Los fantasmas del Vuelo 401.

El 29 de diciembre de 1972 el vuelo 401 de Eastern Airline se hizo tristemente célebre. Despegó del aeropuerto JFK de Nueva York destino al aeropuerto Internacional de Miami, un vuelo fácil y rutinario en el día a día de unos pilotos experimentados con muchas horas de vuelo al frente del modelo Tristar, concretamente el Lockheed L-1011. Pero el 401 nunca llegaría a aterrizar en su destino estrellándose en los pantanosos Everglades donde perderían la vida sus pilotos y 101 de los 163 pasajeros, además de 2 de las 10 azafatas que volaban aquel día. Tras el accidente una serie de sucesos vividos en otros vuelos convertirían al desastre del 401 en un misterio vivido por muchas personas y, tal vez, el más documentado de la historia de los vuelos de pasajeros.


Robert Albin conocido como Bob Loft y Albert John Stockstill eran el piloto y copiloto del vuelo 401 y Don Ald Louis conocido como Don Repo y Angelo Donadeo eran el ingeniero de vuelo y el oficial técnico de la línea aérea. Se empezó a forjar el desastre durante las maniobras de aproximación y aterrizaje al aeropuerto de Miami. Los pilotos desplegaron el tren de aterrizaje pero la bombilla de color verde que indicaba que el tren estaba completamente desplegado no se encendía. La oscuridad de la noche impedía a la torre de control confirmar que las ruedas estuvieran desplegadas, por lo que el piloto Bob Loft decidió ganar altura y disponerse a sobrevolar el aeropuerto hasta solucionar el problema, aprovechando que tenían combustible suficiente. Mientras tanto el copiloto Stockstill desmontó el panel donde estaba esa bombilla comprobando que estaba fundida. Don Repo  y Donadeo bajaron a la sala aviónica del avión situado en la barriga del avión para intentar averiguar a través de una de las ventanillas de dicha sala, si el tren de aterrizaje había desplegado correctamente las ruedas. Bob Loft conectaría el piloto automático para poder centrarse en la solución de aquel problema, cuando en la sala aviónica donde estaba el centro electrónico del aparato saltó una alarma que llamó poderosamente la atención de Don Repo y Donadeo. ¡El vuelo estaba perdiendo altura progresivamente! El piloto automático estaba programado para descender al llegar a aquellas coordenadas para poder aterrizar, pero ninguno de los dos pilotos se percató de ello hasta que ya era demasiado tarde porque andaban demasiado absortos en el contratiempo de la bombilla fundida. El vuelo 401 se estrelló en los Everglades dejando tras de si un reguero de muerte y destrucción. 101 de 165 pasajeros perdieron la vida, además de 2 azafatas y Don Repo y Donadeo. Bob Loft y Stockstill fueron rescatados con vida y trasladados al hospital, pero fallecerían al llegar debido a la importancia de sus heridas. Una tragedia que sacudió a la sociedad norteamericana en aquellas fechas tan señaladas.





Al ser un avión nuevo la compañía decidió aprovechar como repuestos algunas piezas rescatadas en el accidente para instalarlas en otros Tristar en funcionamiento. Ahí es donde curiosamente se iniciaría el misterio que se viviría en diversos vuelos con varios y diferentes testigos que darían buena fe de lo ocurrido.

En 1974 una publicación seria y respetada sobre seguridad aérea, la "US Flight Safety Foundation", recopilaría los diferentes casos y rumores asociados nada más y nada menos que a la aparición del piloto Bob Loft y el ingeniero Don Repo tras su muerte en varios vuelos de modelos Tristar. En ellas se relataba como varios pasajeros con miedo a volar aseguraban haber sido tranquilizados tras una breve charla por pilotos uniformados, que habían tenido la deferencia de sentarse junto a ellos para ayudarles a sobreponerse a sus miedos. Al pedir a las azafatas poder trasladar los agradecimientos a dichos pilotos, las azafatas habrían afirmado que ningún piloto habría salido de cabina durante el vuelo. Tras iniciar una serie de investigaciones se les enseñaría a esos pasajeros las fotos de Bob Loft y Don Repo para identificarlos, reconociéndolos en todos los casos.
 


Bob Loft y Don Repo también serían vistos por el vice-presidente de Eastern Airlines que aseguraría haber estado conversando con el piloto del vuelo de pasajeros en el que viajaba cuando en realidad era el fallecido Bob Loft. Un piloto y varias azafatas aseguraron haberse cruzado en el pasillo del avión con otro piloto con el que conversaron todos juntos amablemente, hasta que este prosiguió su camino por el pasillo desvaneciéndose al final del mismo. Aquel vuelo acabaría por suspender su despegue al no encontrar a ese piloto que poco después identificarían como Bob Loft. En otro vuelo que como los demás tenía piezas recuperadas del 401, en este caso toda la cocina, una azafata vio reflejada en la puerta de cristal del horno la cara de un oficial, asustada llamó a otra azafata y al ingeniero de vuelo que terminaría reconociendo el rostro de Don Repo, ya que lo había conocido en vida, que les dejaría un mensaje de advertencia: "Vigilar incendios en pleno vuelo". Aquel vuelo tendría un problema con un motor que acabaría incendiándose, por suerte el vuelo pudo ser reconducido al aeropuerto con éxito y sin peligro. En otros vuelos identificarían a Don Repo siendo en un vuelo en la bodega del avión mientras el ingeniero de vuelo revisaba la misma, se encontraría con Don Repo que le diría: "No te preocupes por la inspección, ya la he hecho yo".  En otro un ingeniero de vuelo entraría en cólera al ver a otro ingeniero reparando un horno de cocina del avión, ya que no entendía como en un vuelo podían haber dos ingenieros, ese ingeniero acabaría siendo identificado como Don Repo.

Todos estos y más casos serían hechos públicos gracias a la publicación mencionada más arriba y a una novela que se hizo famosa, en la que trataba gran cantidad de casos de pasajeros y tripulación de distintos aviones que tuvieron experiencias similares en las que tanto Bob Loft como Don Repo se les aparecieron, como si aún fueran de carne y hueso.




La compañía aérea Eastern Airlines con el tiempo y en vistas de que el asunto pudiera escapárseles de las manos, puso tierra de por medio y comenzó a sustituir todas aquellas piezas recuperadas del vuelo 401 siniestrado en otros aviones, en un intento de tal vez calmar tanto a tripulaciones cada vez más preocupadas y, por supuesto también, pasajeros que temían subirse a sus aviones por estar presuntamente encantados. No sin antes llegar incluso a pedir la mediación de algún miembro de la comunidad eclesiástica para que bendijera parte de su flota en respuesta a las quejas e inquietudes de sus trabajadores.

Bob Loft y Don Repo dos fantasmas apegados a su profesión y, porqué no, en vida a su pasión que les hizo seguir viajando en cada vuelo que portara aunque fuera un pequeño fragmento del vuelo 401.

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