La casa de la muerte de Verges.
En Verges, un pequeño municipio de la comarca del Baix-Empordà en Girona, existe una casa con siglos de historia, al menos el terreno donde se posa. Una casa en la que una familia, los Fontana-Forcadell, naturales de Barcelona, vivieron en ella durante 15 años, en los que fueron testigos en sus propias carnes de unos fenómenos realmente aterradores y peligrosos.
Dichos fenómenos, que se activaban habitualmente de noche, iban desde golpes fuertes que hacían retumbar paredes y muebles, sonido de roce de cadenas, luces que se encendían y apagaban solas, extraños y desagradables olores y la visión de sombras, nieblas oscuras y siluetas que se manifestaban de la nada.
Algo en esos fenómenos solía manifestarse en alguna ocasión de forma agresiva, poniendo en serio peligro a los miembros de la familia. De hecho, los testigos relataban fenómenos como roces, golpes, bofetadas y empujones, como el que hizo caer violentamente por las escaleras a la abuela de la familia desde el tercer piso. Precisamente aquel día, el perro de la familia, un pastor alemán llamado Sasi, subió las escaleras para defender a la familia. Lo que siguió a aquello fue un terrible forcejeo del animal con lo que fuera, que terminó por lanzar escaleras abajo al animal, que acabó muy mal herido. Al subir un tiempo después, no encontraron muestras de ningún tipo de forcejeo o lucha en la habitación de aquel tercer piso.
Las manifestaciones no solo se vivían dentro de la casa, de hecho la silueta de una persona extraña y ajena a la familia llegó a manifestarse asomada al cristal de una de las ventanas, aterrando a quienes la presenciaron.
Esa situación que para cualquier otro podría ser totalmente insostenible, les duró a la familia Fontana la friolera de 15 años, hasta que decidieron agarrar lo esencial y marcharse a vivir en otro lugar. Pero lejos de dejar nada atrás, algo siguió a dos de las mujeres de la familia, dos hermanas de las que una de ellas presenció una noche, como del armario de la habitación una criatura salía y se dirigía a la cama de una de ellas. La familia terminó descubriendo que aquella criatura era un íncubo, un demonio que acecha a las mujeres por las noches para abusar de ellas.
Tras aquel incidente, los miembros de la familia que fueron a vivir a aquel piso de Platja D’Aro, con la esperanza de olvidar tantas malas experiencias, tuvieron que abandonar su nuevo hogar a la carrera, dejando en aquel armario de la habitación una caja con recuerdos de la Casa de Verges.
Y es que la Casa de Verges hoy sigue siendo un referente claro de lo paranormal en Catalunya, una especie de Amityville con una historia que se remonta a varios siglos. Bajo el terreno donde se levanta la casa, se conoce gracias a una investigación arqueológica llevada a cabo por el Ayuntamiento, que existen los restos de un cementerio medieval con multitud de cuerpos enterrados. También se conoce que por aquella edad, en ese mismo lugar existió un hospital de campaña donde llevaban a morir a soldados heridos, así como los restos de un castillo, concretamente los restos de la prisión del mismo, donde murieron y se torturaron a muchas personas.
Un lugar marcado por la muerte que se manifestó de la manera más aterradora, a los miembros de una familia que, en lugar de sueños, encontraron pesadillas difíciles de olvidar.
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