Anécdotas de misterio
Una de las cosas que me gustan de esas reuniones en Halloween o en noches en las que se respira cierto misterio, es cuando surge una anécdota o vivencia relacionada con momentos extraños y difíciles de explicar. Por ello, pensé en compartir algunas de esas anécdotas, manteniendo en el anonimato a sus protagonistas, que me llamaron la atención. Reúnete junto a mi y comparte las tuyas.
LA SÉPTIMA PLANTA:
LA SÉPTIMA PLANTA:
Ya era tarde y María se encontraba terminando unas últimas rutinas, antes de echar el cierre. Los demás compañeros esperaban el visto bueno desde la planta baja donde tenían el local, para marcharse a casa a descansar. María entró en el ascensor y pulsó el botón de planta baja, que se iluminaba tras pulsarlo. Al ser un edificio que albergaba en algunas de sus plantas oficinas, negocios e incluso almacenes, a algunas de ellas no se podía acceder si no era con una llave especial.
María bajaba tranquila desde la planta once, pero algo extraño pasó cuando el ascensor se detuvo en la planta séptima, una planta que albergaba unas oficinas vacías y cerradas hacía unas horas. Aquello no era normal, ya que por seguridad, si no estabas autorizado no podías acceder a esa planta. María miró hacía la inmensa oscuridad que se adueñaba de toda esa planta, no se escuchaba ni había nadie que pudiera haber llamado al ascensor desde allí dentro. María miro el panel del ascensor buscando algún tipo de explicación, mientras los nervios comenzaban a adueñarse de ella. Los pocos segundos que las puertas se mantuvieron abiertas, fueron una auténtica eternidad. Una extraña sensación la sacudió y no lograba ni tan siquiera moverse más allá del umbral de esa puerta automática, hasta que se volvió a cerrar y el ascensor siguió bajando.
¿Un error mecánico o algo extraño hizo detenerse al ascensor en esa planta? María no volvió a subir sola en ese ascensor a esas horas de la noche, en un edificio con fama de suceder cosas raras, precisamente en esa planta, entre el personal.
LA LUZ DE CASA:
Imagina una pareja que se compra un piso totalmente nuevo a las afuera de la ciudad. Pues bien, esa pareja, durante los primeros meses aún no vivían habitualmente en el piso, pero si acostumbraban a visitarlo siempre que podían e intentaban pasar los fines de semanas allí. Al marchar cada domingo, se preocupaban de mantener todo bien cerrado, desconectado y arreglado para que cuando volvieran la semana próxima. Pero algo se convirtió en una rutina cada viernes tarde al llegar, la luz de la mesilla de noche de su dormitorio estaba encendida. La primera vez que sucedió, pensaron:
-¡Ya nos hemos dejado la luz encendida toda la semana!
Al llegar el domingo volvieron a dejarlo todo listo para marcharse, asegurándose de que las luces estuvieran bien apagadas. Al siguiente viernes, volvieron a entrar en el piso y al volver la mirada hacia su dormitorio, la luz de esa mesilla de noche volvía a estar encendida. Algo no les cuadra, nadie pudo acceder durante la semana y ellos se preocuparon de apagar todas las luces, así que, por qué volvía a estar esa luz encendida.
Esa misma situación la vivieron casi cada semana hasta que, por fin se mudaron definitivamente, dejando de aparecer esa luz encendida. ¿Algún problema con esa lámpara o había algo más que lo provocaba cuando la pareja no estaba en casa?.
VEN CONMIGO:
Era verano y una familia pasa un periodo de vacaciones junto a la playa, en una pequeña casa de una tranquila urbanización costera. Una de esas noches de madrugada, en la habitación de matrimonio situada en la planta baja, dormía la madre del protagonista de la historia, mientras el padre aprovechaba para ver la televisión en el salón junto a una ventana abierta. El hijo, que debía tener entre 8 o 10 años y su abuela, dormían en la planta superior en una pequeña habitación con dos camas y acceso a la terraza. En un momento de esa noche, el niño despierta a su abuela preguntándole:
- Abuela, ¿me estas tocando los pies?
- No hijo, estaba durmiendo. Habrá sido un sueño, sigue durmiendo.
- No puedo dormir, bajaré con papá.
Mientras el niño baja con su padre, la abuela se queda sola en la habitación recuperando el sueño. Pasados unos minutos, vuelve a despertarse, pero esta vez no es su nieto quién la despierta, si no que una extraña mujer que le alarga la mano y le dice:
- Ven conmigo.
En un impulso la abuela responde con un rotundo:
- ¡No!
En ese momento la extraña mujer desaparece.
Al día siguiente, la abuela decide indagar preguntando a unos vecinos que tienen pared con pared y que, a su vez, son parte de la familia dueña de esas casas en esa tranquila urbanización. Sin entrar en detalles sobre lo vivido la noche anterior, logra que le confiesen que en esa misma casa murió un familiar hacía unos años, una mujer de aspecto similar a la que la abuela pudo ver.
¿Fue realmente esa mujer, que en forma de espectro se le apareció a la abuela o un mal sueño con muchas coincidencias? ¿Que quería decir con ese "ven conmigo”?. Nunca lo supo a realmente, aunque siempre sospechó algo.
JUEGO Y SUSTO:
Cinco niños se reunen en un aula vacía en el tiempo de recreo, un día de lluvia. Corría el rumor de que uno de los profesores había perdido a su mujer en un trágico accidente. Aquellos niños picados por la curiosidad, decidieron jugar a la Quija en ese día gris, pero para poder jugar y contactar con algo o alguien debían decidir a quién llamar y pensaron en la mujer fallecida de ese profesor.
Lo prepararon todo, pero al no tener tablero se hicieron uno ellos mismos y en lugar de un vaso de cristal, utilizaron una moneda de peseta. Cuando lo tuvieron todo preparado iniciaron las preguntas. Tras unos pocos minutos, la moneda empezó a moverse hacia las letras de su rudimentario tablero formando palabras. Los niños a medida que descifraban las palabras las leían y entonces un mensaje aterrador les heló la sangre. En uno de esos mensajes se leía el nombre de uno de los niños, que a partir de cierta edad joven moriría. Un vendaval cerró de un sonoro portazo la puerta del aula. Los niños saltaron del susto y sin perder el tiempo se marcharon a la carrera de aquella aula. Nunca más volvieron a jugar a ese juego.
¿Sugestión o una broma pesada de alguno de ellos?, ¿fue el viento lo que cerró de un portazo aquella puerta?. Lo único que tienen claro hoy alguno de esos antiguos niños, es que aquella profecía macabra, no se cumplió jamás.
UNA MALA EXPERIENCIA:
Una pareja llega a una casa alejada de la ciudad para pasar allí el fin de semana. La casa es una preciosa vivienda al lado de la montaña, recién adquirida por un familiar que decide invitarles a pasar un par de días. Al llegar algo va mal y una sensación extraña se respira en el ambiente, pese a que ella es la única que parece sentirse así.
Bien entrada la madrugada, los miembros de aquella casa dormían placidamente, excepto ella que parecía estar inquieta mientras soñaba. A la mañana siguiente intentaría recordar ese sueño que no la dejó descansar bien. Había soñado con personas que no reconicía en esa misma casa, varias personas con ropajes de otra época yacían inmóviles y sin cabeza por el suelo. Tras el desayuno, declinó seguir pasando más tiempo en aquella casa, por lo que después de hablar con su pareja y su familiar decidieron marcharse, sin intención de volver a repetir esa experiencia en el futuro.
¿Fue un eco del pasado manifestado en aquel terrorífico sueño o solo producto de la imaginación? Hoy en día, prefiere no investigar nada al respecto y pensar que aquello simplemente fue una mala experiencia.
EL CAFÉ:
Una mujer mayor que vive sola desde hacía muchos años, pierde a uno de sus hermanos debido a su avanzada edad. Frente a su tumba ella le promete traerle flores al mes y se despide de él. Pasan las semanas y la congoja comienza a remitir, la normalidad vuelve a la vida de una mujer ocupada de su hogar y sus nietos. Esa mujer por las tardes solía prepararse un vaso de café con leche, que tomaba mientras veía sus programas favoritos en la televisión sentada en una silla frente a la mesa del comedor.
Tras prepararse el café, lo deja encima de la mesa mientras decide sentarse un rato en el sofá esperando a que se enfríe su café. Un ruido le hace volver la mirada hacía la mesa. El asiento de espuma de la silla empieza a tomar forma, como si alguien se estuviera sentando y ante la mirada de aquella mujer, la cucharilla que había dejado dentro del vaso para remover su café con leche empezó a moverse, haciendo ese ruido característico del metal de la cucharilla golpeando el cristal. Aquello pudo durar solo unos segundos, pero como si algo se hubiera activado en su cabeza, recordó que ya hacía más de un mes de la muerte de su hermano.
A la mañana siguiente se arregló, cogió un autobús que pasaba por el cementerio y compró unas flores. Cuando llegó hasta la tumba de su hermano dejó las flores y como si hablara con él le pidió que no se preocupara más, que ella ya había cumplido. Jamás volvió a suceder otra vez.
¿Pudo ser solo efecto de la imaginación de aquella mujer o realmente la promesa incumplida a su hermano, no le dejaba marcharse tranquilo?
Algunas de estas historias son cercanas, historias que para mantener a sus protagonistas en el anonimato he obviado nombres reales o localizaciones, así como algún dato que pudiera ser revelador de dicha identidad. Pero son ciertas pese a todo. Pueden ser fácilmente explicables o no, pero lo que está claro es que para los que las vivieron o vivimos la duda sigue ahí.
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