Crónica del terror desde Vallecas.
La noche del 27 de noviembre de 1992 una llamada al teléfono de la policía desde un domicilio de la calle Luís Marín número 8 del barrio de Vallecas, generaría uno de los más conocidos expedientes X de la policía nacional documentado nada más y nada menos que por dos patrullas enviadas al domicilio.
Todo comienza en el año 1992 cuando una joven llamada Estefanía Gutiérrez se reunía con sus amigas en los baños del instituto para realizar rudimentarias sesiones de ouija. No fue la primera sesión que llevaron a cabo juntas. Por lo visto una de esas amigas había perdido a su novio en un accidente de tráfico y tenía la firme convicción de contactar con él a través del tablero. Pero en esa sesión algo salió mal aparentemente. El vaso que estaban utilizando y que por lo visto se movió, reventó en pedazos y del mismo surgió lo que ellas describieron posteriormente como un humo negro que se introdujo a través de la boca de Estefanía que terminó desmayándose. Las jóvenes asustadas llamaron a una profesora que acudió a asistirlas y descubrió lo que hacían a escondidas en ese baño. A partir de ahí la joven comenzaría a comportarse de forma extraña, cambiando su forma de ser, mostrándose agresiva en algunas ocasiones y triste o retraída en otras. Llegado a un momento Estefanía comenzó a sufrir ataques de epilepsia en su casa, en el instituto y allá donde fuera. También decía tener sueños extraños en los que personas extremadamente delgadas, altas y sombrías la llamaban para que se fuera con ellas. Debido a sus ataques Estefanía estuvo ingresada. La joven se mostraba muy agresiva en ocasiones profiriendo insultos de todo tipo con voces guturales y posturas imposibles que no hacían más que asustar a sus padres. Estefanía no tardó mucho en sufrir otro ataque en el que se mostró muy agresiva, aunque en esta ocasión sería el último ya que desgraciadamente moriría.
Los médicos no lograron dar una explicación al respecto de su muerte ya que tampoco lograron diagnosticar nada más grabe en sus estudios. Tras su muerte la familia pasó unos meses donde poco a poco iban recobrando la normalidad hasta que su madre Concepción, empezó a sentir cosas "raras" un día mientras dormía. Llegó a asegurar que alguien le tocaba los pies o las manos mientras dormía, así como haber escuchado en el pasillo del domicilio una voz de lo que parecía una niña decir "mamá". Los fenómenos continuaron haciéndose tan evidente que el resto de la familia pudieron verlos. Las otras dos niñas pequeñas de la familia pudieron presenciar fenómenos en su habitación así como una extraña sombra que entraba rectando en la misma. Muebles que se movían, puertas que se abrían y cerraba, cuadros que giraban, crucifijos que se volvían del revés, golpes en las paredes, caídas bruscas de temperatura e incluso una extraña y aterradora respiración que se sentía en el pasillo. Todo ello junto a esa extraña sombra que en ocasiones aparecía de improvisto y seguía a los miembros de la familia atemorizándoles. Incluso Máximo el padre de familia decidió poner detectores de movimiento en el pasillo de casa, después de ser aconsejado por un familiar, saltando dicho detector constantemente pese a no haber nadie. La familia aguantó todo lo que pudo hasta que Máximo decidió una noche de noviembre de ese año descolgar el teléfono para avisar a la policía, mientras todos los miembros de la familia se apretaban en el salón cerrando todas las puertas y presenciando uno de los fenómenos más aterradores sufridos, una foto de Estefanía dentro de un marco encima de un mueble empezaba a quemarse parcialmente sin dañar ni al cristal ni al marco.
La policía recibió la denuncia de un hombre muy alterado que pedía ayuda, por lo visto unos fenómenos extraños estaban ocurriendo en su casa. Se decidió desplazar al domicilio a dos patrullas para que fueran a ver que estaba pasando. Al llegar al portal Máximo estaba en pijama fumando en plena calle de noche y con un frío evidente. Atendió a los agentes y les acompañó hasta el piso. Al subir los policías se encontraron a una familia muy asustada confinada en el salón de su casa. Intentaron tranquilizarles y se dispusieron a investigar por la casa. Dos agentes recorrieron el domicilio y entraron en la habitación que había sido de Estefanía, allí vieron como un crucifijo empezó a moverse mientras saltaba disparado el cristo de cerámica del mismo. Los agentes sorprendidos pudieron ver como uno de los posters colgados de la pared al lado del crucifijo estaba roto como si una garra lo hubiera pasado por encima. De mientras los otros agentes estaban sentados con la familia en el salón cuando un fuerte ruido se aprecia en el balcón de la vivienda. Allí no había nada pero sin duda aquello no iba a ser lo único que vivirían esa noche, ya que pudieron presenciar como puertas de armarios se abrían sin más y como, de una pequeña mesa donde estaba el teléfono de la casa, surgía lo que ellos describieron en su informe como unas babas marrones. Todo aquello empezó a volverse más loco y aterrador en aquel lugar de donde mandaron a la familia salir de allí. Uno de de los policías mientras salía desenfundó su arma a la voz de "A esta casa no vuelvo más".
Los agentes relataron todo lo que vieron y vivieron en aquel lugar. Se convencieron de que allí no había truco, no había farsa alguna que explicara de forma lógica lo que esa familia decía haber estado padeciendo desde hacía meses. La familia Gutiérrez buscó ayuda donde pudo acudiendo a investigadores del misterio y programas de televisión que les pudieran ayudar a dar luz a una historia de sombras. Posiblemente todo tuviera algo que ver con aquella sesión de ouija, algunos argumentaban que la familia vivía sugestionada y que a su vez sugestionó a los agentes que acudieron a su llamada de auxilio, pero un dato aportó aún más misterio al asunto. Concepción poco tiempo antes de que "enfermara" su hija vio morir a su padre en su misma casa, el cual sus últimas palabras fueron: "voy a hacerte la vida imposible". Hoy la familia vive desde hace un tiempo tranquila en otra vivienda y los actuales residentes de la misma aseguran no haber notado nada extraño.
Todo comienza en el año 1992 cuando una joven llamada Estefanía Gutiérrez se reunía con sus amigas en los baños del instituto para realizar rudimentarias sesiones de ouija. No fue la primera sesión que llevaron a cabo juntas. Por lo visto una de esas amigas había perdido a su novio en un accidente de tráfico y tenía la firme convicción de contactar con él a través del tablero. Pero en esa sesión algo salió mal aparentemente. El vaso que estaban utilizando y que por lo visto se movió, reventó en pedazos y del mismo surgió lo que ellas describieron posteriormente como un humo negro que se introdujo a través de la boca de Estefanía que terminó desmayándose. Las jóvenes asustadas llamaron a una profesora que acudió a asistirlas y descubrió lo que hacían a escondidas en ese baño. A partir de ahí la joven comenzaría a comportarse de forma extraña, cambiando su forma de ser, mostrándose agresiva en algunas ocasiones y triste o retraída en otras. Llegado a un momento Estefanía comenzó a sufrir ataques de epilepsia en su casa, en el instituto y allá donde fuera. También decía tener sueños extraños en los que personas extremadamente delgadas, altas y sombrías la llamaban para que se fuera con ellas. Debido a sus ataques Estefanía estuvo ingresada. La joven se mostraba muy agresiva en ocasiones profiriendo insultos de todo tipo con voces guturales y posturas imposibles que no hacían más que asustar a sus padres. Estefanía no tardó mucho en sufrir otro ataque en el que se mostró muy agresiva, aunque en esta ocasión sería el último ya que desgraciadamente moriría.
Los médicos no lograron dar una explicación al respecto de su muerte ya que tampoco lograron diagnosticar nada más grabe en sus estudios. Tras su muerte la familia pasó unos meses donde poco a poco iban recobrando la normalidad hasta que su madre Concepción, empezó a sentir cosas "raras" un día mientras dormía. Llegó a asegurar que alguien le tocaba los pies o las manos mientras dormía, así como haber escuchado en el pasillo del domicilio una voz de lo que parecía una niña decir "mamá". Los fenómenos continuaron haciéndose tan evidente que el resto de la familia pudieron verlos. Las otras dos niñas pequeñas de la familia pudieron presenciar fenómenos en su habitación así como una extraña sombra que entraba rectando en la misma. Muebles que se movían, puertas que se abrían y cerraba, cuadros que giraban, crucifijos que se volvían del revés, golpes en las paredes, caídas bruscas de temperatura e incluso una extraña y aterradora respiración que se sentía en el pasillo. Todo ello junto a esa extraña sombra que en ocasiones aparecía de improvisto y seguía a los miembros de la familia atemorizándoles. Incluso Máximo el padre de familia decidió poner detectores de movimiento en el pasillo de casa, después de ser aconsejado por un familiar, saltando dicho detector constantemente pese a no haber nadie. La familia aguantó todo lo que pudo hasta que Máximo decidió una noche de noviembre de ese año descolgar el teléfono para avisar a la policía, mientras todos los miembros de la familia se apretaban en el salón cerrando todas las puertas y presenciando uno de los fenómenos más aterradores sufridos, una foto de Estefanía dentro de un marco encima de un mueble empezaba a quemarse parcialmente sin dañar ni al cristal ni al marco.
La policía recibió la denuncia de un hombre muy alterado que pedía ayuda, por lo visto unos fenómenos extraños estaban ocurriendo en su casa. Se decidió desplazar al domicilio a dos patrullas para que fueran a ver que estaba pasando. Al llegar al portal Máximo estaba en pijama fumando en plena calle de noche y con un frío evidente. Atendió a los agentes y les acompañó hasta el piso. Al subir los policías se encontraron a una familia muy asustada confinada en el salón de su casa. Intentaron tranquilizarles y se dispusieron a investigar por la casa. Dos agentes recorrieron el domicilio y entraron en la habitación que había sido de Estefanía, allí vieron como un crucifijo empezó a moverse mientras saltaba disparado el cristo de cerámica del mismo. Los agentes sorprendidos pudieron ver como uno de los posters colgados de la pared al lado del crucifijo estaba roto como si una garra lo hubiera pasado por encima. De mientras los otros agentes estaban sentados con la familia en el salón cuando un fuerte ruido se aprecia en el balcón de la vivienda. Allí no había nada pero sin duda aquello no iba a ser lo único que vivirían esa noche, ya que pudieron presenciar como puertas de armarios se abrían sin más y como, de una pequeña mesa donde estaba el teléfono de la casa, surgía lo que ellos describieron en su informe como unas babas marrones. Todo aquello empezó a volverse más loco y aterrador en aquel lugar de donde mandaron a la familia salir de allí. Uno de de los policías mientras salía desenfundó su arma a la voz de "A esta casa no vuelvo más".
Los agentes relataron todo lo que vieron y vivieron en aquel lugar. Se convencieron de que allí no había truco, no había farsa alguna que explicara de forma lógica lo que esa familia decía haber estado padeciendo desde hacía meses. La familia Gutiérrez buscó ayuda donde pudo acudiendo a investigadores del misterio y programas de televisión que les pudieran ayudar a dar luz a una historia de sombras. Posiblemente todo tuviera algo que ver con aquella sesión de ouija, algunos argumentaban que la familia vivía sugestionada y que a su vez sugestionó a los agentes que acudieron a su llamada de auxilio, pero un dato aportó aún más misterio al asunto. Concepción poco tiempo antes de que "enfermara" su hija vio morir a su padre en su misma casa, el cual sus últimas palabras fueron: "voy a hacerte la vida imposible". Hoy la familia vive desde hace un tiempo tranquila en otra vivienda y los actuales residentes de la misma aseguran no haber notado nada extraño.
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