mayo de 1865, aquella fortuna Confederada fue dilapidada en pocos días. De varios documentos y posteriores obras literarias que estudiarían el misterio, se extraería que los miembros del gobierno Confederado tuvieron que pagar unos 108.000 dólares a las tropas destinadas a escoltarles, más 40.000 dólares en suministros que serían gastados en Washington y Augusta (Georgia).

El 4 de mayo de 1865, Jefferson Davis anunciaría la disolución del gobierno Confederado y haría entrega, a dos oficiales de la marina Confederada, la cantidad de 86.000 dólares que le habrían quedado de fondo al ya disuelto gobierno Confederado, con la idea de que no cayera en manos de la Unión, sacándolos del país hasta llegar al Reino Unido. Pero aquellos 86.000 dólares jamás llegarían a Europa, algo que motiva la creencia, entre algunos, de que el auténtico Oro Confederado, o lo que quedó de él, fueron esos 86.000 dólares e incluso que fue robado, perdiéndosele para siempre la pista pese al optimismo de muchos caza tesoros que siguen los pasos del famoso Oro Confederado.

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