Loftus Hall, la mansión más encantada de Irlanda.

La historia de la mansión Loftus Hall se remonta a nada más y nada menos que 1170, cuando Sir Alexander Redmond adquirió unas tierras en el Condado de Wexford, en Irlanda. Sobre las ruinas de un antiguo castillo, Redmond edificó otro que sería conocido por aquel entonces como The Hall o Redmond Hall. En 1642, durante la guerra Confederada Irlandesa, la propiedad cambio de manos de los Redmond a los Loftus. En 1870, el Marqués de Ely, entonces propietario y descendiente de los Loftus, reformó de arriba abajo el castillo hasta convertirlo en la mansión que se conoce hoy en día. Desde entonces fue adquirido por las Hermanas de la Providencia, que la convirtieron en su sede. En 1983 volvió a cambiar de manos y pasó a ser un hotel hasta que cerró en 1990. Hoy en día los actuales propietarios utilizan la mansión Loftus como museo de historia. Y es que esta imponente mansión frente al mar, en la península de Hook, según muchos testigos está encantada por el fantasma de una joven y otra presencia endemoniada. 

Cuenta la historia que fue en 1866 cuando Charles Tottenham y su familia, que estaban al cargo de la mansión en ausencia de sus propietarios, tuvieron una visita inesperada en mitad de una fuerte tormenta. No muy lejos de allí, un barco quedó varado en la costa. La familia estaba cenando cuando alguien tocó en la puerta. Al abrir un joven empapado pidió a los Tottenham cobijo de la tormenta, pues el barco en el que viajaba había quedado varado y no era seguro quedarse allí. Charles Tottenham no tuvo reparos en ayudar al joven, al que abrieron la puerta, ofrecieron ropa seca y un plato caliente. El joven acabó quedándose con los Tottenham varios días, en los que se mostró un chico amable y atento, que rápidamente congenió con Anna, la hija de los Tottenham

Ambos pasaban muchos ratos juntos conversando y haciendo las tareas de la casa. Una noche mientras jugaban a las cartas, al joven le tocaba repartir y en esas se dieron cuenta de que a Anna le faltaba una carta. El joven aseguró que las había repartido correctamente, a lo que cuando Anna decidió inclinarse para recogerla del suelo, donde había caído. Al observar las piernas del joven, apreció que uno de sus pies terminaba en una pezuña. Fue tal su impresión que se levantó rápidamente exclamando que aquel muchacho tenía una pezuña de animal como pie. El joven sin mediar más palabra se levantó y ante el asombro de todos salió disparado hacia el techo, agujereándolo y desapareciendo en la oscura noche. Desde ese instante Anna cayó enferma, no recuperándose jamás. Para evitar la vergüenza y el rechazo de la gente y la posibilidad de perder su empleo en la mansión Loftus, los padres de Anna la encerraron en una de las habitaciones, una que se conoce actualmente como la habitación de los tapices. Allí Anna se pasaba las jornadas sin articular palabra, con la mirada perdida observando a través del ventanal de aquella habitación, como si esperara que aquel joven volviera en algún momento. Anna terminaría muriendo allí encerrada, alejada del mundo.

Son muchos los que han visitado o trabajado en la mansión Loftus, que aseguran que la mansión está habitada por el fantasma de Anna Tottenham, que pasea por sus pasillos hasta que llega a la puerta de la famosa habitación de los tapices, momento en el que se desvanece ante los ojos de quienes se han cruzado con su fantasma. Pero Anna no es la única presencia que mora en aquel lugar. Se asegura que el agujero que dejó aquel joven endemoniado en el techo, nunca terminó por repararse correctamente, por lo que durante tiempo y hasta nuestros días, se fue colando por allí, atormentado a sus habitantes.

La mansión ha sido lugar de investigación por buscadores de misterios, algunos de los cuales aseguran haber encontrado evidencias de que allí existen presencias extrañas. Incluso circulan fotos tomadas por turistas en sus visitas a la mansión, en las que aparecen siluetas o imágenes que no estaban en el momento de realizar las fotos. 

¿Visitarías la mansión Loftus si viajaras a Irlanda?

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