Los asesinatos de Hinterkaifeck.

La historia de la criminología tiene en su haber ejemplos claros de crímenes extraordinariamente complicados de resolver. Posiblemente uno de los más mediáticos de la historia, el de los Asesinatos de Whitechapel en la mismísima Londres y protagonizado por el misterioso Jack el Destripador, es uno de ellos. Aunque en una modesta región de Baviera en la Alemania de los años 20, se produjeron una serie de muertes que aún hoy son todo un misterio. Aquellos asesinatos serían conocidos como Los Asesinatos de Hinterkaifeck.

Criminólogos en pleno siglo XXI siguen intentando indagar en las pruebas documentales del caso, para averiguar los secretos de un crimen que dejó consternada a la sociedad alemana de la década de los años 20, generando mitos y leyendas que aún perduran. En pleno bosque de la localidad de Groebern, no muy lejos de la ciudad de Munich y a tan solo 1 km del pueblo más cercano que era Kaifeck, se situaba la granja Hinterkaifeck. Aquella granja era propiedad de la familia Grueber, una familia conocida en los alrededores por ser esquiva y algo conflictiva. Aquella familia de 5 miembros la componían: Andreas Grueber un hombre constantemente malhumorado, muy poco sociable y que maltrataba sistematicamente a su mujer. Cazilia era la mujer de Andreas, una mujer reprimida por culpa de un marido autoritario y maltratador. La hija del matrimonio se llamaba Viktoria, que tenía dos hijos llamados Cazilia y Josef. El pequeño de los niños, Josef, nació tiempo después de que su supuesto padre muriera, algo que avivó los rumores de una relación extra matrimonial de Viktoria, que le habría pasado factura no solo solcialmente si no que también en el seno de una familia, donde el cabeza de familia Andreas Grueber era también durísimo tanto con Viktoria como con sus propios nietos.

Todo comenzó el otoño de 1921 cuando la empleada de la familia que se llamaba María, decidió renunciar a su empleo y marcharse de aquella casa y del mismo pueblo. Tiempo después María reconocería que durante las noches en la casa de los Grueber se escuchaban ruidos extraños, que provenían de habitaciones vacías y el ático. Ante el miedo a que pudiera suceder algo en aquella casa que la asustaba, decidió marcharse lo más lejos que pudiera de aquel lugar y de los Grueber, considerando a la granja maldita o habitada por algún tipo de entidad.


Solo 6 meses después de la marcha de María, ya en 1922, aparecieron las primeras huellas en la nieve que se dirigían directamente hasta la casa. Aquellas huellas marchaban en línea recta y se paraban justo delante de la entrada de la casa, pero sin ningún tipo de indicio que hiciera pensar qué alguien hubiera accedido al hogar Grueber. A aquellas huellas en la nieve les seguirían otras también extrañas, además de la desaparición de un manojo de llaves, el descubrir la caja de herramientas forzada o la aparición de un periódico a los pies de la entrada de la casa que no era de nadie de la familia. También sobre aquella época, Andreas Grueber sería testigo de aquellos ruidos nocturnos que despertaron tantas veces a su antigua empleada y que él mismo llegó a negar, hasta ese momento en el que ahora él no lograba averiguar de donde provenían ni que los provocaba. Poco tiempo después la familia contrató a una nueva empleada también llamada María y que no tardó demasiado en comprobar que en la granja Hinterkaifeck sucedían cosas extrañas.

El 4 de abril de 1922 todas las alarmas saltaron en el pueblo. Hacía prácticamente una semana que nadie había vuelto a ver a ninguno de los miembros de la familia. La hija de Viktoria llevaba días sin asistir al colegio, no habían acudido a la iglesia en domingo, algo extraño por lo devotos que eran y porqué Cazilia era miembro del coro de la misma. Tampoco habían recogido el correo de varios días. Todo el mundo sospechaba que algo podía haber sucedido, los rumores del encantamiento de la granja no ayudaban, pero lo que nadie podía imaginar nunca fue el desenlace de todo aquello.

Cuando la policía llego a la granja encontraron los cuerpos de Andreas, Cazilia, Viktoria y su hija dentro del granero ocultos entre la paja, colocados de forma ordenada y rodeados de grandes charcos de sangre.


El horror continuaría dentro de la casa donde encontrarían el cuerpo de la empleada de los Grueber muerta en su dormitorio rodeada de mucha sangre y, tal vez el más impactante de todos, el cuerpo del pequeño bebe Josef en su cuna encharcado en su propia sangre. Alguien había asesinado a la familia golpeándoles la cabeza con un pico que había entre las herramientas del campo en la granja.



La policía determinó que el asesino pudo haber atraído a las cuatro víctimas del granero hasta allí, donde habría terminado con ellas silenciosamente, para después cerrar ese círculo de muerte en la casa mientras Josef y María dormían. Los trabajos forenses determinaron que las muertes pudieron haberse producido el viernes 31 de mayo, aunque algo desconcertaba a la policía. Durante el fin de semana varías personas aseguraron haber visto que tanto las luces de la casa, como la chimenea habían estado funcionando. Dentro de la casa y en la misma granja parecía que la normalidad había reinado más allá de aquellos terribles asesinatos, pues habían pruebas de que alguien había estado cocinando, comiendo y en definitiva viviendo unos días en la granja, en la que incluso había cuidado a los animales y atado al perro de los Grueber para evitar que se escapara.

Pese a lo terrible de todo aquello la policía fue incapaz de encontrar al culpable, que se había ocupado de ser bien cuidadoso para al menos durante unos días no levantar sospechas. La criminología de entonces no estaba tan avanzada como hoy, por lo que también aquello dificultó la investigación. Varios serían los sospechosos de aquel macabro homicidio múltiple, desde la antigua empleada de los Grueber, pasando por el cartero que estuvo en el lugar pocas horas antes que la policía, hasta un posible asesino en serie que pudo haber llegado en tren (la estación estaba muy cerca de allí) y haber cometido aquellos asesinatos, mientras se escondía en la granja espiando a la familia. Incluso el vecino de los Grueber, un hombre con el que se rumoreaba que Viktoria le había sido infiel a su marido mientras el combatía en el frente, que además podría ser el padre de Josef repudiado por Andreas Grueber por la vergüenza que suponía esa infidelidad en su familia, fue uno de los sospechosos que barajó la policía. Lo cierto es que cualquiera en el pueblo y alrededores que conociera a los Grueber y que tuviera tendencias homicidas, podría haber tenido “motivos” para vengarse de ellos. Pero el que curiosamente ha pasado a la historia como principal sospechoso el propio marido de Viktoria, un hombre que teóricamente murió en la guerra pero del que jamás se pudo recuperar el cuerpo y del que se sospechaba, que pudiera haber vuelto a casa tras un largo tiempo y haberse vuelto loco al comprobar como su mujer le había sido infiel, hasta el punto de tener un hijo con otro hombre. Una teoría algo cogida con pinzas pero que realmente podría haberse producido.

Décadas de dudas envuelven Hinterkaifeck, hasta el punto de ser el crimen más misterioso de la historia contemporánea alemana.


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