La regla del décimo hombre.

Popularizada gracias a la película de 2013, Guerra Mundial Z,  dirigida por Marc Foster, protagonizada por Brad Pitt y basada en la exitosa novela de Max Brooks de 2006, esta regla pretende fomentar el espíritu crítico en la toma de decisiones, además de la búsqueda constante del pensamiento verdadero, al plantear cuestiones totalmente opuestas que rompan el consenso establecido. Pero, ¿qué hay de cierto sobre lo que se dice acerca de ella en la película?


Pese a que se argumenta que es una regla establecida dentro del gobierno de Israel, a modo de resorte de prevención en caso de eventualidades críticas, esto puede que no sea del todo cierto, aunque sí que existe una cultura de análisis de tesis improbables, que les llevan a valorar todas las posibilidades, por muy imposibles que puedan parecer. De hecho, tienen una oficina con el curioso nombre del Abogado del Diablo, preparada justo para el análisis de esas teorías.

La Regla del décimo hombre establece que, dentro de un grupo de trabajo destinado a la toma de decisiones, el décimo participante debe tener la obligación de ir en contra de los nueve restantes, en el caso de que estos hayan llegado a la misma conclusión. De esta forma, se pretende evitar el sesgo argumental, los errores de pensamiento o el pensamiento homogéneo que se derivan del pensamiento de grupo. Esta décima persona, que puede darse dentro de un grupo más reducido, llegado ese momento deberá asumir que las nueve restantes se están equivocando y plantear la tesis más alternativa posible a la aceptada de forma general, para intentar convencerlas de su error, aunque realmente esté de acuerdo con ellas. Con ello se persigue crear debate y hacer pensar más allá al grupo, consiguiendo no dar por sentado nada. Forzando al grupo a tener en cuenta seriamente esas otras posibilidades, que no se tuvieron en cuenta por parecer totalmente improbables o disparatadas, se logra estar preparados para afrontarlas mucho mejor si se llegarán a producir. 

La Regla del décimo hombre ayuda a abrir los ojos a nuevas formas de pensar y evita relajarse al creer que, la decisión tomada por el grupo es la única y definitiva. También, para quien actúa como décimo hombre supone todo un reto, pues debe trabajarse y buscar argumentos convincentes en contra de la mayoría, pese a no haber defendido de inicio esa tesis. Gracias a ello, a su vez, le ayuda a lograr descubrir nuevas ideas que, aparte de reforzar su argumentario, consiguen hacer replantearse su posición inicial. 

Así pues, ya ves que esa regla que podría sonar muy de guion de Blockbuster, a pesar de tener un origen incierto, es una táctica de sentido común utilizada en diferentes foros de decisión y grupos de trabajo, independientemente de la responsabilidad o de la trascendencia que tengan. Gracias a ella, se evita esa relajación intelectual que puede producir que un grupo entero acabe pensando de una misma manera, abriendo horizontes nuevos de pensamiento, además de tener en cuenta posibilidades que puedan parecer bien remotas como ¿un apocalipsis zombie?.


Comentarios

  1. Me ha gustado mucho este artículo. Ha conseguido llamar mi atención desde el primer momento. Me ha resultado ligero y agradable. Quizás, por poner alguna nota más, le faltaría un poco de profundidad, de investigación.

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