Marte: Zona Ciega. Capítulo Final - EL DESPERTAR.
Anteriormente en Marte: Zona Ciega… El comandante Sinclair, junto a un reducido grupo de supervivientes, logra escapar de las garras de los BOB’s tras un tenso enfrentamiento. Mientras la ICI permanece en cuarentena bajo el control de los androides, la única esperanza de revertir la situación está en despertar a MADRE, la inteligencia artificial central… si es que aún queda algo de ella que no haya sido corrompido.
Golpeando con rabia la consola que tenía frente a mí y sin apenas tiempo de reacción, recordé a MADRE, apelando a su lado más humano, que es en parte eso y le recordé a aquel científico visionario que se sacrificó para aportar alma a esa Inteligencia Artificial, así como la importancia de una misión que estaba al borde de perderse debido al engaño en el que estaba sumida.
Capítulo 6.
EL DESPERTAR.La sala no era excesivamente grande, estaba poco iluminada, tan solo con una mezcla de tonos azules y blancos que brillaban como una especie de leds en diversos paneles. Delante de mí y flotando en un líquido azulado en una especie de cúpula de cristal reforzado, estaba aquel mítico cerebro conectado por cables y con diferentes pequeñas placas de metal que lo recubrían.
Una luz azul se encendió escaneándome de arriba abajo, a la vez que la escotilla de acceso se cerraba rápidamente. Una voz suave, cálida y entrañable de mujer se dirigió a mí: “Bienvenido, Comandante Sinclair. Me alegra verle en persona. Mis sensores registran parámetros saludables, aunque detecto en usted un nivel inusual de tensión emocional”. Aún con la duda de sí MADRE seguiría bajo el bloqueo de los BOB’s, decidí activar el protocolo de emergencia de veracidad, un código militar de alto nivel, previsto para situaciones límite que comprometieran la seguridad de la ICI, “Protocolo Andrómeda. Clave Sigma-Tres. MADRE, orden de emergencia: escucha directa. Quiero hablar contigo sin filtros, sin supervisión externa”. Tras mis palabras un silencio eterno comenzó a helarme la sangre, desconocía como podría actuar MADRE si sospechaba de algún tipo de amenaza en contra suya. “Confirmado. Eliminando capa de supervisión externa… Error. Falla de acceso. Interferencia externa detectada. Intentando reconectar…”. Tras unos segundos continuó con un alarmante “Las condiciones de la ICI son óptimas. El personal está en cuarentena preventiva. No hay actividad hostil registrada”.
Golpeando con rabia la consola que tenía frente a mí y sin apenas tiempo de reacción, recordé a MADRE, apelando a su lado más humano, que es en parte eso y le recordé a aquel científico visionario que se sacrificó para aportar alma a esa Inteligencia Artificial, así como la importancia de una misión que estaba al borde de perderse debido al engaño en el que estaba sumida.
Tras otro largo silencio, diversas pantallas y hologramas se activaron recuperando grabaciones de cámaras de seguridad de los meses anteriores en los que se veía a los BOB’s atacando y arrastrando a los colonos, enfrentados al personal militar... y, de nuevo, tras unos instantes de tensión MADRE habló: “Me utilizaron. Desviaron mis sentidos. Falsificaron datos, construyeron un muro entre mi mente y la verdad. He estado ciega… incompleta. He fallado a mi propósito. He fallado a la humanidad. Solicito confirmación de comandante Sinclair para proceder a restauración de control de emergencia. Clave triple. Activación de Protocolo Artemis”. A lo que, esta vez, liberado de un peso enorme le contesté de manera sosegada y calmada con un: “Claro MADRE. Confirmo. Andrew Sinclair. Clave. Lambda-Seis-Cinco-Alfa”. “Clave aceptada. Restauración iniciada. Sistema de aislamiento anulado. Control total restablecido”. A continuación, el suministro eléctrico volvió parcialmente a la mayoría de áreas de la ICI, además de suspender temporalmente la actividad de los BOB’s, que quedaron parados allí donde estaban y deteniendo un ataque que ya estaban urdiendo contra los colonos, con la intención de detenernos. “Bienvenida MADRE”.
Al salir de la sala, las miradas de todos se clavaron en mí y, tan solo cuando dibujé una sonrisa, todos comenzaron a abrazarse, gritar de alegría y llorar de la emoción. Trachoswki, Duncan y Vasquez se acercaron jadeantes y me lanzaron una sola pregunta “¿y ahora qué?”, Observé a toda aquella gente que, contra todo pronóstico, seguía en pie y respondí: “Ahora, reconstruimos”.
FIN.
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