La maldición de los gatos de Racing.
El fútbol es un deporte repleto de supersticiones y creencias que sobrepasan lo deportivo. Un ejemplo claro, lo tenemos en Europa con el Benfica portugués y una maldición, perpetrada por el mejor entrenador de su historia, Béla Guttman. Pero existe otra, que sin durar los 60 años que duró la del Benfica, fue muy sonada durante 35 años al otro lado del charco, concretamente en Argentina y afectando al histórico Racing Club de Avellaneda.
Corría el año 1967 y en esa temporada, Racing Club conseguiría la Libertadores, que le daría pie a disputar la antigua Intercontinental frente al campeón de la Copa de Europa de aquella temporada, el mítico Celtic Football Club de Glasgow.
En el partido de desempate disputado en Uruguay por ambos y conocido como “la batalla de Montevideo”, un partido tristemente recordado por la dureza excesiva que se vivió dentro del terreno de juego, lo terminó ganando Racing 1-0, desequilibrando a su favor la eliminatoria y la final.
Aquel éxito, que significó el primer título intercontinental que ganaba un equipo argentino, despertó muchos recelos en su eterno rival y vecino, el Club Atlético Independiente que, literalmente, tenía y tiene pegado su estadio al de Racing.
Cuentan que varios aficionados de Independiente, que habían visto perder ese título a su equipo de forma consecutiva en 1964 y 1965, se reunieron con una bruja con la que se desplazaron en secreto y bajo el amparo de la noche, hasta el estadio de Racing. Una vez allí, se colaron en el estadio y enterraron en varios puntos del campo los cuerpos de 7 gatos negros, que habían transportado hasta allí en un saco, siguiendo los consejos de la bruja. De esta forma, los aficionados de Independiente, recelosos de los éxitos de su odiado rival, conseguirán maldecirlos por 50 años.
Los dirigentes de Racing y sus aficionados no tardaron en descubrir toda aquella macabra artimaña, pero más allá del lógico malestar, aquello fue considerado una estupidez perpetrada por unos aficionados acomplejados por los éxitos de su rival. Aunque pronto las dudas comenzarían a visibilizarse en las opiniones y ánimos de los aficionados de Racing.
Esa misma temporada, Racing Club perdería toda opción al título liguero en la última jornada, precisamente contra Club Atlético Independiente, perdiendo ese partido por 4-0. En la siguiente temporada, Racing quedaría tercero en liga y en la de 1969, caerían hasta la octava posición. Tras 16 años sin ganar un título, en 1983 Racing Club se jugaba la permanencia en la última jornada contra su eterno rival y, en campo de Independiente saldrían derrotados, descendiendo automáticamente de categoría.
Tras aquello, se dio orden de levantar el terreno de juego y buscar los cadáveres de aquellos 7 gatos malditos, pero cuentan que solo encontraron a 6 de ellos. Debido a que no encontraban al séptimo, el club requirió los servicios divinos de un hechicero local, que les aconsejó enterrar bajo el césped sapos, para contrarrestar el maleficio que no lograban romper. Pero aquello tampoco solucionó los males deportivos de la entidad, que parecían alejados inevitablemente del éxito. Por ello y tras años de ostracismo y una crisis económica que casi los hace desaparecer, en 1998 se decidió celebrar una misa sobre el césped del estadio, en la que un sacerdote bendijo cada rincón del terreno de juego.
Finalmente y tras 35 años de amarguras, Racing Club consiguió volver a ganar un Torneo Apertura de liga en 2001, dando carpetazo a una maldición que se convirtió en una auténtica pesadilla.
Hoy aún hay aficionados que recuerdan aquella época aciaga y se muestran convencidos de que una maldición, que solo lograron vencer gracias a la fe, fue la responsable de aquel período tan largo de fracasos.
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