Hinterkaifeck: el espeluznante crimen sin resolver que conmocionó a Alemania.

En la tranquila Baviera rural de los años 20, entre campos cubiertos de nieve y aldeas silenciosas, se esconde una de las historias más escalofriantes de la crónica negra europea. En la granja Hinterkaifeck, una familia entera fue brutalmente asesinada en circunstancias tan inexplicables que ni un siglo después los expertos han logrado desentrañar el misterio.

Este es el enigma de los asesinatos de Hinterkaifeck, el crimen que convirtió una granja alemana en leyenda.

🔥Esta entrada de marzo de 2019 ha sido actualizada y republicada, con mejoras en el contenido.

Criminólogos en pleno siglo XXI siguen intentando indagar en las pruebas que se conservan del caso, para averiguar los secretos de un crimen que dejó consternada a la sociedad alemana de aquel tiempo, generando mitos y leyendas que aún perduran. 


Preludio de un crimen.

En pleno bosque de la localidad de Groebern, no muy lejos de la ciudad de Múnich y a tan solo 1 km del pueblo más cercano, se situaba la granja Hinterkaifeck. Aquella granja era propiedad de la familia Grueber, una familia conocida en los alrededores por ser esquiva y algo conflictiva. 

Aquella familia de cinco miembros la componían: 
  • Andreas Grueber, un hombre constantemente malhumorado, muy poco sociable y que maltrataba sistemáticamente a su mujer. 
  • Cazilia era la mujer de Andreas, una mujer reprimida por culpa de un marido autoritario y maltratador. 
  • La hija del matrimonio se llamaba Viktoria, que tenía dos hijos llamados Cazilia, como su abuela, y Josef
El pequeño de los niños, Josef, nació tiempo después de que su supuesto padre muriera en la guerra, algo que avivó los rumores de una relación extramatrimonial de Viktoria, que le habría pasado factura en lo social y en la familia.


Las huellas en la nieve y extraños sucesos.

Todo comenzó en otoño de 1921, cuando María, la empleada de la familia, decidió renunciar a su empleo y marcharse de aquella casa y del pueblo. Tiempo después, María reconocería que en aquella casa se escuchaban ruidos extraños que provenían de habitaciones vacías y de arriba en el ático. María creía que la granja estaba maldita o habitada por algún tipo de entidad peligrosa.



Solo 6 meses después de la marcha de la empleada, ya en 1922, aparecieron unas huellas en la nieve que se dirigían directamente hasta la casa. Aquellas huellas marchaban en línea recta y se paraban justo delante de la entrada de la casa, pero sin pruebas de que alguien hubiera entrado furtivamente en el hogar de los Grueber

Tras eso, los Grueber detectarían la desaparición de un manojo de llaves, como la caja de herramientas habría sido forzada o la aparición de un periódico a los pies de la entrada de la casa, que no era de nadie de la familia. 

También, sobre aquella época, Andreas Grueber habría sido testigo de aquellos ruidos nocturnos que despertaron tantas veces a su antigua empleada y que él mismo llegó a negar. Poco tiempo después la familia contrató a una nueva empleada, también llamada María, y que no tardó demasiado en comprobar que en la granja Hinterkaifeck sucedían cosas extrañas.

El 4 de abril de 1922 todas las alarmas saltaron en el pueblo. Hacía prácticamente una semana que nadie había vuelto a ver a ninguno de los miembros de la familia. 

La hija de Viktoria llevaba días sin asistir al colegio, tampoco habían acudido a la iglesia en domingo. Su correo llevaba varios días olvidado y tirado en el suelo. 


El macabro hallazgo en la granja Hinterkaifeck.

Todo el mundo sospechaba que algo les podía haber sucedido y los rumores sobre un posible encantamiento de la granja, no cesaban. Pero nadie podía imaginar lo se escondía en el interior del hogar de los Grueber.

Cuando la policía llego a la granja, encontraron los cuerpos de Andreas, Cazilia (la mujer de Andreas), Viktoria y su hija dentro del granero ocultos entre paja, colocados de forma ordenada y rodeados de grandes charcos de sangre.



El horror continuaría dentro de la casa donde descubrieron el cuerpo de la empleada de los Grueber muerta en su dormitorio en mitad de un charco de sangre y, tal vez el hallazgo más impactante de todos, el cuerpo del pequeño Josef en su cuna, empapada en su propia sangre. Alguien había asesinado a la familia golpeándoles la cabeza con un pico que había entre las herramientas de la granja.


 

Los trabajos forenses determinaron que las muertes pudieron haberse producido el viernes 31 de mayo, aunque algo desconcertaba a la policía. 

Durante el fin de semana varías personas aseguraron haber visto que tanto las luces de la casa, como la chimenea habían estado funcionando. Dentro de la casa y en la misma granja, parecía que la normalidad había reinado pese a los asesinatos, pues había pruebas de que alguien había estado cocinando, comiendo y, en definitiva, viviendo unos días en la granja, en la que incluso habían cuidado de los animales y atado al perro de los Grueber, para evitar que se escapara.

La policía alemana fue incapaz de encontrar al culpable. La criminología de entonces no estaba tan avanzada como hoy, por lo que también aquello dificultaba la investigación. 


Las teorías y los sospechosos.

Varios serían los sospechosos de aquel macabro múltiple homicidio, desde la antigua empleada de los Grueber, pasando por el cartero que estuvo en el lugar del crimen pocas horas antes que la policía, hasta un posible asesino en serie que pudo haber llegado en tren —la estación estaba muy cerca de allí— y haber cometido aquellos asesinatos, mientras se escondía en la granja espiando a la familia. 

Incluso el vecino de los Grueber, un hombre con el que se rumoreaba que Viktoria le había sido infiel a su marido mientras combatía en el frente, que además podría ser el padre de Josef, fue uno de los sospechosos que barajó la policía. 

Cualquiera en el pueblo y alrededores que conociera a los Grueber, podría haber tenido motivos para vengarse de ellos, pero el que ha pasado a la historia como principal sospechoso fue marido de Viktoria. Un hombre que teóricamente murió en la guerra, pero del que jamás se pudo recuperar su cuerpo y del que se sospechaba pudiera haber vuelto a casa, tras largo tiempo, y haberse vuelto loco al comprobar como su mujer le había sido infiel.


Un misterio que sigue vivo un siglo después.

Con el paso de las décadas, el caso Hinterkaifeck ha alimentado teorías de todo tipo: desde fantasmas y asesinos en serie, hasta venganzas familiares y secretos inconfesables. Ninguna ha conseguido cerrar definitivamente la herida que dejó aquel crimen.

Puede que la verdad sobre Hinterkaifeck se haya perdido para siempre… o quizá siga allí, enterrada bajo la nieve, esperando ser descubierta.




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