Rock Hudson: El galán que amó en silencio.

Rock Hudson fue el galán por excelencia del Hollywood dorado. Las cámaras lo adoraban, el público lo idolatraba y los estudios lo vendían como el hombre perfecto. Pero detrás de ese brillo había una verdad que jamás pudo decir en voz alta.


Roy Harold Scherer Jr nació en Illinois en 1925. Siendo un niño, su padre los abandonó sumiéndolos en la precariedad.

En 1944 a la edad de 19 años, Hudson se alistó en la Marina de los Estados Unidos, siendo destinado al Pacífico Sur, concretamente en la isla de Samar en Filipinas. Aunque él mismo nunca ahondó demasiado en aquella experiencia, ni Hollywood lo hizo posteriormente, sí se conoce que trabajo lejos del frente como mecánico de aviones, especialmente en transporte y mantenimiento en tierra. 


Quienes lo conocieron en esa época de su vida, destacaron años después su carácter tímido y reservado, que le complicaba relacionarse socialmente con algunos hombres. Algunos amigos con los que se carteó, aseguraron que no debió ser una mala experiencia para él, llegándose a rumorear con la posibilidad de que mantuvo alguna relación con algún compañero de la Marina. Pese a eso, ya por aquel entonces Hudson se esforzaba en mantener las apariencias.

En busca de un sueño.

Tras volver de Filipinas, decidió poner rumbo a Los Ángeles con la determinación de ser actor, pese a sus nulos conocimientos de interpretación. Su imponente y atractiva estampa de 1,96 m de altura, mandíbula cuadrada y sonrisa perfecta eran su tarjeta de presentación.


En Los Ángeles trabajó como mecánico, repartidor de correo y camionero. Fue en su etapa de camionero donde aprovechó para conducir habitualmente hasta los estudios de cine, con la esperanza de que alguien lo viera. Incluso llegó a cambiarse su nombre por el de Roy Fitzgerald (apellido de su padrastro), pero aquello no fue suficiente para llamar la atención de algún estudio.

Su oportunidad llegó de la mano del cazatalentos y agente Henry Wilson que, pese a la evidente falta de formación interpretativa, vio en Hudson el prototipo de hombre y galán que Hollywood y las grandes majors estaba buscando.

Wilson le pondría el nombre artístico de Rock Hudson, le conseguiría su primer papel en el cine con una frase de diálogo (que le costó hasta 38 tomas recitar correctamente), lograría que su primer estudio le inscribiera a clases de interpretación y firmaría con él una serie de condiciones sobre su vida privada que debería seguir estrictamente. 


Por ejemplo, por aquel entonces, tan solo su círculo más íntimo conocía que Hudson mantenía una relación con otro hombre, al que se le prohibió por contrato aparecer en público o en fotografías con el actor. Hudson firmaría todo con tal de trabajar como actor.

A partir de ahí, su popularidad se dispararía como la espuma, pasando de interpretar a secundarios e indios en westerns, a protagonizar éxitos de la talla de Obsesión de 1954, Gigante de 1956 o sus célebres comedias románticas junto a la gran Doris Day como Confidencias a medianoche de 1959, Pijama para dos de 1961 o No me mandes flores de 1964.







De hecho, estuvo a punto de rechazar trabajar en esas comedias románticas, porque las encontraba demasiado atrevidas.

Sabía que Rock era gay, pero eso no importaba. Era uno de los seres humanos más amables y dulces que he conocido. Y también el más valiente.” 

— Doris Day (actriz y gran amiga de Hudson) para People Magazine, 1985

 

“Nos reímos tanto juntos… Nunca olvidaré su risa. Era contagiosa. Y tenía una tristeza muy escondida.”
— Doris Day para Entrevista con AP, 2005

Las décadas de los 50 y 60 tuvieron al gran galán de América Rock Hudson como la gran estrella de Hollywood que todos o casi todos, querían proteger.

Cuando Hudson se encontraba en lo más alto, una llamada a su representante Henry Wilson demostró que su éxito podría peligrar. Un periódico sensacionalista aseguró contundentemente a Wilson que: “Sabemos que Hudson es gay”, amenazando con publicar una serie de fotografías que así lo atestiguaban. Wilson, que vio peligrar a su gallina de los huevos de oro, tomó una decisión tremendamente cruel para proteger a uno de los actores más cotizados del momento. Entregó a esos periodistas los nombres de otros actores representados suyos que también eran gays, a cambio de dejar en paz a Hudson

Dicho y hecho, las carreras de al menos dos actores quedaron empañadas y frustradas por las acusaciones de homosexualidad, algo que para aquel entonces se consideraba poco menos que pecaminoso. No satisfecho con ello, convenció a Hudson de contraer matrimonio con su secretaria Phyllis Gates, que años después aseguraría en sus memorias no haber notado nada en él, además de negarse a corroborar la farsa de su enlace.


Aquel teatrillo venía a acallar los rumores sobre su vida privada, que ponían en duda los motivos por los que Hudson no estaba ni emparejado, ni prometido con ninguna mujer. En su boda, tan solo los fotógrafos contratados por la Metro para inmortalizar el enlace, tenían cierta idea de lo que encubría esa celebración.


El matrimonio con Gates duraría tres años, en los que Hudson prácticamente se los pasó separado de su mujer, rodando lejos de casa.

Rock vivió con miedo toda su vida. Miedo de ser descubierto, de decepcionar, de perder todo. Aun así, era increíblemente generoso y siempre pensaba en los demás.” 

 — George Nader (amigo y presuntamente una de sus parejas estables) Citado en la biografía de Mark Griffin, “All That Heaven Allows”, 2018


Llegados a la década de los 60 y principios de los 70, Hudson empezó a acusar la competencia de la nueva hornada de jóvenes actores que se acabarían convirtiendo en grandes estrellas. Pese a que no dejaba de trabajar, Hudson se dio a excesos y vicios. Desde su juventud el tabaco fue uno de esos excesos que le terminó por hacer pasar por quirófano para implantarse un quíntuple bypass en el corazón. También lo fue en aquel momento la bebida, la comida y los hombres. 

Hudson tenía esporádicos escarceos amorosos con hombres que, pese a su visible aumento de peso, aún lo deseaban fervientemente. En uno de esos escarceos de fin de semana llegó la tan temida llamada, el amante con el que había estado días atrás había sido diagnosticado de VIH.

En los 70 cada vez estaba más alejado de un cine que ya no tenía papeles que le hicieran brillar. Por ello se centró en la televisión y cuando la pequeña pantalla no le ofrecía nada, el teatro era otra escapatoria para seguir trabajando.

Cuentan que cuando la famosa y recordaba serie televisiva Dinastía lo fichó en 1985 como estrella invitada, este ya daba síntomas claros físicos de que la enfermedad estaba avanzada en él, de hecho Hudson ya había sido diagnosticado, pero nadie más que sus amigos más íntimos que podían contarse con los dedos de una mano y su equipo lo sabían. Aunque la polémica llego tiempo después. 


En aquel capítulo, su personaje era el interés amoroso de la actriz Linda Evans, que interpretaba a Krystle Carrington. En una escena, Hudson tenía que besar a Evans, nada raro en actor de su talla y experiencia, pero como Evans declaró un tiempo después, Hudson la besó con los labios completamente sellados. 


Cabe recordar que en los 80, aún se desconocía mucho sobre el VIH y qué provocaba su transmisión. Se creía que solo afectaba a homosexuales y que a través de fluidos como la saliva podías infectarte. Era una enfermedad muy estigmatizada, temida y desconocida a nivel social y científico, que provocó un aluvión de críticas y preocupaciones por el estado de salud de Evans. Pero eso fue poco después. 

Si hubiera sabido que Rock tenía sida, lo habría besado dos veces. Lo amaba y lo admiraba profundamente.

 — Linda Evans.


Los noticieros y periódicos se hicieron eco del visible mal estado de salud de Hudson y se empezó a rumorear. Debido a su avanzado deterioro, Hudson estuvo viajando a París para someterse a un tratamiento experimental, pero en uno de esos viajes, Hudson no aguantó más y se desplomó en el hospital, siendo ingresado en el Hospital Americano de París.


Tras ese incidente, se le obligó a reconocer públicamente la enfermedad que estaba ocultando, a través de su portavoz en una rueda de prensa improvisada en la que se leyó un escueto comunicado. Aquello representó el final definitivo a la imagen del gran galán de América Rock Hudson y que aireaba su condición sexual… o eso creyó él. 

Miles de cartas le llegaron mostrando su apoyo y ánimo de miles de fans. Sin quererlo, ni buscarlo, Rock Hudson se convirtió en icono de la lucha contra el VIH y ejemplo para millones de personas gays, sin nunca reivindicarse como tal ni reivindicar sus derechos. Puso la enfermedad en primer plano, visibilizando una crisis que afectaba a miles de personas en el mundo y provocó que se invirtiera y comenzara a investigar más en serio.

Rock Hudson, que ni tan siquiera las enfermeras quisieron tocarlo para rascarle la espalda mientras estuvo ingresado, tal y como aseguró un amigo que estuvo con él en sus últimos momentos, falleció el 2 de octubre de 1985 con apenas 59 años, en el calor de su hogar junto a sus más allegados y queridos amigos. 

Rock Hudson rompió el corazón de América al morir. Pero también abrió sus ojos.

 — Elizabeth Taylor


Rock Hudson no solo fue el galán perfecto. Fue un hombre obligado a actuar incluso fuera de los focos, en un mundo que no le permitió ser quien era. Y sin embargo, su final inspiró y dio luz a otros. 




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