Secuela, remake, reboot, spin-off, crossover... ¿siempre necesarios?

El cine está lleno de buenas y malas películas. Historias que siempre serán recordadas y otras que pasarán con más pena que gloria. En los últimos tiempos prolifera un tipo de cine que busca rentabilizar en el mayor tiempo posible, producciones que han triunfado en taquilla, ya sean aquellas que prometían mucho como otras que sorprendieron en su estreno, lo que coloquialmente conocemos como "estirar el chicle". Bajo el nombre de secuela, remake, reboot, spin-off o crossover la industria del cine, sobretodo Hollywood, intenta proporcionar a los fans más y más contenidos para consumir, en ocasiones sin demasiado esfuerzo creativo e incluso algo forzado. Para ser justos esos términos que forman ya parte de nuestro vocabulario habitual cinematográfico no son nuevos, pero en ocasiones su masiva utilización como recurso los ha popularizado mucho en los últimos años.


Aún así ir a ver una secuela, remake o reboot en ningún caso tiene que ser algo negativo, ejemplos tenemos de sobra como secuelas convertidas en sagas exitosas que no desmejoran sus historias iniciales como Star Wars (9 entregas desde 1977 hasta hoy con spin-off de la saga por el medio), El Señor de los Anillos (6 entregas desde 2001), la saga de Harry Potter (10 entregas desde 2001) o la longeva saga de James Bond (25 entregas desde 1962, en este caso alguna hay que bien podría olvidarse fácilmente). Remakes o reboots como la gran The Thing (La Cosa) de 1982 y el reinicio de la saga Spiderman de la mano de Marvel-Disney que bien merecen la pena. Los crossovers es otro recurso que el cine viene explotando desde hace décadas, cuando aún el blanco y negro era su color, siendo recientemente las películas de Marvel-Disney con los Vengadores y compañía, crossovers bien ejecutados y trabajados, que ayudan ha agrandar y hacer aún más atractivo el producto. Pero en otros casos la sensación final que te queda motiva la pregunta: ¿y por qué?. Bien pues eso mismo me pregunto yo muchas veces.


No acabo de entender los motivos que llevan a muchas productoras a intentar sacar más y más tajada de un buen o gran producto, sin tener en cuenta como afectará eso a la historia original y al recuerdo que deja en mucha gente. En realidad si que entiendo la tentación económica de querer alargar una historia que funciona, pero solo si realmente se tiene una gran idea para hacerlo. Por ello una secuela en ocasiones pierde todo su sentido, si el final de la original queda bien cerrado o bien resuelto. En mi opinión con eso es suficiente. Del cine actual un claro ejemplo podría ser la primera entrega de la saga Venganza (2008) con Liam Neeson, en la que su estreno tuvo una acogida brutal, sorprendiendo a propios y extraños por su intensa acción en un thriller de producción francesa e ideado en principio para una sola entrega, en la que el irlandés Liam Neeson destacó en el género de acción a una edad ya madura. Dicen que cuando le propusieron a Neeson interpretar a su personaje de nuevo en una secuela, fue reacio a ello por varios motivos, aunque luego claudicó y retomó su personaje en 2012 (poderoso caballero es Don Dinero, especulan). La segunda entrega recaudó aún más que la primera, pero la sensación de que aquello no tenía la misma magia era evidente, algo que se repetiría de igual forma o peor con su tercera entrega, por la que si que si daba la sensación de relleno absurdo.


En el caso de los remakes la cosa se complica, ya que pretender hacer una versión más actualizada de otra película más antigua solo se entiende si la antigua es fácilmente superable. De lo contrario debes tenerlo bien claro, porque si no la cosa puede acabar en fracaso que lo único que refuerza es a la entrega original, algo que no es necesario conseguir produciendo un remake desastroso. Un ejemplo claro de un remake que podría haberse evitado puede ser el de la entrega de Total Recall de 2012, protagonizado por Colin Farrell y que intentaba replicar la exitosa entrega de 1990, dirigida por Paul Verhoeven y protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Aunque en la entrega de 2012 se intentaba darle un sentido algo más actual a la trama, no se sostenía apenas en ninguna comparación. Tal vez tuviera buena base, pero se demostró innecesaria, pues las nuevas generaciones ya podían disfrutar, sin necesidad de remakes, de un auténtico clásico de la ciencia ficción intemporal.


Un reboot puede ser un buen recurso si quieres reactivar una franquicia en horas bajas o por la que ha pasado el tiempo, reformulando la historia introduciendo aspectos distintos que le den otro toque. Pero igual que en los remakes, la cosa puede solo encadenar otro fracaso millonario si no se plantea de forma correcta. En este caso un ejemplo puede ser el del estreno en 2016 de Cazafantasmas, un reinicio de la saga que apenas le llega a la suela de los zapatos a la mítica entrega de 1984, protagonizada por los geniales Dan Aykroyd, Bill Murray, Harold Ramis, Ernie Hudson, Sigourney Weaver, Rick Moranis y Annie Potts. Una suerte de reinicio, con guiños a la saga original, con protagonistas nuevas que no consiguen en ningún momento el carisma de sus predecesores, con una historia, eso si, que bien podría salvar este reboot, aunque sin ese carisma le veo difícil futuro.


Con respecto a los spin-off la cosa se puede agarrar con pinzas. Y es que utilizar un personaje secundario o adicional de una historia que funciona y crear a su alrededor otra historia paralela a la principal u original, puede ser otro proyecto arriesgado. En casos como Star Wars o los héroes de Marvel la cosa invita a ello, pues los personajes que rodean la historia y protagonistas centrales, tienen a su vez un mundo tras de ellos explotado en el cómic y la animación televisiva, con mucha "chicha" de la que extraer buenas historias. Aunque incluso en este caso existe algún que otro desliz cono La Batalla de Hendor de 1986, que la gente no acabo de ver clara la vinculación con Star Wars más allá de aquellos simpáticos Ewoks. En otras ocasiones la cosa se puede complicar si no se plantea de manera que no de la sensación que estamos viendo el mismo producto con distintas caras. Un ejemplo puede ser la cuarta entrega de la saga de Jason Bourne, El Legado de Bourne de 2012 protagonizada por Jeremy Renner, no es una secuela al uso de la trilogía inicial protagonizada por Matt Damon y si un Spin-off, ya que presenta a un protagonista nuevo, relacionado con los programas de reclutamiento y adiestramiento que captaron a Bourne y una historia paralela a la original. La historia en si no me desagradó, aunque es considerada la entrega más floja de la saga. El cambio de protagonista, en una historia que huele a lo mismo vivido anteriormente y con un título en el que aparece el nombre de Bourne como tirón, sin aparecer Jason Bourne, puede llevar a pensar que es un producto de relleno para intentar seguir sacando más jugo a una historia, que parecía bien cerrada tras la tercera entrega.


Finalmente los crossovers, un recurso que a mi personalmente me llama mucho la atención, sobretodo en el mundo del cómic y que puede ser muy interesante, aunque actualmente se explote más en televisión. Juntar dos historias diferentes o dos personajes de mundos distintos, puede dar con algo que complete de forma ingeniosa un producto, aunque esto en el mundo del cine se antoja algo complicado. No son pocos los ejemplos que podemos encontrar de “colaboraciones” que si en un primer momento eran interesantes, acabaron en ridículas entregas que bien se podría haber ahorrado alguien producir. Alien Vs Predator o Freddy contra Jason son dos ejemplos de lo mal que puede salir la cosa, pese a juntar franquicias que a priori podrían casar bien, si hubiera ganas de crear algo que valiera la pena con tiempo y respeto a esas franquicias.



Así que ya ves, en ocasiones es mucho mejor dejar las cosas como están e intentar explotar el producto con algún reestreno, ediciones especiales, versiones extendidas, etc con las que se pueda rentabilizar también esa gran historia.

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