Escenas épicas: HEAT.

El director, guionista y productor norteamericano Michael Mann, lograría en 1995 hacer historia en el cine, más si cabe, con un auténtico taquillazo. Y es que con HEAT, Michael Mann conseguiría lo imposible hasta la fecha, reunir como protagonistas a dos auténticos gigantes del cine como Al Pacino y Robert De Niro. Ambos actores, bien situados en el Olimpo del cine, con actuaciones extraordinarias en sus carreras hasta el momento, fueron suficiente reclamo para que Warner Bros, como gran productora de la cinta, la distribuyera y vendiera a nivel global con gran éxito de crítica y público. Con 60 millones de dólares de presupuesto, HEAT recaudó más de 187 millones en todo el mundo, pero no solo todo ese dinero explica el éxito de taquilla que obtuvo, ni el ser considerada con el tiempo, un referente en el género policiaco y de atracos que, además, influyó en multitud de films que llegarían más adelante. Una trama espectacular, escenas de acción impactantes, un guion fabuloso y unas interpretaciones que se convertirían en míticas dan forma a HEAT, pero de entre todas sus escenas y momentos siempre me quedo con la que considero la más mítica, la escena del atraco al banco.


Antes de adentrarme en la escena como tal, daré un breve repaso a la sinopsis, así como al cómo se llegó a tal peliculón del cine de los 90. “Un veterano ladrón de bancos decide preparar un último y sofisticado robo con la intención de retirarse, pero un policía de métodos expeditivos, cuya vida privada es una pesadilla, se propone impedírselo.” 


Lo curioso es que el primer libreto de HEAT fue utilizado para un cortometraje destinado directamente para televisión, con el título de L.A. TAKEDOWN (1989), justo después de que la idea fuera desechada para una serie. Afortunadamente, Mann, que dirigió la primera versión televisiva, revisó en 1994 su propio guion y se dispuso a coproducirlo, algo que llevó a su estreno por todo lo alto en 1995. Y es que el destino tenía reservado para HEAT un lugar mejor en la historia del cine.

Ahora sí, paso a rememorar aquella brutal escena, que puedes revivir en este extracto de la película:



Sin duda, para llegar a la tensión del momento, segundos antes de ejecutar el atraco, has de haber vivido la trama hasta entonces, conocido a los personajes, sus vidas, sus problemas, etc. Aunque tan solo con vivir la escena desde el mismo instante en el que se activa la acción, algo se despierta en el espectador. 

Ese momento en el que tres experimentados y metódicos ladrones ejecutan al milímetro su plan, ejerciendo una violencia calculada, con la que rendir a sus víctimas y causar un temor que las atenaza y somete es, en gran parte y aunque suene extraño, muy fascinante. La música que les acompaña se antoja perfecta para el momento de tensión controlada que desatan en el banco. Pero cuando todo parece que saldrá como en otras ocasiones, logrando una vez más no salirse del plan para lograrlo a la perfección, un chivatazo hace que el equipo de la policía al mando de Vincent Hanna (Al Pacino), el obsesivo policía tras los pasos de Neil McCauley (Robert De Niro), el cerebro de la banda criminal de ladrones de bancos, lo cambié todo.

La entrada de la policía, descubierta en un segundo de vista levantada y cierta relajación de Chris Shiherlis (Val Kilmer), antes de huir en el coche que tenían preparado para ello, con un experto conductor, interpretado por el gran Dennis Haysbert, protagonista de una de mis series de acción/drama favoritas como es THE UNIT, da al traste con todo plan bien calculado y provoca un festival de disparos realmente espectacular.


Es en ese preciso instante donde la acción empieza a sobrecoger al espectador. Tan solo subir unos puntos el volumen del televisor, teletransporta al espectador a ese momento en el que prácticamente sientes en el sofá de tu casa, como si estuvieras en mitad de una guerra. No es para menos, pues los efectos de sonido fueron motivo de excelentes críticas y felicitaciones, pues los disparos y armas suenan auténticas y estruendosas. Pero más allá de eso, que ayuda y mucho a la inmersión en el momento de la acción, su ahora si precipitada huida, provoca un reguero de destrucción sin igual. Los ladrones una vez metódicos y en parte idealistas, sacan a relucir su lado más salvaje para salvar no solo su botín, también su propia vida, cueste lo que cueste. Y es justo eso lo que también consigue una intensidad que te hace estar con los pelos de punta. 




Pese a todo, los ladrones se desenvuelven perfectamente en el caos al tenerlo todo perdido y avanzan como si de un equipo de élite se tratara, mientras la policía se ve engullida en ese espiral de violencia persiguiéndolos en plena calle a la luz del día. Es entonces, en ese momento de violencia extrema y sin cuartel, cuando se potencia en el espectador esa sensación de empatía con los teóricamente malos de la película.


Como no podía ser de otra forma, el final de esa escena es dramático y deja a McCauley y su banda tocada de muerte. No es el final de la película, ni mucho menos, de hecho aún queda un momento final igualmente épico de la misma, pero marca el inicio del último acto. 


Para mí, HEAT es un auténtico referente del cine de los 90 y un clásico del género muy disfrutable, tanto como en el primer día en sus nada más y nada menos que 2 maravillosas horas y 50 minutos de metraje. Con esto, rindo tributo a otra mítica película y, en especial, a una de las mejores escenas de acción del cine.

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