Escenas épicas: Un domingo cualquiera.

En el año 2000 el director norteamericano Oliver Stone estrenaría UN DOMINGO CUALQUIERA, en la que seguiría reflejando los problemas de la sociedad con su particular sello, pero esta vez desde la perspectiva del espectáculo del deporte de masas como lo es el fútbol americano. Un gran elenco interpretativo de calidad acompañan a una historia trepidante sobre la gestión comercial de un deporte, que prioriza los ingresos a costa de la gente y que vende su producto como si de un espectáculo de circo romano se tratara. De entre los 162 minutos que dura la película, siempre destaco un momento en la recta final que para mí, es otro de los momentos más épicos y motivacionales del cine. ¿Imaginas cuál puede ser? Sígueme y lo recordaremos juntos.


¡OJO! Si aún no la has visto y tienes intención de ello, te aconsejo que esperes a verla para seguir leyendo, porque a partir de aquí podrías encontrar SPOILERS.

Para entrar en situación, la película nos muestra a los Miami Sharks, un equipo de fútbol americano venido a menos, con su máxima estrella al borde de la jubilación, a la vez que aquejado de numerosos problemas físicos, un entrenador mayor al que parece que sus años de gloria con los Sharks han pasado a la historia, además de a una propietaria sin escrúpulos que quiere éxitos inmediatos, para alcanzar los objetivos de sus planes y salvaguardar económicamente su proyecto. A medida que avanzamos en la historia nos encontraremos con diferentes problemas de egos, además de la difícil gestión que supone poner fin a una generación de jugadores ganadores, pero acomodados, en su ocaso, a la vez que se le hace hueco a una joven estrella en ciernes que llega con ganas de ser protagonista. Todo alrededor de un circo mediático increíblemente destructivo, polémico y exigente.


Tras una temporada difícil en la que el equipo protagoniza una remontada impresionante, gracias al talento de su nueva joven estrella, los Sharks llegan a la gran final. Pero lo hacen inmersos en un mar de dudas sobre el futuro de cada uno de ellos y de la entidad, que han empezado a afectarles en el presente. Mientras su nueva estrella, el joven Willie Beamen (Jamie Fox), parece inmerso en problemas personales y de egos que parecen afectarle justo antes del día más importante de esa temporada. 


Justo por ello Tony D’Amato (Al Pacino), ex-estrella de ese deporte, leyenda de los Miami Sharks y mister principal, decide darles a sus hombres la motivación que necesitan a través de un discurso cargado de sentimiento, realismo y fuerza solo a tres minutos de jugarse la final. Palabras que incluso despiertan en el mismo espectador, un sentimiento de superación, un subidón que te recorre el cuerpo y que te hacen sentir que todo lo que has visto ha merecido la pena, lo has disfrutado y que además, eres capaz de conseguir los objetivos de tu vida. A continuación el discurso íntegro  y luego un video con ese momento de la película:

Recuerda estas palabras, “Pulgada a pulgada”.


Tony D’Amato a sus hombres en el vestuario, minutos antes de saltar al campo:
La verdad es que no sé qué decir. Quedan tres minutos para la batalla más grande de nuestra vida profesional. Todo se reduce a hoy. O bien nos rehacemos como equipo o nos desmoronamos. Pulgada a pulgada, jugada a jugada, hasta que estemos acabados. Estamos en el infierno, caballeros. Creedme. Y podemos quedarnos aquí y que nos den una puta paliza, o bien podemos luchar y abrirnos paso de nuevo hacia la luz. Podemos salir del infierno pulgada a pulgada.

Yo no puedo hacerlo por vosotros. Soy demasiado viejo. Miro a mi alrededor, veo estos rostros jóvenes y pienso. Quiero decir… He tomado casi todas las decisiones equivocadas que un hombre de mediana edad puede tomar. Yo, eh… Me pulí todo mi dinero, lo creáis o no. Di la espalda a todo aquel que me amó alguna vez. Y últimamente no puedo ni mirarme al espejo.

¿Sabéis? Cuando te haces viejo te lo quitan todo. Es parte de la vida. Pero solo aprendes en el momento en que empiezas a perder cosas. Descubres que la vida es un juego que se mide en pulgadas.

También lo es el fútbol. Porque en cada partido, en la vida o en el fútbol, el margen de error es tan estrecho. Quiero decir… medio paso demasiado tarde o muy pronto y no llegarás; medio segundo demasiado lento o muy rápido y no lo atraparás. Las pulgadas que necesitamos están por todas partes. Están en cada descanso del partido, en cada minuto, en cada segundo.

En este equipo luchamos por esa pulgada. En este equipo nos dejamos la piel y destrozamos a todo el mundo a nuestro alrededor por esa pulgada. Arañamos con nuestras uñas por esa pulgada. Porque sabemos que sumando todos esas pulgadas vamos a marcar la puta diferencia entre GANAR o PERDER, entre VIVIR o MORIR.

Escuchad lo que os digo: en cualquier batalla es el tío que esté dispuesto a morir el que va a ganar esa pulgada. Y sé que si voy a vivir un poco más es porque conservo la voluntad de luchar y morir por esa pulgada, porque VIVIR es eso. Las seis pulgadas que tienes delante.

Yo no puedo obligaros a hacerlo. Tenéis que mirar al tipo que tenéis a vuestro lado. Miradle a los ojos. Veréis a alguien que recorrerá esa pulgada con vosotros. Veréis a alguien que se sacrificará por este equipo porque sabe que, llegada la hora, vosotros haréis lo mismo por él.

Eso es un equipo, caballeros. O bien nos rehacemos ahora, como un equipo, o nos desmoronamos como individuos. Eso es el fútbol, chicos. Nada más. Decidme, ¿qué vais a hacer?

Ahora échale un vistazo al vídeo para vivir esas palabras y si ya habías visto la peli, para rememorar ese momento único y épico de UN DOMINGO CUALQUIERA:


Pulgada a pulgada, es un discurso utilizado por personas no solo del mundo del deporte, también del mundo empresarial para motivar. Un discurso que va in creciendo y con el cual es difícil no empatizar. Un auténtico momento épico del cine que bien merece ser recordado y reconocido como tal.


La crítica considera a UN DOMINGO CUALQUIERA una obra menor en la obra global de Oliver Stone. No podría estar más en desacuerdo. Puede que sea tan solo un juego de gustos, de impresiones... diferencias de criterio, está claro. Pero para mí, UN DOMINGO CUALQUIERA es un auténtico peliculón, que muestra ese lado oscuro del deporte, sobre todo de ese deporte de masas que arrastra a cuanto se cruza por delante sin miramientos, que busca exprimir al máximo al o la deportista sin importar la persona que hay tras de ella y que, convierte al espectador en un devorador cruel, morboso y exigente que confunde justo esa exigencia, la dedicación y el profesionalismo con la crueldad de la crítica fácil e indiscriminada. Una obra cinematográfica, con sus exageraciones, que sirve no solo para el deporte rey de los Estados Unidos, la misma NFL se opuso a la película por la imagen que daba de su deporte, también para muchos otros que mueven millones a su alrededor.

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