Muérdago, la planta del beso y la suerte.
¿Has besado alguna vez a alguien bajo el muérdago? Esa escena tan típica del cine navideño no nació precisamente en Navidad. De hecho, la tradición es mucho más antigua y tiene detrás una mezcla deliciosa de mitología, magia y viejas costumbres europeas.
Griegos, celtas y el aura mágica del muérdago.
Aunque los primeros en atribuirle poderes sagrados pudieron ser los griegos, fueron los celtas —especialmente desde el siglo XVII— quienes elevaron el muérdago a categoría de planta sagrada. Lo usaban en rituales, como talismán curativo y también como símbolo de paz.
Bajo un ramillete de muérdago se sellaban armisticios, reconciliaciones y matrimonios… siempre con un beso. No había paz sin muérdago, ni beso sin buena fortuna.
Ya en el siglo XVIII y XIX, se creía que si una joven en edad de casarse recibía un beso bajo un muérdago, tendría un matrimonio feliz, muchos hijos… o, al menos, una amistad duradera.
De Europa a Hollywood… y al mundo.
La tradición se extendió por el norte de Europa, donde colgar muérdago en el marco de la puerta era una forma de proteger el hogar de la mala suerte. Todo el que pasara por debajo debía besar —o ser besado— para atraer fortuna. Si el beso era en Nochebuena, eso significaba tener amor asegurado para el año siguiente.
Los colonos europeos llevaron la costumbre a Norteamérica, y el cine del siglo XX hizo el resto.
Cuenta la tradición, que el muérdago debe ser regalado y que quien lo tenga en casa quedará protegido de la mala suerte.
Así que ya sabes: regala muérdago, recibe muérdago… y quién sabe, igual hasta cae un beso inesperado.
El muérdago es un arbusto semiparasitario —ese que crece en ramas ajenas— que se mantiene verde todo el año. Y eso, para los antiguos pueblos del norte de Europa, ya era señal de que estaba tocado por lo divino.

La leyenda nórdica del primer beso bajo el muérdago.

La leyenda nórdica del primer beso bajo el muérdago.
Cuenta la mitología escandinava que la diosa Frigga pidió a todas las criaturas vivientes que prometieran no dañar a su hijo Bálder, dios de la belleza y del sol. Todas aceptaron… excepto una. A Frigga se le olvidó el muérdago.
Loki, se percató de ese descuido y creó una flecha rematada con muérdago que acabó con la vida de Bálder. La diosa lloró durante tres días, hasta que sus lágrimas consiguieron resucitarlo. A partir de entonces, Bálder perdonó al muérdago y le quitó su carácter venenoso. Además, declaró que todo aquel que se besara bajo él sería bendecido con protección y buena fortuna.
Griegos, celtas y el aura mágica del muérdago.
Aunque los primeros en atribuirle poderes sagrados pudieron ser los griegos, fueron los celtas —especialmente desde el siglo XVII— quienes elevaron el muérdago a categoría de planta sagrada. Lo usaban en rituales, como talismán curativo y también como símbolo de paz.
Bajo un ramillete de muérdago se sellaban armisticios, reconciliaciones y matrimonios… siempre con un beso. No había paz sin muérdago, ni beso sin buena fortuna.
Ya en el siglo XVIII y XIX, se creía que si una joven en edad de casarse recibía un beso bajo un muérdago, tendría un matrimonio feliz, muchos hijos… o, al menos, una amistad duradera.
De Europa a Hollywood… y al mundo.
La tradición se extendió por el norte de Europa, donde colgar muérdago en el marco de la puerta era una forma de proteger el hogar de la mala suerte. Todo el que pasara por debajo debía besar —o ser besado— para atraer fortuna. Si el beso era en Nochebuena, eso significaba tener amor asegurado para el año siguiente.
Los colonos europeos llevaron la costumbre a Norteamérica, y el cine del siglo XX hizo el resto.
Cuenta la tradición, que el muérdago debe ser regalado y que quien lo tenga en casa quedará protegido de la mala suerte.
Así que ya sabes: regala muérdago, recibe muérdago… y quién sabe, igual hasta cae un beso inesperado.



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