Los secretos tras el Telón de Acero.

Tras el telón de acero, en época de una Unión Soviética comandada con puño de acero por Stalin y, antes que él, por Lenin, el misterio era la tónica habitual de puertas a fuera al mundo. Existieron infinidad de casos que, algunos de ellos, fueron parcialmente desclasificados durante la etapa de la conocida Perestroika. Hoy conocemos ciertos proyectos e investigaciones bastante inquietantes de aquellas épocas, que dan una idea de lo que significaba importante dominar y controlar durante aquel régimen.


LOS EXPERIMENTOS QUE RESUCITABAN MUERTOS.

Durante la década de los años 30, la URSS trabajó intensamente a nivel científico y tecnológico, para estar a la vanguardia y por delante de las demás naciones competidoras. El campo de la medicina no fue menos y la URSS, sorprendió al mundo con algunos de sus logros.

Serguéi Bryujonenko, fue un prestigioso científico y cirujano soviético, conocido por su máquina con nombre Autojektor, una especie de corazón extracorporal primitivo, que lograba hacer circular la sangre por el sujeto de pruebas al que estaba conectada, mientras la oxigenaba a su vez. Gracias al Autojektor, Bryujonenko logró revolucionar la medicina mundial, pero las imágenes que dejaron sus experimentos y que evidenciaban sus primeros éxitos, parecían extraídas de una película de terror.


Bryujonenko conectó su Autojektor al corazón que extrajo de un perro, consiguiendo que este volviera a latir. Lo siguiente, fue conectar a la máquina la cabeza seccionada de un perro, a la que previamente había inyectado un farmaco en sus venas. 


El resultado fue que, tras unos minutos bombeando sangre, la cabeza comenzó a dar signos de vida, respondiendo a los estímulos auditivos, olfativos y visuales a los que se la sometía. La cabeza de aquel perro estuvo pestañeando y moviendo sus músculos faciales prácticamente durante tres horas, hasta que dejó de hacerlo y volvió a morir.


Los éxitos de Bryujonenko, que hoy son de gran ayuda en la medicina y cirugía actual, llamaron la atención del biólogo ruso Vladímir Demikhov, interesado en descubrir como el cerebro controlaba los demás órganos del cuerpo.


Para ello, él también se valió de dos perros. A uno de ellos, el más grande, le implantó la cabeza y parte del cuerpo de otro más pequeño. 


Asombrosamente, el experimento fue un éxito, ya que tras ser reanimado, Demikhov había conseguido un perro bicéfalo en el que ambas cabezas respiraban, comían y bebían por su cuenta. 


Aquel perro bicéfalo sobrevivió varios días, hasta que, inevitablemente, murió primero uno y luego el otro. 


Aunque en el caso de Demikhov, las autoridades soviéticas, no terminaron de ver clara la imagen que daban con todo aquello y le prohibieron seguir experimentando.

Por su parte, Bryujonenko, no se quedó ahí y decidió llevar sus experimentaciones un paso más allá, utilizando el cadáver de un hombre al que conectó a su Autojektor. Tras unos minutos bombeando sangre, el cadáver comenzó a emitir una serie de sonidos guturales, así como a parpadear constantemente. Tanto Bryujonenko como los miembros de su equipo, quedaron tan impresionados y, a la vez, tan aterrados por aquella imagen, que Bryujonenko desconectó inmediatamente la máquina, volviendo al cuerpo a la muerte. Se cuenta que responsables gubernamentales, prohibieron volver a experimentar con cuerpos humanos, pues temían el alcance de todo aquello.

De esos experimentos, se conservan vídeos de las películas que se filmaron para demostrar al mundo sus éxitos y avances como nación, en los campos de la medicina y la ciencia.




LA DIVISIÓN DE PSÍQUICOS Y CHAMANES.

En 1917 Félix Dzerzhinski funda la CHEKA, el origen de la conocida como KGB. Tras la Revolución Bolchevique de ese mismo año se crea, a su vez, un departamento especial destinado a la criptografía. En ese departamento secreto, se encriptaban mensajes y se descifraban otros que llegaban desde agencias de espionaje de otros países.


Pero todo iba a cambiar en la CHEKA, de la mano de Gleb Ivanovich Bokii, un hijo de familia bien posicionada de Georgia, que fue ascendiendo dentro del partido soviético, hasta ser nombrado por Lenin como el jefe de la oficina de criptografía. Una vez al mando de esta importante oficina de espionaje y contra espionaje, Bokii consideró que quienes tenían el talento necesario e innato para descifrar ese tipo de códigos, tan solo podrían ser aquellas personas con una capacidad sensitiva especial. Por ello, con una cantidad ingente de dinero a su disposición, Bokii comenzó a reclutar a los mejores místicos, ocultistas, parapsicólogos y científicos que había tras el Telón de Acero.


Bokii, que siempre fue un firme defensor de la parapsicología, tuvo a su disposición un nutrido equipo de chamanes Buriatia, hechiceros Sami siberianos, conocidos psíquicos, telépatas, clarividentes, hipnotizadores pero, también, reconocidos científicos, expertos en criptografía, médicos y demás especialistas de todo tipo.


A Bokii se unió muy estrechamente el científico y místico Alexander Barchenko, en el estudio y experimentación de la transmisión de pensamientos a través del espacio, utilizando para ello el poder de la mente. Su objetivo no era otro que el desarrollo de armas psicotrónicas, medios de control mental, zombificación y manipulación de la mente de millones de personas, además de la creación de súper soldados con ese tipo de habilidades.


Se dice que Barchenko hacía entrar en una habitación cerrada y pintada de negro, individualmente a esos clarividentes para que pudieran localizar personas a kilómetros de distancia, averiguar pensamientos de otros, manipular a personas, etc. Por lo que se cuenta, algunos de esos experimentos tuvieron éxito, llegando a precisar información que era imposible que supieran y encontrar a espías fuera de sus fronteras. 

Bokii y Barchenko, también utilizaron los fondos que el gobierno soviético les otorgaba, para diferentes expediciones en busca de enclaves y objetos místicos y misteriosos de la historia de la humanidad y la cultura eslava.

Era tal el poder que Bokii amasó, que se convirtió en una de las personas más temidas y poderosas de la URSS, que tenía espiadas a grandes personalidades de la sociedad, política y el gobierno.

Pero aunque se creían intocables, lo cierto es que la gran purga de Stalin también les alcanzó, despojándoles de todo y ejecutándolos para terminar de borrarlos del mapa. Paradójicamente, Stalin no cerró ninguna de aquellas investigaciones, quedándose con el poder de la oficina de criptografía, que siguió en funcionamiento durante décadas.


Estos son tan solo dos ejemplos de esos misterios, que se ocultaban tras los muros soviéticos. Dos ejemplos de lo que eran capaces de hacer en aquellas épocas, para conseguir sus objetivos y dominar el status quo mundial.

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