Reseña de cómics: La ciudad de los prodigios, la novela gráfica de Claudio Stassi basada en la de Eduardo Mendoza.

La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza llegó a mis manos en el instituto, como lectura obligatoria de un trimestre. Lo que consiguió esta reconocida obra fue despertar en mí un amor por la literatura que jamás olvidé. Por eso, cuando supe que el dibujante italiano Claudio Stassi —afincado en la ciudad condal— se lanzó a adaptarla como novela gráfica, tuve la necesidad de comprobar el resultado. Tras pedirla a préstamo en la biblioteca de mi barrio, aquí te cuento mi reseña de cómics sobre La ciudad de los prodigios.



En el período comprendido entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, con el telón de fondo de una ciudad tumultuosa, agitada y pintoresca, real y ficticia, asistimos a las andanzas de Onofre Bouvila, inmigrante paupérrimo, repartidor de propaganda anarquista y vendedor ambulante de crecepelo, y su ascensión a la cima del poder financiero y delictivo.

Mendoza, en la novela original, nos propone un singularísimo avatar de la novela picaresca y un brillante carrusel imaginativo de los mitos y fastos locales. Una fantasía satírica y lúdica cuyo sólido soporte realista inicial no excluye la fabulación libérrima.
Para mí, hablar de La ciudad de los prodigios son palabras mayores. Pese a que he leído algo más de Eduardo Mendoza, autor que más me gusta desde joven, es precisamente esta la que más me cautivó.

En su prólogo, Claudio Stassi demuestra que él también fue una de las muchas personas que quedaron encandiladas por esta imprescindible obra de la literatura catalana y española, que solo el bueno de Eduardo Mendoza es capaz de crear.

En la adaptación al cómic, Claudio Stassi logra plasmar perfectamente esos momentos de la novela en la que se basa, aunque para adaptarse al medio tuvo que recortar, a mi juicio, demasiado de la original, sintiéndose más como un resumen estructurado del libro.


Stassi comienza ya con el protagonista de la historia Onofre Bouvila llegando a Barcelona, en plena preparación de la Exposición Universal de 1888. A partir de ahí, va quemando etapas de forma mucho más rápida que la novela original, desde ese niño de pueblo sin nada, con más buenas intenciones que otra cosa, hasta llegar al Onofre más calculador, manipulador y poderoso de su etapa algo más adulta en adelante. 

El ritmo igualmente es ágil, pero en ocasiones demasiado apresurado si vienes de la novela. 


Se echa de menos profundizar en personajes como Delfina, esenciales en la novela, que en el cómic quedan apenas esbozados. 

El dibujo es una delicia y capta el espíritu de la original. La utilización de los trazos, como los de las paletas de colores son geniales y funcionan muy bien en el momento de transmitir calidez o frialdad.

La documentación histórica que el autor realizó de la época, tal y como el mismo reconoce, para plasmar esa Barcelona de finales del XIX y principios del XX es exquisita. Realmente el apartado gráfico se disfruta muchísimo.



En definitiva, la adaptación al cómic de La ciudad de los prodigios por Claudio Stassi es una obra visualmente cautivadora. No sustituye al clásico de Eduardo Mendoza, pero sí lo complementa y abre una puerta ideal para quienes quieran descubrir esta historia cargada de sátira, ambición y la Barcelona de finales del XIX y principios del XX.




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