El enigma de la tumba de DRÁCULA en Nápoles.

Transilvania es el hogar del Conde Drácula, el personaje de la novela de terror gótica del escritor irlandés Bram Stoker (1847-1912), pero puede que su lugar de reposo no sea Rumanía, como cabría esperar.


Como explico en la entrada ¿Qué inspiró a Bram Stocker para Drácula?, el autor se inspiró sobre todo en las creencias y mitologías vampíricas que pululaban por Europa, pero también en la figura de Vlad III, un personaje histórico de la cultura rumana que era conocido entre sus enemigos como Vlad Tepes o Vlad “el empalador”.


Vlad III de Valaquia, nació entre el 1428-1431 y fue príncipe de Valaquia entre los años 1456 y 1462. Considerado hoy en día un héroe nacional en Rumanía y uno de los gobernantes más importantes de la historia de aquella región rumana, Vlad III enfrentó varios conflictos bélicos que implicaron a reinados de otros países, habitualmente por el dominio de la región que llevaba a la invasión o su intento, de otros reinos como el otomano. La historia cuenta que murió en el 1476 muy cerca de Bucarest, enfrentando al ejército turco que pretendía invadir Europa a través de Rumanía.

Hasta aquí su historia oficial, que lógicamente también cuenta esa parte más morbosa y perturbadora de empalar a sus enemigos, en una clara muestra de infundir respeto a través del miedo. 


Pero indicios recientes situarían realmente los restos del príncipe Vlad III Draculea de Valaquia lejos de Rumania, concretamente en la iglesia de Santa Maria la Nova de Nápoles, Italia.


Tirando del hilo de la historia, se ha relacionado a Vlad III y su buena relación con el Rey español Fernando de Aragón, estrecho aliado del príncipe de Valaquia. Tras ser dado por muerto en 1476 en el campo de batalla frente a los turcos, hay quien cree que en realidad fue apresado por el ejército otomano desapareciendo a partir de entonces de la historia, la hija de Vlad III, Zaleska Balsha, huyó de la amenaza turca siendo acogida con su padre moribundo en la ciudad de Nápoles, al amparo de la familia real. Para pasar inadvertida, Zaleska cambió su nombre a María Balsa. Según se explica, el apellido Balsha podría traducirse en el rumano antiguo como “hija del dragón”, el símbolo inequívoco del escudo familiar de Vlad III. En Nápoles, Zaleska contraería matrimonio con el hijo del camarlengo del Rey, Giacomo Alfonso Ferrillo, proveniente de una famosa y noble familia napolitana.

Fue en 2012, cuando el historiador italiano Raffaele Glinni publicó dos artículos en los que defendía precisamente que Zaleska era en realidad la hija legítima de Vlad III, puesto que hasta el momento, tan solo se la describía como heredera de una antigua familia noble servia, que había gobernado en el pasado la actual sur de Montenegro y norte de Albania, además de ser Condesa de Muro tras su matrimonio con Giacomo Alfonso Ferrillo.

En el año 2014, Erika Stella una estudiante de doctorado de la Universidad de Tallin (Estonia), al frente de un equipo de investigadores estonios e italianos se pusieron sobre la pista de dónde podrían reposar realmente los restos de Vlad III, a través de las indagaciones que llevaron a cabo, concluyeron que en la Iglesia de  Santa Maria la Nova, que es donde está enterrado el suegro de Zaleska, Matteo Ferrillo, era ese lugar. Apoyados en los símbolos, decoraciones, dibujos e inscripciones que se pueden apreciar en dicha tumba dentro de la iglesia, donde aparece desde un dragón, inscripciones que aún no se han terminado de descifrar, pero donde se repite la palabra vlad, hasta símbolos egipcios como el de dos esfinges opuestas, emblema de la ciudad de Tebas, llamada “Tepe” por los egipcios y que se cree era una referencia al apodo de “Tepes”, por Vlad Tepes o Vlad el empalador. Otro símbolo que invitaría a creer que en esa tumba estarían los restos del Príncipe de Valaquia, sería una de las estrellas del escudo de armas de los Ferrillo, que a diferencia de como era correcto representarlo, la punta de una de esas estrellas apuntaba directamente al suelo, en posible alusión a la excomunión que sufrió Vlad III por sus atroces y retorcidos actos en vida.


Los expertos al frente de esta curiosa y sorprendente investigación, de la que aún siguen intentando averiguar más secretos al respecto, creen que Zaleska Balsha enterró en secreto en la tumba de su suegro a su padre, en una clara intención de darle una digna sepultura al que un día fue el gran y temido Gobernante de Valaquia, que combatió y evitó el expansionismo turco en su tiempo.

Pese a todo, aún queda mucho por averiguar y contrastar, puesto que el dragón también era un símbolo vinculado al abuelo de Zaleska, Gjergj Arianiti y a su tío Gjergj Kastrioti, ambos miembros de la Orden del Dragón, pero sin relación familiar históricamente hablando con Vlad III. El tiempo dirá si la pista de Nápoles es la correcta o, por lo contrario, será un misterio más alrededor del Príncipe Vlad III de Valaquia.


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