El Sillón del Diablo.

Corría el año 1550, un año en el que se inauguraría la primera cátedra de anatomía humana de España dentro de la Facultad de Medicina de Valladolid. Para aquel entonces realizar autopsias o disecciones humanas estaba prohibido bajo penas gravísimas en las que la propia vida podía correr peligro, pero aquel mismo año el director de la Universidad Alfonso Rodríguez De Guevara obtendría el permiso real para practicar las primeras disecciones oficiales, un hito para la historia de la medicina del país. Atraído por el estudio de la anatomía humana llegaría a la Universidad un joven de 22 años llamado Andrés De Proaza.

Aquel año la policía buscaba el paradero de un niño de 9 años que había desaparecido por el lugar. Unos días después vecinos de la calle donde vivía De Proaza denunciaron que del sótano de la casa del joven estudiante se escuchaban lloros y gemidos que parecían de niño, además de otros extraños ruidos que no sabían describir y restos de sangre que salían de aquellos bajos y que terminaban en el río. Al llegar la policía al lugar y bajar al sótano lo que encontraron les debió dejar aterrorizados. En una mesa de madera reposaba el cuerpo del niño de 9 años abierto en canal y desmembrado. A su lado de igual forma aparecieron cuerpos de perros y gatos que parecían conformar la viva imagen del horror.

La policía no tardó en apresar a Andrés De Proaza que hizo unas declaraciones sorprendentes asegurando que todo lo que hacía era gracias a un pacto con el diablo. Según especificó su pacto consistía en que cada vez que se sentaba en el sillón de madera que tenía en su escritorio, que le había sido entregado por un nigromante, el diablo le hacía poseedor del conocimiento necesario para llevar a cabo todas sus ideas y teorías sobre anatomía que en un principio solo realizaba con animales hasta que aquel pobre niño se cruzó en su camino. 

De Proaza fue condenado por la inquisición española a morir en la hoguera por los delitos de secuestro, asesinato, nigromancia y pactar con el diablo. Sus posesiones personales como su casa y el macabro sillón fueron puestos a subasta sin mucha fortuna ya que la fama que perseguía a De Proaza impedía que la gente se atreviera a adquirir nada que hubiera sido suyo.

En 1909 la Universidad de Valladolid fue derribada a excepción de su fachada, que se conservó para levantar una nueva Universidad en su lugar. La silla en cuestión de madera de nogal y asiento y respaldo de cuero marrón oscuro estuvo almacenada patas arriba en la misma capilla de la universidad olvidada hasta entonces, cuando fue trasladada al Museo arqueológico de Valladolid donde hoy se expone al público.

Pero la leyenda no solo acaba ahí ya que antes de ser trasladado ese sillón hubieron dos sucesos que alarmaron a los responsables de la Universidad y que les llevaron a tomar medidas. Cuando la Universidad se hizo cargo de ese sillón lo dejó en el rincón de un almacén olvidado. Un buen día el bedel del centro entró en el almacén y al ver el sillón decidió tomarse un respiro y sentarse un rato a descansar. Al día siguiente fue encontrado en aquel rincón muerto sentado en aquel sillón maldito. Al poco tiempo el sustituto de ese bedel encontró en el mismo lugar el sillón y también decidió aprovechar para sentarse y descansar, siendo encontrado de igual manera muerto sentado en lo que se conocía ya como la Sillón del Diablo. El sillón sería entonces guardado patas arriba para evitar que nadie más tuviera la tentación de sentarse.

Hoy en día el Sillón del Diablo que se remonta al siglo XVI de antigüedad, se expone en el Museo de Arqueología de Valladolid y entre sus dos reposabrazos hay colocada una pequeña cuerda roja para impedir que nadie pueda sentarse y sufrir la maldición del Diablo.