Erzsébet Báthory, la aristócrata asesina en serie.

La historia de asesinos en serie le guarda un terrible honor a una mujer, una aristócrata húngara que vivió entre los siglos XIV-XV y que seguro generó infinidad de pesadillas en su momento. Erzsébet Báthory es conocida como la Condesa Sangrienta y ostenta el primer puesto como la mujer asesina en serie de la historia con, se especula, más de 600 víctimas en unos 6 años. ¿Conoces la oscura leyenda real de Erzsébet Báthory, la Condesa Sangrienta?


Erzsébet Báthory (1560-1614) perteneció a la dinastía de la Casa Báthory húngara y tenía el título nobiliario de Condesa. Erzsébet se crió en el seno de la familia Erdély, una de las familias aristócratas más antiguas y poderosas de Transilvania. De hecho los Erdély de la Casa Báthory son descendientes lejanos del héroe histórico rumano Vlad Tepes, el personaje que inspiraría a Bram Stoker la creación de Drácula. Erzsébet Báthory fue prometida a la edad de 11 años con Ferenc Nádasdy, un noble con el título de Barón que era 5 años mayor que ella y con 15 años de edad consumó el matrimonio que terminaría dándoles cuatro hijos (3 niñas y 1 niño). El Barón Nádasdy, que tras el matrimonio asimilaría tanto el apellido como el título de su mujer, por venir esta de una familia más importante, se convertiría en un temido militar que pasaba largas temporadas en el frente combatiendo contra los turcos. Sus enemigos llegarían a conocerle como el Caballero Negro, alguien que en el guerra no hacía prisioneros ya que se dedicaba mandar empalar a sus enemigos tras derrotarlos. Esta táctica para infundir miedo y respeto entre el bando enemigo fue puesta en práctica con éxito por el mismísimo Vlad Tepes.  


Pese a sus largas temporadas fuera del castillo y alejado de Báthory, en la correspondencia que se remitían y que se conservan, el matrimonio se procesaba un gran amor, además de compartir una cruel afición, la de torturar y castigar a sus criados. En las mismas Nádasdy aconsejaba practicas de tortura a Báthory con el fin de castigar severamente a sus criados y criadas. Cuentan que un día mientras una de sus criadas peinaba a la Condesa, esta le dio un tirón de pelo accidental al que Báthory respondió con una fuerte bofetada. La sangre de la herida que le produjo a dicha criada salpicó su piel, apreciando esta como rejuvenecía toda esa parte de la piel salpicada. En ese momento empezó a creer que la sangre de jóvenes doncellas era la clave para alcanzar la eterna juventud. Tras la muerte de su marido durante una de sus campañas militares a los 48 años de edad, Báthory quedó desolada y expulsó del castillo a toda la familia de su esposo quedándose sola junto a su servicio.




Con la ayuda de sus criados de confianza, además de una bruja que la acompañaba diariamente por el castillo e incluso decían que un enano, Báthory empezó a sacrificar jovenes criadas a su cargo para drenar su sangre y poder bañarse literalmente en ella. A algunas directamente las ataban en las mazmorras colgadas por los pies del techo mientras les cortaban las venas o el cuello y las dejaban desangrar. A otras la misma Báthory las golpeaba y torturaba hasta la muerte para al final conseguir su preciada sangre. La leyenda va algo más allá y habla de obligados encuentros sexuales sádicos tanto con criados como criadas a los que Báthory mordía para chupar la sangre e, incluso, arrancaba a mordiscos partes de carne para degustarlas poco a poco. Báthory no contenta con arrebatar tan cruelmente la vida de sus propias criadas y doncellas, decidió anunciarse entre las familias pudientes de Hungría para que le confiaran a sus hijos e hijas con la intención de poderles ofrecerles esa exquisita educación de la que tanto alardeaba. Aquello se convertiría en una terrible trampa mortal para aquellos pequeños nobles.


Durante unos 6 años Báthory mató y asesinó vilmente a tantísimas criadas que el castillo prácticamente tenía que acudir a las casas de sus campesinos súbditos para reclutar a jóvenes campesinas o bien secuestrarlas para satisfacer a la Condesa. Aquella situación generó tantos rumores y temor entre los súbditos de la Condesa que llegaron a pedir ayuda al Rey de Hungría, una ayuda que el Rey Matías II de Hungría no les prestaría hasta que quienes reclamaron su atención fueron los mismos nobles preocupados por el paradero de sus hijos e hijas que confiaron a Báthory.

Para ahondar en todo aquello y poner orden el Rey Matias II ordenó al Conde Palatino Jorge Thurzó, que además era primo de la Condesa, marchar hasta el castillo de Báthory. Al acceder Thurzó se encontró con un castillo sin apenas personal en el que vivía su prima. En las mazmorras encontraron una auténtica fábrica de tortura y terror en el que había desde artilugios para la tortura o jóvenes criadas y campesinas apresadas viviendo entre excrementos. También encontraron cadáveres tirados por los suelos o colgados desangrándose. Durante años Báthory y sus criados de confianza habían enterrado los cuerpos sin vida dentro de los límites del castillo para no levantar sospechas, pero la elevada cantidad de cuerpos supuso que tuvieran que dejarlos al resto  pudrir en las mazmorras.

Descubrir todo aquel horror provocó que los cómplices de la Condesa fueran ejecutados e incluso condenados a ser quemados en la hoguera. La única que logró librarse de ser ajusticiada por sus delitos fue la misma Erzsébet Báthory, ya que su título como Condesa la liberaba de toda pena. Pero el Rey no estaba dispuesto a que todo aquello quedara impune para Báthory, así que en lugar de condenarla a ser guillotinada, aceptó la propuesta de Thurzó de condenarla a vivir encerrada en sus aposentos de por vida. Para ello sellaron puertas y ventanas solo dejando una pequeña esclusa para pasar la comida y por la que entraban los únicos rayos de luz natural del exterior. La Condesa jamás se arrepintió de ninguno de sus crímenes y vivió encerrada en sus aposentos hasta la edad de 54 años.



Con el paso del tiempo muchos de los datos que revela la leyenda se presuponen bulos intencionadamente creados, no tanto para acabar con Erzsébet Báthory, si no que con el Rey Matias II. Los rivales políticos del Rey aprovecharon todo aquello para inventar rumores que lo único que conseguieron fue generar miedo e incertidumbre entre el pueblo. Además se conoce que tras la muerte de su marido Erzsébet Báthory utilizó su fortuna para financiar al principal rival del Rey, algo que fue visto como una traición y que en realidad fue el motivo de su reclusión hasta la muerte.

La documentación histórica que se ha conservado del juicio llevado a cabo habla tan solo de 80 víctimas y recoge los testimonios tanto de las víctimas que sobrevivieron, como de sus cómplices criados. Sea como sea la historia de Erzsébet Báthory sigue infundiendo terror, aunque algunas partes de la leyenda puedan ser exageraciones o bulos, y sitúan sin ninguna duda a la Condesa Sangrienta como la mayor Serial Killer de la historia. 

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